Columna | P U L S O   P O L I T I C O

            La necesidad de que como dijera el fundador del Partido Acción Nacional, don Manuel Gómez Morín, en 1939, de que los partidos se constituyan en escuelas de política, se ve clara cuando hay campañas para la renovación de poderes federal, estatal o municipales.

              Todo se vuelve, en el medio político, un revoltijo, se pierde la perspectiva de la realidad y llega un momento en el que nadie entiende nada.

              En los tiempos que corren, los partidos políticos han perdido identidad, la identidad que les da la ideología sustentada por cada organización: Una coalición de PRI, PAN, PRD, no solo parece absurda, es totalmente absurda, pues históricamente esos partidos han sido adversarios, con otros nombres; partido liberal y partido conservador, desde los inicios de nuestra vida independiente. El partido de la Revolución Democrática, PRD, tiene sus antecedentes en el Partido Comunista Mexicano, surgido a principios del siglo XX en nuestro país, que ahora se ostenta como representante de la izquierda mexicana.

           Cómo pueden ser aliados tres partidos políticos con principios tan diferentes; con programas y proyectos, tan contradictorios.

           La lucha del PAN en el terreno educativo, siempre fue que la Iglesia Católica la tuviera en sus manos, es decir, que el gobierno nacional, le encargara ese sector, para que los niños y jóvenes, fueran educados en los principios de la religión mayoritaria; el PRI, liberal, es el que sostuvo durante mucho tiempo, que la educación debía ser laica y gratuita. Incluso Con un gobierno priista, el de López Mateos, se inició la entrega de los libros de texto gratuitos, a lo que se opuso el PAN, que junto con grupos de derecha, se opusieron públicamente; ahora, PRI y PAN, en los estados que gobiernan, se opusieron a su distribución en las escuelas y fracasaron rotundamente, porque lo que no entienden los políticos de esos partidos, es que el pueblo mexicano ya no es el pueblo de analfabetos que dejaron los españoles de la colonia o los hacendados del porfiriato. En los años treinta, cuarenta, cincuenta y sesenta, el esfuerzo de los gobiernos priistas de entonces, por lograr que la mayor parte de los mexicanos tuviera al menos educación primaria y secundaria, tuvo éxito y eso hace la diferencia que ellos no quieren ver.

          AHORA, QUIENES DEBEN EDUCAR A SUS militantes para lograr la verdadera democracia en nuestro país, son los partidos políticos. No todos por ser miembros de un partido, pueden o deben aspirar a un puesto público. No todos pueden ser diputados, presidentes municipales o funcionarios públicos, de la nada, como no se puede ser chofer de un camión de carga o de pasajeros, sin previo entrenamiento. No se puede manejar un avión, sin ser piloto; no se puede ser camillero, sin haber aprendido el oficio, y menos maestro, abogado, médico, sin haber cursado esas carreras.

            Entonces porque se puede ser gobernante de un país, un estado o un municipio, sin ser político, sin tener el oficio que se adquiere con tiempo y dedicación, con el aprendizaje diario del oficio y con el conocimiento de los problemas regionales, nacionales o municipales. Sin siquiera tener idea de lo que un gobernante tiene obligación de hacer.

           LA VIDA DIARIA DE UNA COMUNIDAD, DE UNA ciudad, de un pueblo, depende en mucho, de sus autoridades: autoridades sensatas, con metas precisas para brindar seguridad, servicios públicos de agua potable, electricidad y drenaje, servicios de educación en los niveles básicos y de salud, hacen progresar a los pueblos.

           Políticos sin idea de lo que deben hacer, pintan las bancas del zócalo del pueblo, cambian los focos, medio arreglan las calles más importantes, y se la pasan tres años dándose la gran vida a cargo del presupuesto.

              Pero no solo eso; comenten arbitrariedades, abusan de su poder y enojan a los ciudadanos.

              Por eso hay tanto descontento en los municipios y en numerosos estados del país, porque los gobiernan personas sin preparación política, sin idea de lo que pueden y deben hacer.

              También por eso, las campañas políticas se vuelven un relajo en el que imperan los principios de guerra sucia que el PAN importó en el año 2000, cuando la campaña de Vicente Fox y se provocan divisiones internas en los partidos que los van debilitando hasta que terminan como el PRI, el PAN y el PRD, partidos sin fuerza, sin ideología, sin principios y sin proyectos, Morena puede irse por ese camino, si no se decide a constituirse como un auténtico partido: con estructura, con organización, con principios y con programas de acción dentro de la realidad. Ya sabemos que para obtener su respectivo registro, los partidos deben entregar esos documentos a las autoridades respectivas, pero no deben quedar solo en el papel, sino traducirse en realidad.             
          

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