Miércoles, 15 Noviembre 2023 12:15

Las pequeñas grandezas de cada día

Artículo | Algo Más Que Palabras

 “Los ambientes naturales o sociales entre los que nos movemos, están altamente polarizados, lo que deteriora la familiaridad en el trato entre análogos, envenenando los diversos diálogos y poniendo en riesgo las voces disidentes”.

    En un tiempo de tantas dificultades, en el que vivimos encerrados en nuestros propios intereses, tenemos que movilizarnos para el cambio. Noviembre puede ser un buen mes de inicio. Lo que debe estar claro, que no podemos continuar enemistados con aquello de lo que formamos parte, el mundo. Nuestro paso por aquí, tiene que servir para el reencuentro corazón a corazón; lo que nos hará destronar de nuestra mirada el poseer, como poder dominador que nos esclaviza y nos aborrega. Nadie debe ser más que nadie ni menos que ninguno. Esto nos enseña a despertar, para hacernos cargo de nuestras propias miserias humanas, desde la ínfima pequeñez de un caminante, al que sólo ha de moverle el amor y el deseo de amar. Con razón se dice, se comenta y hasta se infunde en todas las artes y ciencias, que hay que querer hasta el extremo de abrazarnos en vida.

    Precisamente, es la confianza en nosotros mismos y en los demás, la que nos ayuda a bucear con otros lenguajes más desposeídos, que es lo que en verdad nos hace crecer como humanidad. Por consiguiente, la actitud más adecuada reside en ponernos en acción de servicio, sin esperar nada a cambio por aquí abajo, nada más que reconquistar la cima de la montaña del afecto, que hemos abandonado como unos seres ingratos. Empedrado nuestro propio espíritu celeste, tenemos que intentar vaciarnos de egoísmos. Esto nos demanda claridad en la visión, gratuidad y gratitud en la inspiración, sin grandiosas hazañas, pero con una firmísima esperanza en la mística diaria, como experiencia de luz, cautivados por el desvelo de hacer familia. Desde luego, el mayor cobijo radica en el hogar; nuestras pisadas lo pueden abandonar, pero jamás nuestras palpitaciones. 

    Un ambiente hogareño calma los hechos y los colma de ternura. Todo lo bueno se edifica a través de los vínculos familiares. Sin embargo, y para desgracia de todos, los ambientes naturales o sociales entre los que nos movemos, están altamente polarizados, lo que deteriora la familiaridad en el trato entre análogos, envenenando los diversos diálogos y poniendo en riesgo las voces disidentes. Hoy más que nunca defender el derecho a la libertad de expresión, es un acto de justicia, como herramienta vital de avance en sus metas armónicas, para un desarrollo sostenible y un espíritu democrático inclusivo. Son, sin duda, estas pequeñas grandezas de cada día, las que nos hacen levantar la mirada y no vernos distantes entre sí. Porque estamos en camino, demos un paso hacia adelante siempre. El mejor sueño conjunto está en vivir y en desvivirse por el otro.

    En efecto, las personas que llevan a buen término su actividad, sin aspirar a cosas demasiado mundanas, sino cumpliendo cada aurora con fidelidad los quehaceres místicos, percibirán que la buena dirección no está en el caudal de objetivos mundanos conseguidos, sino en el poema reconstruido, gracias a la inspiración humilde y concreta de cada uno. Somos hijos del verso y al poema hemos de regresar, uniendo latidos en los tiempos más oscuros, ofreciendo alegría en los momentos de dolor más grande, inclusive en la lucha por un orbe más justo y menos desigual, donde todos hemos de hermanarnos. Fortalecer la cohesión social y la solidaridad, prevenir y gestionar las diversas crisis, abordar las amenazas a la seguridad, es tarea colectiva; a pesar de los mil pesares vertidos, o del volcán de asombros y de individualidades sembradas. 

    Bajo esta figura contemplativa, todo se reduce a una comunión de fibras conductoras de quietud; puesto que, aunque la realidad es fea, porque hay mucha mundanidad espiritual y cuantiosa corrupción, la nobleza de los aires poéticos son los que verdaderamente nos trascienden hacia horizontes que nos fraternizan, con su esperanzadora cadena de anhelos. El árbol de la vida, del que todos los seres humanos formamos parte, es la mejor certeza existencial que nos permite encarnar una constancia sincera, a través de una convicción viva y de una clemencia operante. No podemos, pues, desfallecer. Sólo con una auténtica caricia interna, se nos transforma completamente el ánimo. Al fin y al cabo, nada se encubre y todo se descubre con la verdad y en la bondad, que es lo que realmente nos sacia por dentro y por fuera los días, con valentía y valor, conciencia y conversión.

Víctor CORCOBA HERRERO/ Escritor
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Publicado en COLUMNAS
Domingo, 14 Enero 2018 15:18

El mundo ha de enmendarse cada día

Artículo | Algo Más Que Palabras
  
    Desde la diversidad hay que reconstruir el mundo. La tarea no es fácil. Andamos demasiado tensos. Así no se puede conversar para converger posturas. Tampoco es cuestión de desistir por muy problemáticas que sean las situaciones. Se trata de no renunciar al encuentro de nadie y de poner en valor la dignidad, la igualdad y los derechos humanos, sin exclusión alguna. En efecto, algunas culturas son muy cerradas y comprender sus ideas, pensamientos y vivencias, nos puede resultar bastante complicado, pero hay que perder el miedo y tender la mano siempre. Estamos predestinados a entendernos, a formar sociedad trabajando juntos, bajo las verdaderas columnas del respeto y la comprensión, de la verdad y la libertad; lo que nos exige a todos un compromiso de generosidad, fruto del amor hacia nuestros análogos. Llegado a este punto, pienso, que las organizaciones internacionales tienen que ser más eficientes, más enfocadas a la gente y menos burócratas, más transparentes y más humanas. Ellas, indudablemente, han de ser el referente del cambio.

    Dicho lo cual, hemos de reconocer que las influencias actuales son más bien desastrosas ante la pérdida de toda moral. La acción de los poderosos constantemente es interesada, cuando debiera ser de servicio. De ahí lo importante que es reorganizarse socialmente, con renovadas acciones, más éticas y menos especulativas, sin la terrible carga de odio y rencor que mucha humanidad acumula, a causa de tanta injusticia sufrida a pie de obra. Para desgracia nuestra, también  nos acecha una potente tendencia ideológica que nos divide en lugar de unirnos. En ocasiones, olvidamos que las ideologías cierran el corazón a la sensatez, lo confunden todo y lo embadurnan de desconfianza. La consecuencia de esta maldad nos la encontramos en cualquier esquina, sólo hay que mirar y ver, como del fanatismo a la barbarie media un paso y poco más. Es importante, pues, ocuparse y preocuparse conjuntamente los unos de los otros. Sólo así podremos vivir armónicamente y con idénticas posibilidades. Ahora bien, conseguir ese pensamiento libre en el momento presente puede resultarnos dificultoso, pero no es imposible, porque aunque el espíritu democrático muchas veces está corrupto y secuestrado, nuestra conciencia al fin  nos delata y nos despierta.

    El mundo que no ha nacido, ni acabará con nosotros, merece organizarse para todos, no únicamente para un sector de moradores privilegiados, los que perennemente suelen llevarse las glorias, mientras los débiles el fracaso. Por eso, es una noticia esperanzadora, que modifica actitudes pasivas de otro tiempo, que el Pacto Mundial para la Migración sea la prioridad de la Asamblea General de Naciones Unidas para 2018. “La gestión de la migración es uno de los factores que, en el momento actual, ponen a prueba con mayor urgencia y repercusión la cooperación internacional,” dice António Guterres en el informe “Conseguir que la migración funcione para todos”.  Por cierto, ese documento es la contribución del Secretario General de la ONU al proceso, ofreciendo su visión para una cooperación internacional constructiva.

En la actualidad, tenemos 258 millones de migrantes en todo el mundo: un 48% más que en el año 2000. El cambio climático, el crecimiento de población y las crisis económicas probablemente harán aumentar estos niveles, con un mayor riesgo de movimientos masivos de personas en situación vulnerable. Ante esta realidad, no sólo hemos de renacer hacia otras atmósferas más humanistas, también tenemos que rehacer ese mundo perdido, esclavizado como jamás, que debe salir a reencontrarse con lo auténtico.

Nos alegra, por ende, que en algunos países, y después de vivir fuertes contiendas, se dispongan a enmendarse como sociedades democráticas inspiradas en la justicia social. Ciertamente, este es el camino para poder hermanarse. De lo contrario, una sociedad que se asienta en bases falsas, difícilmente va a poder sobrevivir en el tiempo. Tal vez sea el momento de experimentar la cercanía entre sentimientos y culturas. Es la mejor manera de crecer como especie pensante. Lo importante es no dejar de auxiliarse. Pensemos que somos parte de un todo, y al igual que un poema es la unión de palabras que uno no pudo imaginar juntarlas, pero que una vez acompasadas y acompañadas forman algo así como un misterio que nos emociona, también nosotros en genuina comunión somos esa mística imperecedera que nos inquieta y fraterniza.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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