Columna | P U L S O    P O L I T I C O

               Los siete miembros del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Sala Superior, anularon el proceso de elección de la nueva dirigencia nacional, por estar basada en un padrón no confiable, pues no ha sido objeto de depuración y actualización.

              Ese padrón resultaba selectivo, al solo incluir a las personas afiliadas al partido en el poder, antes del 20 de noviembre del 2017.

              El mismo Tribunal decretó, que se dan 90 días de plazo para llevar a cabo un nuevo proceso de acuerdo a nueva convocatoria, con padrón confiable en el que sean incluidos los militantes que se adhirieron después de la fecha antes mencionada, lo cual permitirá competir por la presidencia del comité nacional a Mario Delgado y Yeidckol Polevnsky, que no están registrados en el actual padrón.

            Lo anterior derrumba las ilusiones de Martha Luján y Gabriel García Hernández, de adueñarse de Morena, partido del que ya se consideraban propietarios,

            El grupo de Lujan y García Hernández, ha creado tantos problemas en el proceso interno de elección de dirigencias nacional y locales, que hay quienes piensan que son infiltrados de los opositores a la Cuarta Transformación, para boicotearla desde adentro.

            La Sala Superior del TEPJF, por unanimidad acabó de un plumazo con esas intenciones y convocó a los morenistas, a retrazar durante 90 días la elección con un padrón depurado y empleando el sistema que determinen para ello, que podría ser el de la encuesta o elección mediante voto abierto o secreto.

           Que bueno que se actuó de esa manera, pues el Presidente López Obrador requiere del apoyo decidido de su partido para continuar con lo que está haciendo. Como han estado las cosas, tal parecía que desde dentro había un boicot contra la 4-T.

          Por sus pleitos internos, los morenistas dejan que los adversarios del presidente lo golpeen constantemente. Ellos no han sido apoyo para nada, ni siquiera para explicar las acciones presidenciales y menos para rebatir lo ataques que se implementan contra el mandatario al que parece que lo dejan solo.

         Quienes han sacado la cara en muchas ocasiones han sido muchos de los que no están incluidos en el padrón, porque se inscribieron después de noviembre del 2017. Entre ellos están, ya lo dijimos la Polevnsky, Mario Delgado, Alejandro Armenta, de Puebla y muchísimos más.

          La irregularidad con las que el gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas otorgó 29 nuevas notarías en la entidad; la detención del ex precandidato priísta a la gubernatura del Estado, Carlos Lastiri Quirós, el suicidio del licenciado Mauricio García León, el reconocimiento por parte del comité nacional de PAN, del triunfo Jesús Zaldívar, como dirigente municipal de ese partido, pese a la inconformidad expresada por un amplio grupo de panistas que apoyaron a Eduardo Alcántara Montiel; la denuncia contra Jorge Aguilar Chedraui, panista morenovallista, por el desvío de 10 millones de pesos del Congreso durante el tiempo que fue líder de la Cámara de Diputados y el anuncio del desglosamiento de la megadeuda de 44 mil millones de pesos, dejada por el gobernador RMVR, anunciada por el gobernador Miguel Barbosa. Todo eso y más, nos hablan de una nueva época.

             Son situaciones que no se habían vivido antes; son acciones de gobierno desconocidas para nosotros y que nos tienen sorprendidos.

             Muchos hablan de que si no se hubiera reconocido el triunfo de López Obrador, estaríamos peor que Chile, peor que Ecuador, peor que Argentina o Brasil. Tal vez tendríamos una revolución armada, que de hecho ya tenemos aunque sin carga ideológica. Pero hay armas en el país, para eso y para más, gracias a los Estados Unidos que siempre les ha gustado que los mexicanos nos matemos entre sí.