Miércoles, 22 Noviembre 2023 07:13

Situaciones que nos desgarran

Artículo | Algo Más Que Palabras

“El mayor peligro que nos acecha es haber perdido la capacidad de amar, y supeditarlo todo al interés mundano; a don dinero, que realmente todo lo vicia y envicia de falsedades, lo que origina, una vida cerrada a toda trascendencia y encerrada a meros intereses individuales”.

    De un tiempo a esta parte, se están viniendo abajo tantos sueños, que todo parece desmoronarse y encenderse en mil conflictos anacrónicos, dejándonos en un verdadero caos. Tanto es así, que estamos más solos y divididos que nunca, acompañados por diversas ideologías, creando nuevas formas endiosadas existenciales, de pérdida del sentido natural y social, bajo una supuesta ración de intereses egoístas. El avance de este globalismo suele favorecer normalmente la ley del más fuerte, haciendo a los pueblos más débiles y pobres, con unas gentes más vulnerables y dependientes. Hoy más que nunca, por consiguiente, necesitamos conquistar otros lenguajes y avivar otras realidades basadas en la capacidad de trabajar unidos para superar las divisiones, favoreciendo la paz y el espíritu fraterno entre semejantes. Sin duda, tenemos que abrirnos a la vida, poner fin a este mundo de desastres, donde los derechos de los niños están en peligro 34 años después de la adopción del tratado para protegerlos. En efecto, unos 400 millones de menores de edad, aproximadamente el 20% de la población mundial infantil, viven en zonas de conflicto o huyen de algunas de ellas, acaba de señalarlo la agencia para la niñez de Naciones Unidas.

    Lo mismo está sucediendo con nuestros mayores, el sistema suele arrinconarlos, impidiéndoles que no puedan vivir este periodo de su vida con alegría y serenidad. Además, con creciente matraca se llega incluso a proponer la eutanasia como recurso para resolver ciertas situaciones difíciles. Por otra parte, las continuas violaciones de derechos humanos en todos los países, suelen dificultar el acercamiento, hasta el extremo que el nivel de sufrimiento de muchas gentes es inimaginable, fruto de contiendas inútiles y de inseguridades manifiestas. La cuestión es grave, muy grave, gravísima. Necesitamos líderes auténticos, con capacidad de entrega y generosidad, que no manipulen las diversas atmósferas, sobre todo hacia la actitud de cuestionamiento y confrontación. A todos nos afecta todo. Intentemos, pues, activar los sueños de corazón a corazón. Dejémonos proyectar por un orbe más unido y fuerte, con unos moradores sensibles a los diferentes agentes que conforman la sociedad, lo que conlleva tomar un rumbo común y acoger la apertura universal hacia los grandes ideales que forjan la existencia mística de lo auténtico, bondadoso y equitativo.

    Realmente nos destroza la pasividad de unos hacia otros, la falta de implicación y un relato más verdadero. Caminar indiferentes ante el dolor ajeno y haber perdido el deseo de un mundo más conciliador, nos deja sin percepción. Realmente cuesta asimilar esas imágenes, que nos muestran una multitud de personas moviéndose a través de un entorno de destrucción, con escenas desgarradoras de familias enteras cargando sus pertenencias a pie y en condiciones inimaginables. En cualquier momento, toda la población del mundo está expuesta a los bombardeos. Para desgracia de todos, no hemos pasado página de estas crueldades que nos amortajan el propio espíritu humano. Tenemos que interpelarnos; cada cual, desde su rincón viviente, destronar fronteras inútiles y frentes nocivos, para reponer esperanza y poner en gestación un mundo abierto. El mayor peligro que nos acecha es haber perdido la capacidad de amar, y supeditarlo todo al interés mundano; a don dinero, que realmente todo lo vicia y envicia de falsedades, lo que origina, una vida cerrada a toda trascendencia y encerrada a meros intereses individuales, volviéndonos gentes sin alma, siempre en estado provocativo y con la retórica incendiaria.

    El desarrollo económico no sirve de nada, si antes no practicamos la conjugación del amor, en todos los tiempos y para todas las edades. Tenemos que poner en valor otras valías más donantes, porque la concordia únicamente llega desde un cultivo cooperante de entrega incondicional, plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana. Insisto, una vez más, en la necesidad de sentirse hogar. Únicamente, de este modo, podremos entrar en sanación. Por ello, hace falta que la política se torne más poética. Sin duda, se requieren verdaderos poetas que sepan reconstruir, equilibrar y reorientar la globalización para evitar sus consecuencias separadores. Ciertamente, tenemos mucho que reparar. El relativismo no es la solución, hay que acostumbrarse a desenmascarar situaciones y a llamar a las cosas por su nombre. En efecto, la verdad y el consenso nos harán repensar las diversas situaciones vividas, y replantearnos el gusto de reconocer a nuestro semejante, aunque tenga visiones distintas a las nuestras. Desde luego, la efectiva superación llega de la mano de la cultura del diálogo como abecedario y de la colaboración entre sí como método. Pongámoslo en práctica, ¡abramos coloquio!

Víctor CORCOBA HERRERO/ Escritor
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Publicado en COLUMNAS
Miércoles, 06 Febrero 2019 14:18

Degradación y decadencia

Artículo | Algo Más Que Palabras

“El fracaso de esta generación parte de esa mentalidad que todo lo separa, divide, excluye y adoctrina a las órdenes del poderoso caballero don dinero; en lugar de priorizarse con el amor, que jamás desea ser poseído”.
 
    Los seres humanos entre sí, y junto a los demás, hemos decaído tanto culturalmente como moralmente, lo que requiere, con urgencia, asumir compromisos y responsabilidades globales, para trazar nuevas acciones encaminadas a redescubrir en común lo mucho que podemos hacer en familia unos por otros. Por desgracia, el núcleo vital de lo humano y de la sociedad, ya no se forma al calor de ese hogar que infunde pertenencia, ilusión y tolerancia. Hemos enfermado en valores y en valía, y los mandatarios que se dicen protectores de la estirpe, también han olvidado que la efectiva acogida tiene su naciente en la institución familiar; en esa corporación de vínculos emparentados, que es donde en verdad adquirimos la espiritualidad humanística, heredada a través de la ternura del abrazo, de la entrega generosa, de la donación total en suma. Es cierto que siempre ha habido crisis, pero cuando se afronta todo de manera superficial o interesada, es difícil que renazca el diálogo sincero, creando situaciones realmente complejas y problemáticas. A mi juicio, el fracaso de esta generación parte de esa mentalidad que todo lo separa, divide, excluye y adoctrina a las órdenes del poderoso caballero don dinero; en lugar de priorizarse con el amor, que jamás desea ser poseído.

Mal que nos pese, los magnos valores de humanidad se aprenden y reprenden en consanguinidad. Son los grandes agentes transformadores, pues de una mística unión de corazones, o si quieren de una íntima comunidad conyugal de savia y afecto, germinan los abecedarios más armónicos, los sentimientos más puros, la actitud más desprendida, el lenguaje más níveo del alma, donde nadie hace alarde de nada, porque lo importante son las huellas de humildad que dejan aquellos rostros que saben disculparlo todo. Después de ese amor inherente que debe unirnos como caminantes, la experiencia de los siglos prueba que la deshumanización anuncia la decadencia de los linajes. Por eso, es fundamental reavivar el sentido de mundialización y de que los corazones dejen de ser piedras, de hacer uniones más auténticas a través del ejemplo de sus progenitores, pero también de una educación sana adherida a los principios y valores éticos. Que nadie se confunda, estamos llamados a convivir y a respetarnos, a restablecer el raciocinio y a fomentar el sentido de justicia, a despertar a una conciencia menos mercantilista de la existencia humana en definitiva.

Sea como fuere, uno se fraterniza desde el compartir y se degrada desde el endiosamiento dominador del pensamiento materialista. Ahí están los insaciables, los que utilizan las artimañas de la fuerza y del poderío, imponiendo un estilo que nos repele entre humanos, con modos intolerantes que nos degradan y con una clara violación a lo que en realidad somos, un soplo de energía y poco más. De igual modo, debido a una sobreexplotación, sin miramiento alguno; nuestro propio planeta, que es también nuestra casa común, corre el riesgo de destruirse. Así, los últimos cuatro años son un claro signo del cambio climático a largo plazo debido a concentraciones récord en la atmósfera de gases de efecto invernadero. “2015, 2016, 2017 y 2018 han sido confirmados como los cuatro años más cálidos registrados”, según informe reciente de la Organización Meteorológica Mundial. Esta es, por tanto, una realidad que debemos afrontar toda la ciudadanía en bloque, sin ninguna exclusión o marginalidad; y ha de ser, además, una de las principales prioridades mundiales.

En consecuencia, es el momento de movilizarnos para renacer y no proseguir en esta degradación y decadencia humana, que nos lleva verdaderamente al caos y a la destrucción. En el nombre de Dios, Al-Azhar al-Sharif -con los musulmanes de Oriente y Occidente-, junto a la Iglesia Católica -con los católicos de Oriente y Occidente-, han firmado, al inicio de este mes de febrero, un histórico documento en el que declaran asumir la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y criterio. Extiéndase el paradigma. Ojalá hagan lo propio otros líderes mundiales. Sin duda, este puede ser un buen camino, para que en nombre de la ciudadanía, en su armónica unidad y como seres pensantes, todos podamos estar más dispuestos a cooperar hacia una cultura de consideración solidaria y bilateral, siendo más comprensivo al menos cada cual consigo mismo y sus semejantes, con vistas a confirmar la importancia de tales valores, como ancla reconstituyente y fuerza humanística para todos.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Publicado en COLUMNAS

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos