Columna | P u l s o    P o l i t i c o

      Desde la llegada al poder de la tecnocracia mexicana, encabezada por Carlos Salinas de Gortari, la situación laboral de los trabajadores mexicanos, ha venido empeorando cada día más.

      Cuando todavía estaba en el poder Salinas, fue invitado por la CTM a inaugurar una asamblea nacional de dicha central y en el discurso inaugural, el Presidente dijo que los obreros mexicanos habían mejorado su situación, económica, laboral y social, como nunca antes.

      En el acto de clausura, al que no concurrió el Presidente, don Fidel Velázquez, líder de dicha central, afirmó que nunca los trabajadores mexicanos habían estado peor, desde la época cardenista en que surgieron las grandes organizaciones de obreros y campesinos.

      Al terminar el acto, los reporteros rodearon a don Fidel pidiéndole explicaciones del porqué había contradicho al “señor Presidente”, quien dos días antes había afirmado lo contrario.

     Y el viejo lobo del sindicalismo mexicano, afirmó socarronamente: “Yo no soy nadie para desmentir al señor Presidente. Al señor Presidente, lo desmienten los hechos”.

     Y los hechos han sido demoledores. La realidad se ha impuesto a la demagogia oficial, que sigue hablando de la “inigualable Ley Federal del Trabajo” mexicana, mientras los obreros, los empleados de los gobiernos federal y locales y los maestros, salen a las calles para protestar por las violaciones a la mencionada Ley; por los salarios de hambre que se les pagan (México tiene los salarios mínimos más bajos de América Latina y de los países que conforman la OCDE) y de las constantes violaciones a sus más elementales derechos humanos y laborales.

       ¿Desde cuándo el gobierno de Puebla empezó a firmar convenios de trabajo con sus empleados cada mes, para evitar que crearan derechos? ¿Desde cuándo empezó a despedir a trabajadores y empleados sin pagarles un solo peso por despido injustificado, pese al tiempo que llevaban trabajando? ¿Quién o quiénes defendieron a esos trabajadores despedidos, que ni siquiera fueron evaluados, aunque sí sustituidos por otros “con quienes se tenía algún compromiso político?

       Si el propio gobierno, si la entidad encargada de velar por los intereses de los trabajadores y de todos los ciudadanos, daba un trato de patrón de principios del siglo XX a sus empleados, ¿qué se podía esperar de los llamados empresarios a quien el líder panista muerto en un sospechoso accidente de tránsito, José Angel Conchello, llamaba “patronería nacional”?

        En un magnífico estudio de este problema denominado “Reforma Silenciosa a la Ley Federal del Trabajo”, del doctor en derecho Jacinto García Flores, catedrático de la BUAP y de otras instituciones de educación superior, el prólogo de dicho libro, debido a la pluma del especialista en Derecho Laboral, Jorge Jiménez Alonso, consigna: “Las reflexiones de este libro, son en su mayoría procedimientos y conductas, que a falta de una reforma legal a la Ley Federal del Trabajo, se han venido produciendo en la vida diaria de las empresas, como usos y prácticas empresariales, que han determinado un cambio de conducta en materia laboral, que de ninguna manera está adecuada a los ordenamientos legales. Con el pretexto de la tan traída y llevada productividad y de la nueva reina de la economía llamada competitividad, no tan solo las empresas, sino el propio gobierno, propician prácticas y métodos, que no solo fracturan los principios fundamentales de nuestra materia, sino que agreden y lesionan lo más elemental del ser humano que es su dignidad”. (El libro fue editado por la BUAP y está a la venta en las librerías universitarias)

      “Zapata vive, la lucha sigue”, y sigue, porque los ideales del caudillo revolucionario del sur, no se han cumplido y ahora los campesinos viven en peores condiciones que antes.

      El domingo pasado, en Ixcamilpa de Guerrero, población del sur de Puebla, a diez kilómetros de la frontera con el estado de Guerrero, se llevó a cabo un acto para recordar el 105 aniversario del primer reparto agrario, que en realidad fue restitución de tierras a campesinos poblanos, a quienes se las habían quitado dos haciendas cercanas, una arrocera y otra panelera.

      Zapata, ya declarado general y jefe del Ejército Libertador del Sur, en Jolalpan, también en el sur de Puebla, estaba aplicando ordenamientos contenidos en el Plan de Ayala, firmado también en territorio poblano, en la población de Axutla.

       Con base en esos ordenamientos se creó el primer Ejido del país, que ahora cuenta con 28 mil 147 hectáreas.

       El acto fue organizado por las autoridades municipales del lugar, auxiliadas por las de otros municipios y coordinadas por el ex diputado y ex dirigente de la Liga de Comunidades Agrarias, Saúl Coronel Aguirre.

       Se leyó en la ceremonia, el acta constitutiva del ejido y la restitución de las tierras a los campesinos. El documento fue firmado por Zapata y varios de los integrantes de su Estado Mayor. Esto fue el 30 de abril del año 1912.

       Asistieron autoridades del vecino estado de Morelos, pues de allá fue Zapata y funcionarios federales como el subsecretario de la SEDATU, Juan Carlos Lastiri Quiroz e invitados especiales, así como dirigentes y ex dirigentes cenecistas.

       Con dos marchas los trabajadores y maestros poblanos recordaron el día del Trabajo. A la marcha de los trabajadores independientes, que partió de la 25 sur y avenida Juárez, rumbo al zócalo, asistieron unas cinco mil personas.

        Protestaban contra el desempleo, los bajos salarios, el encarecimiento de los bienes y servicios de primera necesidad, la inseguridad y la corrupción imperante.

        Los maestros, cerca de mil, que recorrieron la Avenida Reforma y realizaron un mitin en Casa Aguayo, demandaban plazas. Muchos de ellos, decían, ya habían realizado su examen de oposición y todavía no se les había asignado plaza pese a que hay vacantes en el sistema educativo poblano.

       Los habitantes de Jolalpan que realizan un plantón frente a la Cámara de Diputados local, desde hace 63 días, tomaron parte en el desfile de trabajadores independientes ayer, para exigir que les hagan caso, porque ya los tienen ahí sin que ninguna autoridad atienda sus demandas que se concretan a que el presidente municipal de su pueblo sea destituido, por corrupción y que se le haga una auditoría a su administración.

       Entre los que hacen estas exigencias, están varios regidores del ayuntamiento de Jolalpan.

      Allá en el pueblo, en el que hace más de cien años, el general revolucionario Emiliano Zapata, recibió el grado de general y jefe del Ejérito Libertador del Sur, el palacio municipal permanece cerrado y el presidente y algunos de sus regidores, despachan en la casa particular del alcalde.

      El líder del plantón, habló durante un acto público con el gobernador Antonio Gali, explicándole el problema y pidiéndole su intervención. El mandatario ofreció ver el caso esta semana y darle solución, según dijo el campesino. 

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