Domingo, 07 Noviembre 2021 10:47

Caminar juntos

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

(Si caminar es aprender a convivir, vivir es aprender a amar; y, cuando todo esto se hace de corazón, se fecundan los sueños)

I.- EN COMUNIÓN

Cada camino sobrelleva un trajinar único,
como únicos son también sus moradores,
pero con una idéntica esperanza interna,
la de hacer familia y crear redes de unión,
mediante la alianza que emana del pecho.

El alma, siempre el alma nos conmueve,
nos pone en lúcido movimiento a pensar,
y nos dispone a sentir la luz de la unidad,
que encuentra sus raíces más profundas,
en el donarse amando y en el quererse.

Es el niño al que eternamente volvemos,
quien nos concilia con nosotros mismos,
como es Jesucristo quien nos reconcilia
con el Padre y nos une entre nosotros
bajo el fiel espíritu de bondad y verdad.

II.- EN PARTICIPACIÓN

Si la vida es un inmortal cauce de deseos,
vivir es una llamada a desvivirse por vivir,
a tomar parte de la escucha más profunda
y respetuosa junto a los demás, para crecer
interiormente y decrecer en el aislamiento.

Que nadie se aísle en su insensible pedestal,
que valore los dones que le fueron asignados,
que movilice los pulsos y asimile sus  pausas,
que siembre anhelos y recoja sus espiraciones,
para digerir los momentos y dirigir periodos.

Tomemos energías conjuntas cada mañana,
aseguremos con fijeza y certeza la inclusión
de los que son y están en las orillas del ser,
o de los que se sienten excluidos del gran sol
de justicia, el que reporta salud en los andares.

III.- EN MISIÓN

Uno, que existe para cohabitar y ser mejor,
nunca para concentrarse sólo en uno mismo,
sino para cederse y testificar el puro amor,
ese que todo lo parte y lo comparte y exime,
por exploración ética y cometido estético.

Pongámonos en salvaguardia y de servicio,
orientemos el caminar hacia lo inmaterial,
asentémonos en los más armónicos latidos,
de manera que ya no vivo por aquí abajo,
sino en la inspiración que me trasciende.
 
Todo está en dejarse realzar etéreamente
e internamente por el crisol de lo auténtico,
en regresar a la nívea palabra del silencio,
en sintonizar con la encarnación del verbo,
que es lo que nos hace retroceder al verso.

Víctor Corcoba Herrero
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Publicado en COLUMNAS
Miércoles, 27 Diciembre 2017 14:29

Necesitamos estar al lado de todos

Artículo | Algo Más Que Palabras
  
    Estamos asistiendo a una especie de desnaturalización que nos deja sin verbo ni conjugación. Tanto es así que nada es lo que parece. Los efectos de esta locura son ya bien palpables. Mientras las Naciones Unidas se enfrentan a los desafíos de la seguridad colectiva del mundo, las voces de los más afectados son un continuo batallar que nos dejan en la incertidumbre permanente. A mi juicio, es crucial no sucumbir a la desolación, a pesar de las tensiones y conflictos que entre todos nos hemos generado. Hay que forjar un nuevo espíritu más reconciliador y hospitalario. La llegada creciente de migrantes que huyen de la inseguridad, la escasez y la represión de su país, tiene que movernos a ser más tolerantes y desprendidos, más acogedores en definitiva. Urge, por tanto, crear un clima de opinión pública favorable a la recepción de personas provenientes de otros países. Por si mismo, el ser humano, resplandece cuando es generoso y libre. Sólo tenemos que mirarle a los ojos para descubrirlo.

Indudablemente, una sociedad acogedora impulsa marcos de protección que salvaguarde derechos y condiciones de vida digna. Si importante es la mano tendida siempre, no menos fundamental es combatir tanta falsedad sembrada, como puede ser la labor de esas organizaciones que se aprovechan y lucran con las expectativas de las personas que buscan una vida lejos de la guerra y los peligros, la inseguridad y la pobreza. Ojalá nos dispongamos a ser más auténticos para poder avanzar hacia otros modos de vida más solidaria, también hacia un sistema de movilidad internacional segura y transparente, pues existen factores de riesgo específicos asociados con una vulnerabilidad en aumento de los desplazados frente a la explotación, el abuso y la trata. En consecuencia, debemos hacer todo lo posible, ya no solo para ser receptivos, sino también para atender y amparar, a los que pidan nuestra ayuda. Al fin y al cabo, tenemos que reencontrarnos unos con otros.

Más pronto que tarde necesitamos estar unidos, caminar juntos, ocuparnos y preocuparnos por el prójimo, hasta sentirlo próximo, sólo así podemos estar al lado de la colectividad. Todo ello, es lo natural de una especie pensante como la nuestra, que ha de saber discernir, aunque requiera fatiga y paciencia, pero al fin, merecerá la pena crear un proyecto compartido de sociedad, un fin colectivo mundial, una fraternidad mundializada sincera. Esta el cuestión. Para mí esto es un punto clave, salir al encuentro y no descartar a nadie. Sea como fuere, considero, que tenemos que aprender a suscitar la unidad. Quizás sea bueno pensar que todos dependemos de todos. De ahí, lo necesario que es un cambio de mentalidad, al menos para aumentar el diálogo con las diversas culturas y religiones. Desde luego, con nuestro marcado egoísmo actual y con el uso irresponsable de las redes sociales, más que una unión se viene generando una fuerte división  entre todos como jamás. Seguramente, cada cual consigo mismo, deberá humanizarse antes en primera persona. A mi manera de ver, este ha de ser el camino a seguir, lo que conlleva la misión a: entenderse y comprenderse.

Sucede a veces que se discute porque no se alcanza a percibir la diversidad, llegando incluso a molestarnos su presencia. Únicamente la buena disposición permite penetrar en el corazón, favoreciendo su visión coherente. Sin duda, nos faltan mediadores que nos hagan pensar sobre tantas miradas heridas, sobre tantas vidas destruidas por nuestro rencor. Ya lo decía, en su tiempo, el inolvidable médico español, Santiago Ramón y Cajal (1852-1934), “nos desdeñamos u odiamos porque no nos comprendemos, porque no nos tomamos el trabajo de estudiarnos”. Personalmente, estoy convencido de que si supiéramos mirarnos más hacia dentro de cada uno de nosotros, aprenderíamos a hallar una razón convincente, sobre todo para reafirmarnos de que todos somos hermanos, y que ninguna guerra es justa ni tiene sentido. Nuestra gran asignatura pendiente como linaje es precisamente ésta, la falta de tiempo para la construcción de un mundo cada vez más acogedor y humano. Nunca es tarde para repensarlo. Puede ser un buen propósito para este año 2018, pues han de ser los nobles ideales aquellos que han de movernos a practicar por siempre lenguajes constructivos, que son los que verdaderamente nos embellecen.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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