Reflexión Poética | Compartiendo diálogos conmigo mismo

(Rogué con la mirada puesta en el cielo y me fue entregada la sensatez, imploré de rodillas y vino a mí el soplo del discernimiento, sentí el gozo y espigó el verso que soy. Elegí el poema, y no la pena, para transitar conmigo; desposeído de riquezas, poseído de afanes y desvelos en donación. Bajo el resplandor de esta expresión alegre, no hay ocaso y hasta las cruces dejan de crucificarnos el iris, para envolvernos en el auténtico amor de amar amor).

I.- LA RIQUEZA HUMANA NO COLMA:
LO QUE NOS CALMA ES DONAR TIMBRES DIVINOS

Maldigo la aparente esperanza,
inducida por el culto al dinero,
al delirio patrimonial sin alma,
que lo que engendra es ahogo,
y lo que produce es amargura.

La caída irrumpe en el cuerpo,
penetra con su porte de asolar,
de demoler cualquier codicia,  
avergonzando toda confianza
en sí mismo, no se mercadea.  

El tránsito es común en todos,
ya sean pudientes o no lo sean,
el capital no logra rescatarnos,
sólo Jesús nos dirige al Padre,
y nos libra del abismo terrenal.

II.- LA MISERICORDIA SÍ NOS SACIA:
LO QUE NOS FALTA ES AVENIR TONOS CELESTES
 
A ti, Redentor nuestro, te pido:
cólmanos de caridad cada día,
sácianos de paz cada mañana,
enséñanos a vivir en armonía,
ten clemencia de tus súbditos.
 
Buscamos ese reino de unión,
de unidad y de buenos deseos,
donde nadie se sienta dejado.
Acogidos es como escalamos,
al ser corazón y jamás coraza.

Por Cristo todo se volvió luz,
con la ofrenda de su entrega,
la mediación sacrificial vive,
recreada y creada con pasión,
y nos revive en júbilo sin fin.

III.- LA MIRADA QUE ACARICIA UNE:
LO QUE NOS SEPARA SON LAS MUNDANIDADES

Hay vistas que nos ennoblecen,
extensiones que nos glorifican,
paseos que nos invitan a mirar,
a ver nuestra vertiente interior,
la propia transmisión viviente.

El Creador de las mil imágenes,
y Señor de todas las realidades,
nos llama a rehacernos unidos,
a vernos cercanos unos a otros,
y a crecer en mística comunión.

No hay mejor halago que verse,
que volverse niño para juntarse,
sin quitar ojo al orbe recóndito,
que hermanados a la existencia,
la muerte no es y Dios es vida.

Víctor CORCOBA HERRERO
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Publicado en COLUMNAS

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