Columna | SIN LÍMITES

*Las causas: perder un ser querido, el amor, el desamor y el estrés físico constante.

Aunque usted no lo crea, aquellas penas que sufre el ser humano, como la ruptura amorosa, llega a desencadenar Síndrome del Corazón Roto, informa Beatriz Villegas González, Jefa de Cardioneumología y Cirugía Cardiovascular del Hospital de Alta Especialidad San José del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Claro que también afecta la pérdida de un ser querido, el amor y el desamor y obviamente el estrés físico constante, pues se puede romper literalmente el corazón y combinado con excesos como alcoholismo, tabaquismo, consumo de sustancias tóxicas, falta de ejercicio y vida sedentaria,

Estas son las apreciaciones de la doctora Villegas González:

-El IMSS ha tratado con éxito 5 pacientes, la mayoría mujeres con este padecimiento

-Los síntomas son muy similares a un infarto, como dolor en la región izquierda del tórax, sensación de falta de aire, palidez de los tejidos y presión en el pecho.

-El equipo de División en Cardioneumología y Cirugía Cardiovascular del nosocomio trató con éxito a cinco pacientes la mayoría mujeres con Síndrome de Corazón Roto o cardiomiopatía de TakoTsubo, enfermedad que dilata y adelgaza el corazón asociado a una perdida emocional, personal, sobrecarga de estrés y fatiga.

-La causa de mortalidad en el mundo por enfermedades cardiovasculares es de 7.5 millones de personas a nivel mundial y el tres por ciento corresponde al Síndrome de Corazón Roto.

-En el Hospital de San José se ha presentado sólo el 1.5 por ciento en relación al número de casos cardiovasculares ya que la patología de este síndrome es parecida a un infarto.

-A través de distintas investigaciones este padecimiento tiene una mortalidad significativa entre cinco y ocho por ciento, a su vez estos pacientes han sobrevivido con cuidados especializados y han podido restablecer su vida cotidiana.

-El descontrol de las emociones combinadas con tabaquismo, estrés, alcoholismo, uso de sustancias tóxicas, la falta de ejercicio y la vida sedentaria, desencadenan el Síndrome de Corazón Roto y las enfermedades cardiovasculares en general.

-Los síntomas son muy  similares a un infarto, como dolor en la región izquierda del tórax, sensación de falta de aire, palidez de los tejidos, presión en el pecho, alteraciones en un electro que se deben de observar, arritmias cardíacas y el choque.

-El Síndrome de Corazón Roto o TakoTsubo como también es conocido, presenta señales similares a un infarto, sin embargo no hay una obstrucción en las arterias coronarias, en el infarto hay una pérdida de la función del corazón permanente, en el caso del corazón roto es temporal.

-Recibe ese nombre porque el corazón va tomando la forma de una vasija japonesa llamada TakoTsubo, recipiente que utilizaban los japoneses para pescar pulpos. En este caso el corazón en la parte de la punta se va adelgazando y en una parte colateral se hace un abombamiento.

-Esta dilatación se traduce como falta de aporte sanguíneo al organismo, ya que el corazón es una bomba que aporta sangre oxigenada, al perder esa función de bombeo hay una repercusión en todo el organismo y se puede manifestar en la presión arterial, oxigenación del cerebro, entre otras, dependiendo de la zona afacetada del corazón.

Así las cosas, tenga usted cuidado cuando haya mucho amor o empiece el desamor, o las rupturas amorosas. Los poetas, los compositores y los escritores y los políticos siempre tuvieron la razón.

En fin, como escribió Jesús Monge Ramírez (México, 1910-1964) su canción Pobre Corazón:

Corazón, tú dirás lo que hacemos,
lo que resolvemos,
nomás quiero que marques el paso,
que no le hagas caso
si la ves llorar.

Que no te oiga que lates tan fuerte,
no sea que con suerte
vaya a creer que le andamos rogando,
que andamos buscando volver a empezar.

¡Ay! corazón,
más vale así,
nomás no te sobresaltes,
que si me fallas, pos ya perdí.

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Publicado en COLUMNAS
Miércoles, 30 Mayo 2018 15:45

Multiplicar la alegría

Artículo | Algo Más Que Palabras
   
    Me entristece la mirada de tantos indefensos que caminan desorientados por este mundo insensible, que permite el sufrimiento de los niños, la soledad de los mayores, o las barbaries entre inocentes. No entiendo este cúmulo de violencias por doquier. Hay moradores que ya no tienen lágrimas para poder seguir viviendo en esta selva de intereses. Los hemos dejado sin aliento, y sus vidas se han convertido en un río ensangrentado, sin posibilidad de poder vivir de acuerdo con ese espíritu de dignidad que todos los humanos nos merecemos. Aún así, me respondo, estoy llamado a sembrar alegría, la eterna juventud del ánimo. Multipliquemos el júbilo; porque, sin ese entusiasmo, nuestra misma existencia es baldía.

El amor ya no es lo que es, nos lo hemos dejado sin latidos, y apenas ya nadie siente nada por nadie. Deberíamos reconducirnos, reinventarnos en el verso, sostenernos en la verdad, abandonarnos en el sueño para poder ser horizonte; sí, esa mirada de afecto que todos necesitamos para levantar cabeza. Justamente, todo crece desde el amar y desde el amor. Enraicémonos, seamos familia, activamos los vínculos de la gratuidad, cooperemos en la acción del verso y la palabra, para que ningún corazón se sienta despreciado, excluido, marginado. Que la marginalidad no es nuestro lenguaje, necesitamos sentirnos unidos y reunidos siempre, para ese consuelo que nos requiere la vida al nacer cada jornada. En cualquier caso, pensemos en nuestro primer deber, el de alegrarnos al amanecer de un nuevo día y poder ponernos en camino; pues, mientras hay vida, también hay expectativa. 

    Confieso que me mata esta tristeza que bebo a diario, con solo caminar por la vida y escuchar a mis análogos. Son tiempos difíciles. Nos los hemos complicado. La mentira se ha adueñado de nosotros. Ciertamente, cuesta despertar y esperanzarse, retomar fuerzas, máxime en un momento donde prolifera la desunión entre linajes, lo que hace que los chavales sean más vulnerables a la explotación y al abuso. Ellos no son responsables de nuestras locuras. Por otra parte, ahí está la permanente ola de refugiados y niños migrantes que no cesa, a pesar de los peligros del viaje. En la huida no sirve sólo la ayuda humanitaria, hacen falta gentes con espíritu de acogida, poetas de verbo sincero dispuestos a batallar por los débiles, individuos con coraje para lleva la luz allá donde hay tinieblas y tranquilidad allí donde hay dolores.

Hemos de conseguir que, en este mundo, gobierne únicamente el amor. A propósito, el inolvidable filósofo y escritor indio Rabindranath Tagore (1861-1941), solía decir que: “Dormía..., dormía y soñaba que la vida no era más que alegría. Me desperté y vi que la vida no era más que servir... y el servir era alegría”.  Fecundémonos de esa primavera, que nadie nos quite esa visión de nuestros ojos.  Rindámonos a esa pasión verdadera, transparente, de donación total, desprendida a más no poder, capaz de trascender en nosotros el gozo de sentirnos alguien por los demás, lo que nos hará sonreír a pesar de los muchos pesares. Porque, en efecto, por muy inmenso que sea el vacío interior que llevemos consigo, nos espera esa semilla alegre de sentirnos parte de la vida de nuestros semejantes, pues nada existe que no cohabite en la universalidad de la alianza, por mucho equipaje de decepciones y derrotas que aglutinemos.

Por tanto, tampoco hay que tener miedo a entristecerse mar adentro, sabiendo que tras los momentos difíciles, siempre llega el instante preciso y precioso del sol, que nos pone en movimiento y nos ilumina. A lo mejor tenemos que repensar lo vivido hasta ahora, escucharnos más interiormente, cuando menos para ingeniar otras etapas más solidarias y de mayor entrega a los nuestros, que somos todos en todo. Por eso, a veces me digo a mi mismo, cuidado con ponerme apenado, que puede ser un vicio, mayormente cuando se sabe que la satisfacción es el ingrediente básico en el componente de la salud. A lo  mejor tenemos que simpatizar más con nosotros mismos, poner más empatía con nuestro entorno, y hablar menos de nuestras penurias, o quizás, lo justo y preciso para el cambio. Querer es poder, ya lo sabemos. Pongámoslo en práctica.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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Publicado en COLUMNAS
Sábado, 11 Febrero 2017 09:34

Globalicemos el amor

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

El amor no es un problema de expresión, ni una frase
más en nuestros labios, es una respuesta a lo que somos,
un vivir con los demás y un desvivirse por los demás,
un ocuparse del otro y un preocuparse por el otro,
hasta donarse la vida y salirse de sí mismo, ¡entregarse !.

Nada se entiende sin amor, nada somos sin amor,
sin amor la vida no es, sin amor no existiríamos nadie,
sin amor estaríamos como ausentes, desorientados,
perdidos en el caos, porque el amor es mucho más
que un sentimiento, es una modo de quererse, ¡queriendo!.

Hemos de aspirar a ese fundirse en comunión, en unidad,
hasta abandonarse uno mismo y hallarse en la poesía
que da aliento, pues nuestra misma historia entre Dios
y nosotros, radica ahí, en esa alianza del perenne verso,
donde Dios habita dentro de mí, en lo más íntimo, ¡latiendo!

Al igual que los ricos no precisan hogazas, sino regazos
donde cobijarse, tampoco los pobres requieren obras
de caridad, sino de justicia, pues en el amor hay un orden
justo, que es lo único que nos armoniza y nos da alas
para caminar hacia esa luz que nos sustenta, ¡reviviéndonos!

No hay mejor renacer que amasar la verdad con la pasión
del amor eterno, una fuerza que tiene su naciente
en nuestro Creador, y en cada cual, a pesar de tantos
inútiles pesares, ya que todo viene y proviene del Padre
que, desde el Hijo, desciende a la tierra para alentarnos,
con su espíritu redentor, que nos redime, ¡de esperanza!.

Vayamos, en consecuencia, al encuentro desde dentro,
desde la morada más interna, teniendo en cuenta
que el camino es duro, pero que las piedras también
pueden labrarse con amor, un amor que nos cohabita,
sólo hay que accionarlo con voluntad e intelecto,¡y amar!.

Víctor Corcoba Herrero
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