A raíz de la noticia dada a conocer por The New Yokr Times el pasado 7 de marzo en el sentido de que las Fuerzas Armadas de México espiaron a un defensor de Derechos Humanos de la Ciudad de México Raymundo Ramos y a periodistas que investigaban denuncias de que soldados habían acribillado a personas inocentes, según consta en documentos, lo que brida pruebas claras del uso ilegal de herramientas de vigilancia contra civiles por parte del ejército, a través de un programa espía sofisticado
 
Se ha desatado toda una polémica en dos sentidos: una en contra del espionaje realizado por las fuerzas castrenses, lo que había sido duramente criticado por el Presidente López Obrador por su uso en las administraciones de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, calificando dicha medida como “inmoral” e “ilegal” y la segunda postura que planteó en su conferencia mañanera del jueves al afirmar que son “labores de inteligencia” y que se justifican por tratarse de la seguridad nacional, soslayando el riesgo que corremos todos los ciudadanos de este país, cuando elementos de las fuerzas militares tienen toda nuestra información y en determinado momento pueden actuar en forma impune, violando derechos humanos sin que exista orden de una autoridad judicial que lo justifique.
   
Pero el análisis debe ir más a fondo, ya que podemos estar de acuerdo o no, pero los servicios de inteligencia son un mal necesario, incluso en aquellos Estados constitucionales y democráticos, no obstante, su fundamentación e institucionalización no está exenta de problemas, pues evidentemente, los servicios de inteligencia han estado tradicionalmente unidos a un fuerte aparato estatal y al desarrollo de su actividad en secreto. Algunas posturas sostienen que, los servicios de inteligencia de cada país son fundamentales para la defensa del Estado.

Ahora bien, los servicios de Inteligencia o espionaje de carácter civil, tan existido desde hace siglos. Otros aparecieron en el contexto de la Segunda Guerra Mundial cuando fueron utilizados tanto para espiar las actividades del enemigo como para velar por la Seguridad nacional, así pues, cualquier país, incluyendo El Vaticano cuenta con sus aparatos o entidades de inteligencia que si bien, son de utilidad para saber qué hace el país vecino, también son utilizados para saber que pasa al interior con su población.

Y para muestra, varios botones.

Por ejemplo, tenemos que en Estados Unidos se encuentran tanto la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), cuyo origen data desde 1947, y es la principal agencia de Inteligencia exterior del gobierno de Estados Unidos. En tanto, la Oficina Federal de Investigación (FBI), creada en 1908, tiene como misión principal la de investigación criminal y la lucha contra el terrorismo, pero también se encarga de la contrainteligencia: prevenir el espionaje y la inteligencia de otros países.

En Europa, la agencia catalogada como la más importante es la de Reino Unido, Las MI son las siglas de Military Intelligence, y el número que sigue a ese MI indica la sección o el departamento. que, desde principios del Siglo XX comenzó sus operaciones como un servicio de inteligencia y actualmente existen el MI5 tiene como objetivo los asuntos internos, el MI6 se encarga de las amenazas externas.

Aunado a lo anterior, también está la Santa Alianza, que es uno de los servicios secretos más poderosos y, a la vez, más herméticos que existen en todo el mundo. Es, además, el más antiguo. Fue creado en 1566 por el papa Pío V para hacer frente al protestantismo. Esta organización, desde que surgió, está envuelta en un gran misterio porque el Vaticano nunca ha reconocido su existencia. Sin embargo, agentes de otros servicios de inteligencia han resaltado el poder que tiene y la gran información que maneja, que no es a través de dispositivos de espionaje masivo, sino que se mueve a través de la información de sus agentes. Alrededor de 300 minutantes, como se denominan, repartidos por el mundo, mandan información al Vaticano desde donde estén.

Y ya que hablamos de la Iglesia Católica, no podemos dejar de lado a Israel, país que cuenta con el Instituto Central de Inteligencia y Operaciones Especiales (Mossad), en su totalidad. Éste se ocupa de la recopilación de información extranjera y el análisis de Inteligencia.

A su vez, resulta imposible eludir al Servicio Federal de Seguridad (FSB, por sus siglas en ruso), es la principal agencia de Inteligencia rusa de Seguridad interna. Fue creada en 1994 como uno de los organismos sucesores del KGB soviético y es el mayor servicio de seguridad de Europa, extremadamente eficaz en materia de contrainteligencia.

Asimismo, China, que representa junto con Rusia y Estados Unidos los tres países más poderosos del mundo, cuenta con el Ministerio de Seguridad del Estado (MSS), que según se reporta como una de las agencias de Inteligencias más secretas del mundo. A diferencia de la mayoría de las agencias de Inteligencia internacionales, el MSS no obedece al gobierno chino, sino que opera bajo el mandato del Partido Comunista y tiene amplios poderes para llevar a cabo muchos tipos de espionaje tanto a nivel nacional como en el extranjero.

En nuestro país, existe el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) es una agencia de inteligencia al servicio del gobierno; siendo un órgano desconcentrado de la Administración Pública Federal y está adscrito a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

En fin, que, si hiciéramos un recuento de cada agencia de Inteligencia de cada país del mundo, no terminamos porque ningún Estado carece de un aparato que le proporcione servicios de Inteligencia; no obstante, no podemos dejar de mencionar,que en fechas recientes ha salido a la palestra el tema que un grupo de organizaciones civiles denunció el espionaje en México de al menos tres periodistas y activistas defensores de Derechos Humanos a través del software Pegasus entre los años 2019 y 2021, durante el actual Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Las organizaciones civiles R3D (Red en Defensa de los Derechos Digitales), Artículo 19 México y Centroamérica, y SocialTIC, con el apoyo del Citizen Lab de la Universidad de Toronto, señalaron que los espiados son el periodista Ricardo Raphael; un periodista de Animal Político y como lo mencioné el activista Raymundo Ramos. Y de los más relevantes, el caso del activista australiano y fundador de Wikileaks, Julian Assange, detenido en Reino Unido y acusado de 18 delitos en Estados Unidos, entre los que se encuentra el de espionaje. Dicho personaje levantó ámpula en el país vecino pues reveló abusos que su ejército realizo en las guerras de Irak y Afganistán.

Aquí la cuestión es, la molestia de saberse espiado y, la verdad es que es un hecho que todos los días sucede, llámese por la seguridad nacional en la que intervienen temas tan variados como los actos terroristas, por cuestiones de narcotráfico, la inseguridad ciudadana, por las guerras informáticas entre los países, por querer derrotar al adversario electoral, por querer velar por la libertad de prensa, la verdad y los derechos humanos, etc.

Desde el punto de vista de la operatividad de los servicios de inteligencia dos son los momentos en los que pueden presentarse problemas en su actuación: fase de toma de información, sobre todo cuando se hace con acciones intrusivas y encubiertas, que pueden afectar a derechos como la inviolabilidad del domicilio, el secreto de las comunicaciones o el derecho a la intimidad; y fase de almacenamiento, elaboración y transmisión de la información, que puede atentar contra el derecho a la libertad informática y la intimidad. Aquí lo único que puede ampararnos de acciones que puedan considerarse como intrusivas y eso entre comillas, sería nuestro modelo jurídico y los controles de carácter político. No obstante, a mi modo de ver, esto es un asunto en el que el único ganador es el Estado, cualquiera del orbe, porque estos poseen los elementos, herramientas y la voluntad para espiar a propios y extraños.

*Director fundador del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla.

Publicado en COLUMNAS

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