Columna | P u l s o   P o l i t i c o

    Aquí y en todo el mundo, un gobernante sencillo, que trata con frecuencia al pueblo llano, que no se aísla y que mantiene cordial diálogo con toda la gente, es un gobernante popular, carismático y bien visto.

    A este tipo de políticos han pertenecido la mayor parte de los gobernadores que ha tenido Puebla desde el doctor Alfredo Toxqui a la fecha, con algunas excepciones.

    El actual gobernante poblano, Antonio Gali Fayad es de esos y acaba de ganarse un diez, según comentarios de quienes lo vieron en estos días. Resulta que salió como cualquier hijo de vecino a dar una vuelta por el centro histórico. En el pasaje del Ayuntamiento, a diario se pone un puesto de tacos al que concurre gran cantidad de gente, desde abogados que andan litigando desde temprano y que tienen necesidad de ingerir algún alimento, hasta turistas que prueban los tacos que les han recomendado.

      Pues el ahora gobernador, fue a hacer bola con los clientes que ahí esperaban su turno y él y sus acompañantes esperaron el suyo. Mientras le preparaban su “pedido” se puso a charlar con los que ahí esperaban también, a todos saludó de mano, se echó unos tacos y pagó la cuenta de todos y todos felices de haber comido unos tacos con el gobernador, de haber platicado con él y que además, les haya pagado su cuenta, claro.

     Esta anécdota corrió como reguero de pólvora entre los cafetómanos mañaneros que elogiaban el detalle, celebrando que a “Tony” no se le hubiera subido a la cabeza el poder qué ahora ejerce en la entidad y que sus elogiadores de cabecera, hayan fracasado en sus intentos de separarlo de la realidad para poder manejarlo.

     El sábado se celebró en el mundo, “El Día de la Madre Tierra” y en 600 ciudades del orbe, se llevaron a cabo manifestaciones de rechazo a las políticas de Trump, que pretende negar el cambio climático y hacer abortar los tratados internacionales con los que los pueblos de la tierra, pretenden frenarlo.

     Modestamente en la ciudad de Izúcar de Matamoros, hubo una reunión de más de doscientas personas procedentes de todo el estado, que participaron en un foro contra los llamados “Proyectos de Muerte” y contra la privatización del agua potable.

     Esta reunión fue convocada por organizaciones y grupos no gubernamentales y participaron profesionistas de diversas instituciones de educación superior del estado, así como representantes de algunas iglesias que se sienten comprometidas con las poblaciones que sufren las consecuencias de la contaminación de la tierra y el agua que numerosas industrias provocan.

     Los participantes fueron numerosos y algunos de ellos bien informados. Presentaron argumentos sólidos contra las empresas mineras que no solo arrasan con bosques, sino que contaminan el agua de ríos, pequeños arroyos y lagos y que provocan enfermedades entre la población de los pueblos cercanos y la muerte de gran parte de la fauna regional.

      Hay dos líderes naturales que han venido trabajando en esto desde hace tiempo y que fueron de los que organizaron este foro: Juan de Dios Ramírez Montiel y Gerardo Pérez Muñoz, además de otros.

      Pero ellos han puesto especial empeño en esta lucha, logrando que sobre todo en la sierra norte, haya surgido un movimiento popular contra la contaminación y la privatización del agua.

      A los grupos que trabajan para frenar la descomposición ambiental, se han unido maestros, médicos, abogados, ingenieros, etc., y se ha logrado que la población en general, vaya teniendo consciencia de lo que significa para el futuro de sus hijos, para el futuro del país, el envenenamiento de las tierras y aguas y la privatización de los servicios de agua potable en los pueblos, hechos que solo satisfacen las ambiciones económicas de unos cuantos.

     En los últimos días, como que se ha frenado la intención de los dirigentes partidistas, de “expulsar” a sus militantes que hayan asistido o participado en actos de otras organizaciones o de otros posibles candidatos.

     Los casos más escandalosos han sido los de la posible expulsión de Alejandro Armenta del PRI, por haber asistido a una concentración convocada en la ciudad de México por López Obrador, para firmar un convenio contra la corrupción, sin importar filiación partidista alguna; el anuncio o amenaza de expulsión de 73 militantes panistas, que apoyaron en las elecciones locales pasadas a la ex militante del PAN, Ana Teresa Aranda, que participó como candidata independiente a la gubernatura y la expulsión de Miguel Barbosa Huerta, senador perredista, por haberse pronunciado a favor de López Obrador como candidato de la izquierda a la presidencia de la república.

      En los tres casos, los partidos políticos se han visto bastante mal y sus amenazas de expulsión han sido tomadas como las antiguas excomuniones que hacía la Iglesia Católica, cuando se violaban algunos de sus preceptos. Con el tiempo las excomuniones se hacían con puros fines políticos, igual que ahora hacen los partidos con los militantes que les estorban.

      Un fervoroso fraile católico, Martín Lutero, fue excomulgado por haber criticado los abusos del clero de su tiempo y ahora numerosos países de religión cristiana pero fuera del catolicismo, celebran el 500 aniversario del inicio de la Reforma, que dio lugar al protestantismo.

      Hay que pensar que priistas fueron el propio Andrés Manuel López Obrador, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Camacho Solís, Manuel Bartlett, Rafael Moreno Valle y muchos más y que fuera del PRI se han convertido, para bien o para mal, en figuras destacadas de la política mexicana. Varios de ellos ya lo eran, pero las luchas internas de los priistas y la pérdida de la ideología de ese partido que dio un viro a la derecha, los obligó a abandonar sus filas y a buscar otros rumbos.

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