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                  En 1939, año de la fundación del Partido Acción Nacional, el fundador de ese partido, don Manuel Gómez Morín, que había sido rector de la UNAM, secretario de Hacienda del gobierno de Alvaro Obregón y creador del Banco de México y quien además era uno de los intelectuales más destacados de México, junto con Vicente Lombardo Toledano, de quien fue condiscípulo y gran amigo, dijo que los partidos políticos, deberían ser escuelas de política y fue precisamente el PAN, quien menos caso hizo de esa recomendación de su fundador y la muestra la tenemos en la actual dirigente estatal de ese partido en Puebla, doña Genoveva Huerta, que si hubiera recibido algún curso de política y economía política impartido por el que ha sido hasta hace poco, el segundo partido más importante del país, sabría que en época de crisis y de una crisis que abarca a todo el mundo, tanto sanitaria como económica, todos los gobiernos están obligados a tomar medidas de austeridad para atender lo más importante, en este caso, el renglón de salud.

 

                Se queja doña Genoveva, del recorte presupuestal que los gobiernos federal y estatal hacen a los ayuntamientos, pues considera que con ello los condena “a no realizar obras para beneficio de la comunidad y provocará un retraso en el desarrollo de nuestros pueblos” y no solo eso, dice que el plan de “Morena” tiende a terminar con la autonomía municipal.

 

                Todos los gobiernos del mundo están en crisis económica y todos han tenido que ajustar sus gastos para atender solo lo indispensable.

 

                 Tenemos conocimiento que en Yucatán, estado con un gobierno estatal panista, ha habido municipios en los que las autoridades han sacrificado programas de obras públicas, como pavimentaciones y otros, para comprar despensas bien surtidas y distribuirlas entre la gente más necesitada y esas despensas son entregadas en las mismas casas de los beneficiados; en el Estado de Guerrero, que tiene que lidiar además del Conavid-19, con un fuerte brote de dengue, los municipios también sacrificando obras que pueden esperar tiempos mejores, han dedicado parte de sus presupuestos a programas de sanitización, a combatir a los moscos trasmisores de la enfermedad, además de atender las recomendaciones de las autoridades sanitarias contra el coronavirus.

 

               Imagínese a Puebla, una entidad al que un gobierno estatal panista dejó con una deuda histórica, la más grande de su historia, de más de 60 mil millones, casi todos invertidos en esta capital, en obras tan importantes y tan necesarias, como una rueda de la fortuna que funciona esporádicamente; un museo internacional del Barroco, que el 90 por ciento o más, de los poblanos ni siquiera conoce, unas ciclopistas por las que nadie pasa y unos arcos de seguridad que nadie sabe que hayan servido para algo que no sea avisar, por su vistosidad desde muchos kilómetros a la distancia, a los delincuentes, que ahí podrían ser detenidos. Hasta ahora, nadie conoce el caso de algún narcotraficante o miembro de las mafias delincuenciales, que haya sido detenido en alguno de esos arcos de “seguridad”. Ahora ya por lo menos son el asiento de un buen número de patrullas y de elementos policíacos para atender emergencias regionales.

 

              Si los partidos fueran, como pidió el fundador del PAN, escuelas de política, no habría esas quejas de dirigentes, sin idea de lo que es una emergencia nacional, una emergencia estatal que obliga a entrar en una etapa de austeridad. Sabrían que en esos casos, es obligación sobre todo de los partidos políticos, unirse a las autoridades para orientar a los ciudadanos sobre la forma de sobrevivir a la crisis y no pretender aprovechar los problemas surgidos de una emergencia global, para pretender el desprestigio de quienes en ese momento gobiernan con fines electoreros. Grave error de doña Genoveva, de quien por cierto no escuchamos ninguna queja cuando gente de su partido o supuestamente de su partido, gobernaba a la entidad.

 

              TODO PARECE INDICAR, QUE LA VISITA de López Obrador a los Estados Unidos, será exitosa. Hubo muchas porras a su favor y otras en contra, pero hasta ahí las cosas. Lo importante será conocer los acuerdos con el presidente más polémico y se dice que antimexicano, de todos los que han gobernado a ese país en los últimos decenios.

 

              En lo personal creemos que todos los presidentes gringos han sido no solo antimexicanos, sino antilatinoamericanos. Lo bueno es que ya no controlan, como lo hacían en los años cincuenta, a los gobiernos de nuestros países, por lo menos, ya les cuesta más trabajo. 

 

Publicado en COLUMNAS
Lunes, 23 Septiembre 2019 20:07

El PAN, en picada vertical

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           El Partido Acción Nacional, tuvo como fundador a don Manuel Gómez Morín, uno de los intelectuales, junto con Vicente Lombardo Toledano, más brillantes del siglo XX.

           Tuvo como militantes y dirigentes a figuras de la derecha mexicana tan notables como Efraín González Luna, Rafael Preciado Hernández, José González Torres, Luis Calderón Vega, Luis H. Alvarez, Bernardo Bátiz, José Angel Conchello, Javier Blanco Sánchez, Estrada Iturbide, y muchos más a lo largo de sus primeros sesenta años de vida.

            Fueron gentes formadas en la ideología derechista, que buscaban hacer de México, un país con gobierno que siguiera los lineamientos de la Iglesia Católica y que en sus escuelas se impartiera como materia obligatoria, la religión.

            Su modelo a seguir, era la Falange Española de Francisco Franco, el general gachupín triunfador de la Guerra Civil de los años treinta, que mandaba matar a quienes fueran sospechosos de ser masones y que era recibido bajo palio, en las ceremonias religiosas de la época.

              Los panistas mexicanos eran congruentes con su ideología y sus principales seguidores eran los exalumnos de las escuelas confesionales y los habitantes del Bajío, la zona de México, que cuando fuimos Nueva España, mejor se adaptó a los usos y costumbres que nos fueron impuestos por quienes entonces dominaban al país.

             Cuando los banqueros mexicanos se revelaron contra el gobierno priísta de José López Portillo, propiciando una fuga de capitales, el gobierno reaccionó nacionalizando la banca y provocó una rebelión de la que hasta la fecha estamos pagando las consecuencias.

             La frase que el entonces presidente pronunció para anunciar la nacionalización bancaria: “ya nos saquearon, pero no nos volverán a saquear”, fue una declaración de guerra. Los banqueros y sus socios de las grandes empresas, de los organismos patronales y de las agrupaciones católicas, se lanzaron a la conquista del poder y pretendieron formar un partido propio para combatir al PRI.

               Cuando se dieron cuenta que eso sería prácticamente imposible, adquirieron al PAN en calidad de franquicia y de la noche a la mañana, el Partido Acción Nacional, quedo en manos del empresariado derechista que sin miramientos corrió a los llamados panistas tradicionales o muchos de ellos renunciaron al PAN, por considerar que los principios panistas habían desaparecido y se refugiaron en agrupaciones políticas que ellos crearon o se pasaron a partidos pequeños para seguir en su labor política.

           El primer candidato presidencial de esta nueva etapa del panismo, fue Manuel J. Clouthier, conocido como “Maquío”, que había sido presidente de la Coparmex, el organismo más poderoso del empresariado mexicano.

            Aquí en Puebla, surgieron figuras como las de Paco Fraile, Ana Teresa Aranda, que empezaron a trabajar para fortalecer al PAN en su nueva fase.

             Su mayor fortaleza política, la adquirieron en las elecciones municipales cuando el candidato opositor al PRI, con el maestro Jorge Murad, como su candidato, lo fue el empresario Ricardo Villa Escalera. La lucha fue fuerte, habiendo triunfado el PRI, lo que provocó una serie de actos de inconformidad de los panistas que duró varias semanas.

             Tuvo algunos triunfos en municipios como Tehuacán, Texmelucan, Teziutlán y otros. También ganó algunas posiciones dentro del Congreso local.

             Pero los triunfos del PAN siempre fueron coyunturales. La gente que votaba por el partido lo hacía por enojo contra algunas autoridades locales priístas o por simpatía con alguno de los candidatos lanzados por los panistas.

              Acción Nacional en Puebla, nunca ha tenido bases bien aleccionadas sobre la historia, los principios, el programa de acción de ese partido, pese a que su fundador, dijo hace ochenta años que los partidos deberían ser “escuelas de política”.

              Hace casi diez años, también en Puebla, cayó en manos de expriístas, que en vez de asimilarse al PAN para hacerlo un partido fuerte, crearon una corriente interna, que dejó de ser priísta, pero no se volvió panista. Y así nos fue.

             Ahora, en sus 80 años de vida, Acción Nacional exhibe su tragedia. En su 27 Asamblea de Consejo Nacional, efectuada en la ciudad de México, la figura más relevante que exhibe el panismo es  Vicente Fox Quezada, el primer presidente panista de la historia, que al igual que su sucesor, Felipe Calderón, están considerados entre los peores presidentes que ha tenido México.

              Y ese ex presidente, que en las elecciones intermedias de su sexenio, hizo perder al PAN, por la decepción que causó entre sus electores, cincuenta escaños en el Congreso federal, quiere embarcar a Acción Nacional y al PRI, al PRD y al que se deje, en una campaña para darle en la madre a la Cuarta Transformación y arrebatarle la mayoría en el Congreso a Morena. Como dice una caricatura de El Universal, “la ve fácil, pues si él le dio en la madre al país, como no podrá hacerlo con Morena.  

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