Columna | P U L S O    P O L I T I C O
    
           Como si se hubieran puesto de acuerdo, las dirigencias de todos los partidos políticos designaron como candidatos a plurinominales, a personas que no tienen la simpatía de los militantes de a pié.

           Eso se explica porque generalmente esas posiciones se dan a los amigos, a quienes están cerca de  quienes mandan y a quienes tienen algún mérito político aunque no sea conocido.

            El arribo de militantes de los diferentes partidos políticos a agrupaciones que no eran las suyas y obtienen una posición de esas, son los que concitan el mayor descontento de los militantes tradicionales, que consideran que su designación es una injusticia hacia ellos.

              Y en este 2018, como nunca antes había ocurrido, han sido miles de priístas, panistas, perredistas, etc., los que han cambiado de partido una vez que se dieron cuenta que en su partido de origen, no tenían ninguna oportunidad de lograr alguna posición en este proceso.

              La tan cacareada “carrera política” que dicen tener todos los que aspiran a una posición de elección popular, es una utopía que cada aspirante se inventa.

            Sí hay gentes con carrera dentro de su partido, y también es cierto que esa carrera casi nunca la tienen en cuenta las dirigencias partidista para sacar a sus candidatos. No ha sido costumbre.

            La costumbre dentro del PRI, partido al que todos los opositores consciente o incoscientemente pretenden imitar, ha sido la de colocar a gente de confianza, amigos, compadres, familiares, en candidaturas a puestos de elección popular y las que se prestan mejor para ello, son las plurinominales que le permiten llegar a la posición en disputa, sin mayores contratiempos, es más, sin hacer campaña. Basta que estén colocados en la posición adecuada, para que el acceso a una senaduría, diputación federal o local, regiduría, para que lleguen.

            Ese asunto de las candidaturas plurinominales, es algo que deben revisar los legisladores y tomar las medidas necesarias, para que no sean fuente de conflicto al interior de los partidos.

            Ayer se registró oficialmente ante las autoridades electorales como candidato del PRI a la gubernatura, el doctor Enrique Doger Guerrero.

             El candidato priísta, fue rector de la BUAP, presidente municipal de Puebla y diputado local y federal, también por distritos de Puebla, ha tenido posiciones dentro de los órganos directivos de su partido y antes de ser designado candidato a gobernador, fue delegado del IMSS en esta capital.

            Sin duda es un buen candidato por su trayectoria, por su trabajo en diferentes puestos de elección popular y al frente de la principal universidad oficial en la entidad.

            En una entrevista publicada en Cambio el viernes pasado, hizo declaraciones que seguramente cimbraron al PAN morenovallista, que no da muestras de ser una fuerza realmente digna de tenerse en cuenta. La lucha será entre Doger y Miguel Barbosa, el candidato de Morena, que fue el líder de la bancada perredista en el Senado y que logró convencer a la mayoría de los senadores del PRD, de pasarse a las filas de Morena, donde ven en López Obrador, el candidato presidencial de ese partido, como el candidato más viable de la izquierda mexicana.

             Paola Migoya, será la candidata del Partido Verde, a la presidencia municipal de Puebla. Al principio aspiró a ser la abanderada de Morena, pero ese partido no la tomó en cuenta.

            El dirigente del Verde en el Estado, Juan Pablo Kuri, ya hizo el anuncio oficial y en breve será registrada ante las autoridades electorales.

            La candidata afirmó, que no es incongruencia el hecho de haber aspirado a ser postulada por Morena. Lo que pasa, señaló, es que Morena solo simuló estar interesado en hacerla su candidata, pero nada serio.

            Morena también coqueteó con el ex rector de la UDLAP, Enrique Cárdenas Sánchez, para lanzarlo como su candidato y a la mera hora lo abandonó y el doctor Cárdenas tuvo que lanzarse como candidato independiente.

           Parece que ha sido precisamente Morena, el partido que tiene al mayor número de descontentos por eso de las candidaturas y es que le han llegado muchos aspirantes de otros partidos que quieren que les reconozcan los supuestos méritos que tienen en las organizaciones políticas, de las que han emigrado.

           Se sabe de los problemas que Morena tiene en la ciudad de Puebla, pero en los municipios, también hay descontento y hasta salida de muchos militantes recién llegados.

            El PAN poblano sigue dividido en dos grandes grupos: el tradicional, al que algunos llaman “Yunque” y el reciente, denominado “morenovallista”. La fuerza del morenovallismo dentro del panismo local, ha bajado, como es lógico, pues esa fuerza se la daba el gobernador Rafael Moreno Valle y aun cuando la candidatura para la gubernatura del estado es de esposa, la señora Erika Alonso, no solo no es lo mismo, sino que en muchos casos resulta hasta contraproducente.

              La figura de Rafael Moreno Valle, gobernador del estado, sufrió un fuerte desgaste durante los seis años de su gobierno y ahora confronta un desprestigio superior al que el propio gobierno estatal anterior al actual, trató de endilgarle a su antecesor, Mario Marín Torres.

              Por cierto, Enrique Doger, el candidato priísta, ha estado aprovechando bien esa circunstancia, para dar golpes certeros al panismo moreovallista.

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