Domingo, 09 Julio 2023 16:32

En incesante exploración

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

(Hay que salir de las seductoras apariencias visibles, que la mundanidad nos propone, para entrar en la mística de lo invisible, que es donde radica el efectivo sentido existencial. Al ser verbo de Dios, y si queremos florecer en el verso divino, tenemos que cambiar la mentalidad. Sólo así regresaremos al Padre, como renuevos de la interminable poesía y no del poder que nos ahorca).

I.-  APRENDAMOS DE JESÚS

Las huellas de Dios nos citan cada día,
a ellas hay que acudir sin temor alguno;  
para hallar sosiego hemos de seguirlas,
y para encontrar vida hay que vivirlas,
hacerlo a corazón abierto y sin demora.

Penetremos en sus profundos mensajes;
Él que fue manso y humilde en el andar,
trazó el curso de la verdad y la bondad,
marcó nuestros pasajes hacia la gloria,
y los remarcó de bien con brío protector.

Sólo hay que seguirle como signo de luz,
como símbolo de pertenencia salvadora;
porque únicamente Él está con nosotros,
entregado al itinerario del amor de amar,
que es lo que objetivamente nos vivifica.

II.- CON JESÚS VIVAMOS

Nuestra vida es un existir para hallarnos;
necesitamos encontrarnos con el Señor,
peregrinar con su compañía cada aurora,
abrigar su presencia en nuestra morada
con la convicción de no vagar perdido.

Lo trascendente es caminar en sintonía,
y que el Salvador pueda sorprendernos,
atenderlo y entenderlo en su expresión,  
ver que todo se desvanece y se renueva,
que la discordia da paso a la concordia.

Abrazar al Crucificado es habitar en Él,
reconstituirse y constituirse en el apego,  
vivirse y revivirse en la pureza del cielo,
que es la que en conciencia nos exhorta,
a tomar el sol y a no temer a las sombras.

III.- REVERENCIEMOS A JESÚS

Reclinarse ante el Altísimo es una dicha,
la más nívea acción de gracias al Dador
de todo don, con el abrazo permanente.  
Él sabe cuánto pueden apenar las sendas,
y cómo tranquilizar a un palpitar llagado.

Obedezcamos su palabra para movernos,
reaccionemos con la acción de la ternura,
vayamos de esta atmósfera de disfraces,
y volvamos a elevar la mirada con júbilo,
hacia quien nos quiere de principio a fin.

Veneremos su entrega en todo momento,
para no encerrarnos en nosotros mismos.
Lo valioso es abrirse a su obra liberadora,
abrazarse a los brazos eternos de la cruz;
y no vivir para mí, sino para el Redentor.

Víctor CORCOBA HERRERO
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Publicado en COLUMNAS

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