Columna | P u l s o    P o l i t i c o

      En una entrevista que el diario capitalino El Universal publicó ayer, el dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, afirmó: “Creo que el tiempo de los candados ya pasó, pero se requiere tener múltiples mecanismos para definir aspirantes a cargos de elección popular”

       Los candados fueron puestos por acuerdo de los delegados de toda la república, en una asamblea nacional del PRI, que se llevó a cabo en los tiempos en que gobernaba al país, Ernesto Zedillo y la razón por la que se establecieron, fue que los priistas ya estaban hasta el copete, de todos los errores en política, en economía y en política social, que habían cometido los presidentes de Echeverría hasta Zedillo, coincidiendo en que ninguno de los presidentes incluyendo a los que antecedieron a Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, había tenido oficio político.

       Echeverría hizo carrera burocrática y López Portillo, también aunque su designación fue hecha por la amistad que tenía con el propio Echeverría desde la secundaria.

        Miguel de la Madrid, fue impuesto por el grupo Salinas, como preámbulo para la llegada del grupo tecnocrático harvariano que encabezaba el propio Salinas de Gortari.

        Tanto los presidentes como la mayor parte de sus más cercanos colaboradores, tenían doctorados obtenidos en las más prestigiadas universidades gringas, pero ninguno tenía lo que se llama “oficio político”, ninguno había ocupado un cargo de elección popular o   algún cargo partidista.

         Tenían doctorados en economía, administración y otras materias, pero no conocían la realidad del país y hubieran sido reprobados en historia patria por algún alumno de secundaria o preparatoria.

         Sus gobiernos lo único que buscaron, fue “modernizar a México” que para ellos significaba mandar al bote de la basura la Revolución Mexicana, borrar del discurso oficial toda referencia a los héroes patrios e insertarnos como proveedores de materias primas y mano de obra barata, a los Estados Unidos.

         Entre los priistas de esa época, había todavía gente con conciencia patriótica, con conocimiento de nuestro desarrollo histórico y se alarmaron cuando en los libros de texto gratuito, no apareció el pasaje relativo a la invasión estadounidense de mediados del siglo XIX a nuestro país, ni el de los Niños Héroes.

        El Ejército al darse cuenta de esto, se hizo presente en Los Pinos para hablar con el Presidente y reclamarle ese inexplicable “olvido” y la edición de esos textos que ya estaban a punto de entregarse, se retiro y fue sustituida inmediatamente por otra.

        Eso y otros, fueron los antecedentes del acuerdo de poner candados para que no cualquier hijo de vecino, solo por el hecho de haber obtenido un doctorado en Harvard o en cualquier otra universidad gringa, pudiera ser presidente del país.

          Si se tiene en cuenta esto, se podría decir a don Enrique Ochoa Reza, que los tiempos de “candados” siguen vigentes, que un partido político que ha gobernado al país durante casi un siglo en forma total, no puede descuidar algo tan importante como establecer reglas claras para ocupar puestos de mando en la nación, en los estados y en los municipios.

         El desprestigio de los partidos y de los políticos en México, se inició con la pérdida de sus respectivas ideologías. Con la tecnocracia salinista, todo se hizo girar en torno a la economía, a los números rojos y a los números negros y curiosamente, los gobiernos que tuvimos después de la época del nacionalismo revolucionario y de la economía mixta, nos dejó en puros números rojos, al grado de poner al país al borde de la quiebra, habiendo tenido que aceptar todas las condiciones que se nos impusieron para salir del hoyo y quedarnos como país dependiente alimentario, proveedor de materias primas, entre ellas minerales cuyas concesiones otorgó Felipe Calderón como si fueran volantes, y mano de obra barata.

        Se presume mucho de nuestras exportaciones automovilísticas, pero no se dice que ninguna de esas empresas es mexicana. Se habla de las multimillonarias ganancias de  los bancos y se oculta, que casi todos están en manos de extranjeros. Se festeja que exportemos aguacate y jitomate y otras verduras, frutas y hortalizas, pero se oculta que seamos importadores de maíz, de frijol, de arroz, de trigo, de leche, de lácteos en general, en fin, que somos un país altamente dependiente, que además exportamos seres humanos como indocumentados a los Estados Unidos y que ya nos los están regresando y de muy mala manera.

        Los candados políticos que existen en el PRI, fueron y siguen siendo necesarios para salvaguardar nuestra soberanía y para garantizar el ejercicio patriótico del gobierno, para resolver nuestros graves problemas y alcanzar la verdadera democracia y la justicia social que se nos ha ofrecido desde hace más de un siglo.

        De todos modos, los “candados” serán quitados en la asamblea nacional priista que se inicia el próximo 12 de este mes. Ningún priista será capaz de oponerse a los acordado por el alto mando.

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