Columna | P U L S O   P O L I T I C O

           Tuvimos una plática con otro grupo de priístas que al igual que los del primer grupo, que ya comentamos en este espacio, se pronunciaron por una reestructuración de su partido a nivel nacional y local o de lo contrario desaparecerá del escenario político, dijeron.

           La situación que el Revolucionario Institucional enfrenta en Puebla, es realmente dramática: perdió el 60 por ciento de la votación que alcanzó en el 2018 y perdió el 50 por ciento de los ayuntamientos que todavía gobernará hasta el mes de octubre próximo.

          Con eso de la alianza con el PAN, quedó en desventaja a nivel nacional y local. Aun cuando el partido Acción Nacional, que siempre ha sido el representante de la derecha mexicana, será quien imponga su criterio dentro del la Cámara de Diputados federal, pues en ese tipo de alianzas se impone el más fuerte, y ese será el PAN, pues aun cuando es un partido con muy mediana estructura y que en algunos estados, sobre todo del sur del país, prácticamente no existe, tiene elevada votación en entidades del centro y algunas del norte, como Chihuahua, Baja California, Jalisco, Guanajuato, Querétaro, y algunas otras. Nunca ha sido un partido nacional, pero durante la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, éste le inyectó dinero para fortalecerlo y prácticamente le dio presencia nacional, pues tenía un compromiso con los Estados Unidos para que se firmara el Tratado de Libre Comercio, que México fuera un país democrático al estilo gringo, con dos partidos que se alternaran el poder. Allá son los demócratas y republicanos y aquí serían el PRI y el PAN.

           No contaban con la izquierda que ya era en México una fuerza política digna de tomarse en cuenta, pues a ella pertenecían maestros, estudiantes universitarios y normalistas, catedráticos universitarios y de instituciones de nivel superior y grupos obreros y campesinos progresistas y tuvieron que incluirla, aunque trataron de acotarla, pero no pudieron.

          Los gobiernos neoliberales desde el principio dieron muestras de corrupción, de desconocimiento de la realidad mexicana y de actuar a espaldas del pueblo y eso provocó un elevado índice de descontento social que se manifestaba en las urnas, pero todavía eran los tiempos de los fraudes electorales, hasta que llegó el 2018 y fue tan elevada la votación del rechazo al gobierno en funciones, que no se pudo implementar el fraude.

         NUESTROS AMIGOS PRIISTAS, NOS DICEN que en las elecciones del pasado 6 de junio, hubo pobreza mental de los dirigentes y pobreza económica.

         Aquí en Puebla se tuvo que reducir el número de representantes, porque la dirigencia dijo que no había dinero para pagar los 500 pesos ofrecidos a quienes a nombre del PRI, vigilarían esas casillas.

         Es más, a quienes fueron coordinadores distritales y regionales, que recibirían un poco más de recompensa, no se les ha pagado y los traen a la vuelta y vuelta.

        Se sabe, nos dijeron, que el comité nacional envió recursos, pero la dirigencia estatal no los bajó.

        “En estos tiempos de pandemia y de crisis económica, todos andamos necesitados de algún ingreso extra, aunque sea de 500 o mil pesos, además de que con eso los compañeros pagarían los gastos que forzosamente tenían que hace, como el pagar su transporte, el consumir algún alimento, etc.

        “Los dirigentes estatales y municipales, son muchos jóvenes sin convicción política alguna, sin entrenamiento político-electoral, sin nada de nada, para estar ahí. La consecuencia fue la comisión de numerosos errores, declaraciones sin sustento, ofrecimientos absurdos, y muchas cosas más. Hubo una reunión del comité directivo estatal y de varios comités municipales antes del proceso electoral en el hotel Lastra que presidió Néstor Camarillo, el dirigente estatal y próximo diputado plurinominal y no sacamos en claro absolutamente nada”.

        Enojo, desilusión, impotencia, es lo que observamos en el grupo de priístas con quienes platicamos.

        EN TODO ESTO DE LA POLÍTICA, HAY COSAS NEGATIVAS, pero también hay algunas positivas. Una de estas últimas, es la entrevista que el gobernador Miguel Barbosa Huerta, tuvo con la dirigente estatal del PAN, se quiera o no, la segunda fuerza política del estado y del país.

        Los panistas han sido sobre todo en los últimos años, soberbios, engreídos y negados para el diálogo con sus adversarios y con los medios de comunicación. Doña Genoveva, la dirigente estatal de Acción Nacional, ha sido especialmente difícil hasta para los mismos panistas, pues ella pertenece a la corriente formada por el ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas y como se sabe, se le guisa aparte.

       En este diálogo, hay que reconocerlo, el mérito ha sido del gobernador, que la invitó a trabajar unidos para el bien de Puebla, a buscar entendimientos sobre los diversos problemas y sus probables soluciones y a ver por el bien de todos, encima de cualquier interés personal o de grupo. La panista aceptó y ojalá cumpla con su ofrecimiento de colaboración en todo lo que sea para beneficio de todos.

       En gobiernos priístas, algunas veces se dieron encuentros entre autoridades y dirigentes del PAN, pero fueron encuentros en lo oscurito y sin trascendencia. Ahora todo fue abierto y el gobernador informó sin tapujos, los resultados de esa plática, es decir, hay intentos de civilizar las relaciones políticas. Las guerras sucias iniciadas por Vicente Fox, como candidato a la presidencia del PAN, dieron inicio a esa odiosa práctica en la política de nuestro país y se logró degradar una noble actividad, como es la política y desprestigiar a las personas que se dedican a esa actividad.

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