Columna | P U L S O    P O L I T I C O

            Nadie puede negar que el comportamiento del gobernador Antonio Gali Fayad, durante el proceso electoral pasado, fue discreto y respetuoso. Ningún partido político puede acusarlo de haber intervenido a favor o en contra de algún partido político o candidato. Dejó que los partidos y candidatos, por un lado y que las autoridades electorales, por el otro, realizaran su trabajo.

            Si en alguna ocasión estuvo presente en algún acto de la candidata de la alianza “Con Puebla al frente”, Martha Erika Alonso, fue por ser la abanderada de los partidos que a él lo llevaron al poder, es decir, fue una solidaridad que en todas las entidades que tuvieron elección de gobernador, mostraron los gobernadores por quienes competían por las siglas a las que ellos mismos pertenecían y nada más.

           Cualquier participación indebida del gobernante poblano, a favor o en contra de algún partido o algún candidato o candidata, hubiera sido puesta de inmediato en evidencia por los partidos o candidatos contrarios. Eso no ocurrió.

          Gracias a la conducta impecable que Antonio Gali tuvo durante todo el proceso electoral, las precampañas y las campañas se llevaron a cabo, sin problemas de ningún tipo.

            Las dificultades surgieron ya, en pleno proceso electoral y se debieron a anomalías, dicen, que se registraron durante la realización de las votaciones en algunas zonas del estado.

             Los partidos y candidatos que se sintieron agraviados en el proceso de la elección del primero de julio, tuvieron la oportunidad de presentar sus quejas y protestas ante las autoridades electorales correspondientes.

             Incluso los actos de violencia registrados en esta capital durante el descubrimiento de un “laboratorio electoral” fueron algo en lo que participaron militantes de partidos políticos y simpatizantes de candidatos y autoridades policíacas que intervinieron para mantener el orden.

            Las entrevistas que el gobernador constitucional de Puebla, Gali Fayad, tuvo recientemente con quienes han sido declaradas triunfadoras en los comicios de presidenta municipal y gobernadora de Puebla, han sido en base a lo que la ley establece.

           Hay objeciones de un partido y de un candidato contra el triunfo de la señora Alonso Hidalgo, candidata a la gubernatura, objeciones y quejas que las autoridades electorales ya investigan y mientras las autoridades electorales no tomen una decisión al respecto, la señora seguirá siendo la ganadora, como ya fue expresado por el Instituto Estatal Electoral.

           La presidenta municipal electa de Puebla, Claudia Rivera, de Morena, hizo bien en dialogar con el gobernador sobre los problemas más sentidos por la población del municipio capital del estado. La señora Martha Erika, también tuvo acuerdos para realizar la entrega recepción, en caso de ser ratificada como triunfadora, pues se entiende que si no es así, tendrá que acatar la decisión de las autoridades respectivas.

           El diálogo de quienes están consideradas como triunfadoras de la contienda electoral, con el gobernante, era necesario para continuar con un proceso civilizado de transición. Si las autoridades encuentran razones válidas para anular la elección de gobernador, como se ha dicho, pues ya emitirán su sentencia y procederán de acuerdo con la ley.

             El primero de julio pasado, el país cambió. Tenía un sistema electoral partidista. Diez partidos políticos se disputaban el poder en cada elección, aunque en realidad solo eran tres fuerzas políticas las participantes, pues la mayor parte de los partidos entraban en alianzas o coaliciones para enfrentar al siempre terrible e invensible PRI.

               El porcentaje de votantes era casi siempre muy bajo, pero en esta ocasión se elevó terriblemente y Oh sorpresa, puso al descubierto la enorme debilidad de ese sistema que se derrumbó en forma estrepitosa.

                Bastó que saliera a votar más del 60 por ciento de los empadronados, para que saltara la enorme debilidad del PRI, del PAN y del PRD y saltara a la palestra un partido Morena, al que se adhirieron en el transcurso del proceso, militantes de los otros partidos.

                Después del primero de julio, el PRI quedó deshecho; el cristianísimo PAN, está confrontando internamente pleitos nada cristianos, entre sus cúpulas dirigentes para adueñarse de ese partido; el PRD demostró que es una especie en extinción y solo prevalece la revoltura de Morena, a donde han confluido los emigrantes de los demás partidos. Y los partidos chiquitos, están a un paso de que las autoridades electorales, declaren su no existencia, pues no alcanzaron ni el 3 por ciento de la votación que por ley deben tener, para conservar su registro. Simplemente los ciudadanos mexicanos, vivimos engañados durante años, con un sistema electoral partidista inexistente.

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