Columna | P U L S O    P O L I T I C O

          El 15 de septiembre de 1939, hace la friolera de 79 años, nació el Partido Acción Nacional, creado por uno de los intelectuales más brillantes del siglo XX mexicano, Manuel Gómez Morín, ex rector de la UNAM, ex secretario de Hacienda y creador del Banco de México, entre otras cosas.

          Junto con él, hubo personajes destacados de la derecha mexicana, como Efraín González Luna, Rafael Preciado Hernández, Estrada Iturbide, Gómez Mont y otros, que dieron a la nueva institución política, una fuerte carga ideológica conservadora, heredera del conservadurismo mexicano del siglo XIX.

          Durante varias décadas, Acción Nacional se proclamó como un partido que buscaba la auténtica democracia, la defensa de nuestros valores y tradiciones, entre los que figuraba en forma destacada, la participación de la Iglesia Católica, que en el acta de Consumación de la Independencia, redactada por Agustín de Iturbide y firmada por Vicente Guerrero en Iguala, era declarada la religión del nuevo país.

          Fue en 1952, cuando por primera vez, el PAN lanzó candidato a la Presidencia de la República. Fue Efraín González Luna, un abogado católico de Guadalajara, el que disputó la presidencia a Adolfo Ruiz Cortines y al general Miguel Henriquez Guzmán, los principales candidatos surgidos del movimiento revolucionario de 1910. También participó en esa contienda electoral, como aspirante a presidir el Poder Ejecutivo del país, Vicente Lombarto Toledano, otro de los intelectuales más destacados de México, compañero en las aulas universitarias de Gómez Morín y fundador del Partido Popular, de tendencia socialista.

           En cincuenta años de existencia el PAN había avanzado poco. En cada elección, su queja era la misma: “hubo fraude electoral”, pero la realidad es que su ideología no prendía entre el pueblo y sus líderes eran vistos como alejados del grueso de la población. Se decía que el PAN era el partido de los banqueros, pero era junto con el PRI y el PP, de Lombardo, después PPS, los únicos representativos reales de las corrientes de pensamiento político entonces existentes en el país: el liberalismo, el conservadurismo y el socialismo.

            El lento avance panista duró hasta los años ochenta, cuando el presidente José López Portillo, privatizó la banca y enojó a los grupos empresariales, que primero amenazaron con formar un nuevo partido para defender sus intereses, pero al ver las dificultades que el propio gobierno priísta les ponía para lograr su objetivo, decidieron apoderarse del PAN y así ese partido cambió su rumbo. Los empresarios agrupados en diversas organizaciones patronales entraron de lleno a disputarle el poder al PRI. Lanzaron a Manuel J. Clouthier, expresidente de la Comparmex como candidato a la presidencia de la república, teniendo como contrincante priísta a Carlos Salinas de Gortari y como candidato de las izquierdas, a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

           El triunfo fue de Salinas, que quien lo dijera, puso las bases, con sus políticas neoliberales, para el derrumbe del PRI en el 2018.

            Antes de que ocurriera la tragedia priísta, hubo dos pésimos gobiernos panistas: el de Fox y el de Calderón, causantes de la caída de la economía (fueron los años de menos crecimiento en nuestro país y cuando se inició la inseguridad y la violencia) y causantes también, de lo que ahora está viviendo ese partido.

              Acción Nacional, dejó de representar al conservadurismo, a la derecha mexicana y cayó en una indefinición ideológica que ahora quieren recuperar, según afirman los cuatro aspirantes a la dirigencia nacional, uno de ellos, nieto del fundador de ese partido.

            En Puebla, el PAN ganó por primera vez en su historia, la gubernatura del estado, pero no con los panistas, sino con priístas encabezados por un priísta descontento, Rafael Moreno Valle. Esto fue en el 2010.

            Ocho años después, el PAN poblano prácticamente ha sido borrado del mapa político de la entidad. Su lugar lo ocupa el grupo “morenovallista” del que forman parte numerosos ex priístas que ven como sus contrincantes, a los llamados panistas tradicionales, que han quedado relegados, combatiendo al morenovallismo que es el que ocupa los puestos de mando dentro del comité estatal, sin que al comité nacional parezca importarle.

              Llegó el 2018 y las cosas cambiaron: el PRI y el PAN se derrumbaron estrepitosamente y el triunfo fue para Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador, que ganó en la entidad, la presidencia de la república, 14 de los 15 diputados federales; la mayoría de los diputados locales, dejando solo 6 al PAN y 4 al PRI (y eso por los plurinominales) y la mayoría de las presidencias municipales importantes del estado.

             Aunque la candidata del PAN para la gubernatura, señora Martha Erika Alonso, esposa del ex gobernador Moreno Valle, ha recibido su constancia de mayoría, su triunfo ha sido impugnado por Morena y hasta noviembre se conocerá la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que podrá ratificarlo o anular la elección y convocar a nuevos comicios.

              A nivel nacional, Marko Cortés y Héctor Larios, conforman una planilla que los otros tres aspirantes, Ernesto Rufo, José Luis Espinosa y Manuel Gómez Morín del Río, señalan como surgida del Anayismo, la corriente a la que se culpa de los males que ahora sufre ese partido.

             Acusan a la dirigencia nacional, de haber lanzado una convocatoria amañada para favorecer a la planilla de la actual dirigencia al solicitar el diez por ciento de firmas del padrón de militantes, para poder ser considerados como candidatos.

             Lo que pretenden, dicen los aspirantes rebeldes, es el continuismo del grupo de Ricardo Anaya, algo que ya había señalado Moreno Valle, cuando aspiraba a la candidatura y por lo que se unió a Héctor Larios, como candidato a secretario general, para acabar con la antidemocracia interna.

              Inexplicablemente Larios negoció con Cortés, conformaron una planilla en la que el primero sería secretario general y Cortés, presidente y dejarían a Moreno Valle, como coordinador de los senadores.

               En el 2000, el PAN ganó con el 42.5 por ciento de la votación. Dieciocho años después, el PAN obtuvo el 22 por ciento. Feliz 79 aniversario. 

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