Columna | P U L S O    P O L I T I C O

              Los años sesenta y setenta del siglo pasado, fueron de crisis social y política para Puebla. Era la lucha por el control de la Universidad Autónoma, única que existía en toda la entidad. Un sector de la población de ideología derechista y otro de ideología liberal o progresista, se disputaban ese control.

              En la UAP la autoridad era ejercida por un organismo derechista que era controlado por el arzobispo Octaviano Márquez y Toriz, a través de consejeros como los licenciados Eligio Sánchez Larios, Antonio Pérez Rivero y otros, que eran los que designaban a los rectores, a los consejeros universitarios, a directores de escuelas preparatorias y  profesionales, simulando esas imposiciones, como decisiones democráticas de la comunidad universitaria.

             En 1961, estalló el llamado Movimiento de Reforma Universitaria, que cimbró a la UAP y a Puebla hasta sus cimientos. Tuvieron que pasar poco más de diez años para que las cosas empezaran a recomponerse.

             Fue un movimiento popular y universitario, el que provocó la caída del gobernador, general Antonio Nava Castillo, designado para pacificar a Puebla que ya para 1964, era un mal ejemplo nacional que podía ser imitado por otras instituciones de educación superior del país. El gobernador, originario de Ixcaquixtla, nombró como principales funcionarios del gobierno, a elementos castrenses, sin ninguna experiencia política y sin la mínima sensibilidad social. Eso provocó el enojo de numerosos sectores populares de la entidad, entre ellos el de los productores y repartidores de leche bronca, locatarios de los mercados de esta capital, pequeños y medianos comerciantes, taxistas y automovilistas en general, contra los que se cometieron abusos.

             La caída del gobernante fue cuando apenas tenía un año y meses de haber tomado posesión del cargo y en su lugar, fue designado como gobernador interino, el ingeniero agrónomo Aarón Merino Fernández, curiosamente también nacido en Ixcaquixtla, un pueblo de la mixteca alta de Puebla, que al contrario de su antecesor, no fue autoritario, tenía oficio político y sensibilidad social. Fue el que gestionó con la Fundación Jenkins, la construcción de la Ciudad Universitaria, el que construyó la Unidad Normalista, la Unidad Deportiva, la vía rápida de cuatro carriles a Cholula, siguió con la construcción de los centros escolares en varias partes del estado, rescató valiosos edificios coloniales, terminó el embovedamiento del río de San Francisco y muchas cosas más.

             Al terminar el periodo de Nava Castillo, como gobernador sustituto, la elección del nuevo gobernador recayó en el general y doctor Rafael Moreno Valle, que no simpatizaba al presidente Luis Echeverría, quien lo hostigó desde el principio y prácticamente lo obligó a dejar el cargo mediante la solicitud de una licencia por tiempo indefinido. Lo sustituyó el doctor Gonzalo Bautista O’Farrill, hijo del doctor Gonzalo Bautista Castillo, quien fuera secretario general de Gobierno en el periodo de Maximino Avila Camacho. Era el que gobernaba cuando se cometieron varios asesinatos políticos que dieron al traste con su gobierno en 1973.

            CONSIDERADO COMO UN HOMBRE de derecha y miembro del grupo avilacamachista por la trayectoria de su padre, los universitarios se pusieron de inmediato en su contra y lo combatieron con dureza durante todos su gobierno que solo duró un año.

                El asesinato del arquitecto Joel Arriaga, catedrático de la UAP y miembro destacado del Partido Comunista Mexicano, ocurrido 20 de julio de 1972 en la 24 norte la noche del día ya señalado, fue atribuido a miembros de la Policía Judicial del Estado por órdenes del jefe del Ejecutivo, aunque éste siempre lo negó.

                En diciembre del mismo año, otro dirigente universitario poblano, Enrique Cabrera, cayó muerto asesinado por supuestos policías judiciales, llegando a su casa en una noche de diciembre muy cerca de la celebración de la Navidad.

                Y el primero de mayo de 1973, un estudiante fue muerto a tiros en un enfrentamiento con la policía en la azotea del edificio carolino de la UAP, mientras el gobernador y sus funcionarios presidían el desfile del día del trabajo en la tribuna levantada en la 25 oriente.

                El escándalo fue nacional: se pidió la intervención del Congreso de la Unión y unos días después, fue declarada la desaparición de poderes en el Estado de Puebla.

                AYER UN GUPO DE FAMILIARES y amigos del arquitecto Arriaga, recordaron la fecha de su asesinato, con un sencillo acto efectuado frente al edificio carolino y en la puerta de entrada que está en la esquina de la 4 sur y 3 poniente, se depositó una ofrenda floral.

                Cuarenta y ocho años después, después del surgimiento de la Universidad Popular Autónoma de Puebla, UPAEP, que fue creada por los grupos conservadores de Puebla después de esas luchas universitarias, han surgido en la entidad, decenas de universidades privadas convirtiendo a la entidad, en un centro de estudios superiores de primer orden a nivel nacional. La sociedad poblana es ahora mucho más tolerante que antes, en cuestiones ideológicas, aunque quedan reducidos grupos de personas que añoran cuando la ciudad de Puebla, era conservadora y clerical, capital de un estado liberal y patriota.

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