Domingo, 20 Octubre 2024 12:06

El Papa invoca el don de la paz

Ciudad del Vaticano. - En el Ángelus, después de la misa de canonización, Francisco relanza el llamamiento en favor de los países en guerra y subraya la importancia de la figura de san José Allamano en la atención a las poblaciones «frágiles y vulnerables». Por último, exhorta contra toda forma de explotación «de su dignidad y de sus territorios».

    “Sigamos rezando por los pueblos que sufren a causa de la guerra -los mártires de Palestina, Israel, Líbano, los mártires de Ucrania, Sudán, Myanmar y todos los demás- e invoquemos para todos el don de la paz.”

En el rezo del Ángelus el Papa Francisco renueva el llamamiento a la oración por los países en guerra y dirige su saludo a los fieles que han venido a «honrar» a los santos recién canonizados. En particular a los fieles maronitas, y a los «misioneros y misioneras de la Consolata», la institución fundada por San Giuseppe Allamano en 1901 y 1910 respectivamente. Francisco recordó la presencia del Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, así como la de una «numerosa» delegación ugandesa que había acudido con motivo del 60º aniversario de la canonización de los mártires de Uganda.

El llamamiento a la protección de las poblaciones "frágiles"

La figura del nuevo santo de Castelnuovo d'Asti «nos recuerda la necesaria atención a las poblaciones más frágiles y vulnerables», dice Francisco, haciendo referencia directa al pueblo yanomami, originario de la selva amazónica. Entre ellos, recuerda el Papa, «tuvo lugar el milagro vinculado a la canonización de hoy:

"Hago un llamamiento a las autoridades políticas y civiles para que garanticen la protección de estos pueblos y de sus derechos fundamentales y contra toda forma de explotación de su dignidad y de sus territorios".

La misión evangélica de todo cristiano

Francisco recuerda también la Jornada Mundial de las Misiones de hoy, con el tema «Id e invitad a todos al banquete», subrayando la naturaleza «del anuncio» como portador de un «encuentro festivo con el Señor que nos ama y que quiere que participemos de su alegría conyugal». Como enseñan los nuevos santos, dice Francisco, «cada cristiano está llamado a participar en esta misión universal con su propio testimonio evangélico en cada ambiente.

"Sostengamos, con nuestra oración y nuestra ayuda, a todos los misioneros que, a menudo con gran sacrificio, llevan el luminoso anuncio del Evangelio a todos los rincones de la tierra".

Al final de la oración, el Papa atravesó la Plaza de San Pedro a bordo del Papamóvil, saludando a los fieles.

 

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“Que la Virgen María y su casto esposo José nos ayuden a ponernos a la escucha de Jesús que viene, y que pide ser acogido en nuestros proyectos y en nuestras elecciones”. Es el deseo del Papa en este último domingo de Adviento, para que esperemos el Nacimiento del Niño Dios dejándonos guiar por Dios en nuestras vidas.

Ciudad del Vaticano.- En este cuarto y último domingo de Adviento, el Papa, desde el Palacio Apostólico, dedica su alocución previa al rezo mariano para recordar la figura de José, una figura, como dijo, “aparentemente en segundo plano, pero en cuya actitud está encerrada toda la sabiduría cristiana”.  En el tiempo de Adviento la Liturgia propone a Juan Bautista, a María y a José, “de los tres es el más modesto. Uno que no predica, no habla, pero trata de hacer la voluntad de Dios; y la cumple en el estilo del Evangelio y de la Bienaventuranzas: “Dichosos los pobres de corazón, porque el reinado de Dios les pertenece”.

Hablando de José, Francisco dijo que es pobre, porque vive de lo  esencial, “es la pobreza típica de aquellos que son conscientes de depender en todo de Dios y en Él depositan toda su confianza”. José un hombre amable y sabio que incluso en un momento difícil, se entrega plenamente a Dios.

La narración evangélica de hoy presenta una situación humanamente vergonzosa y contrastante, señaló el Papa. José y María están comprometidos; no viven aún juntos, pero ella está esperando un bebé por obra de Dios.

“José frente a esta sorpresa, naturalmente queda turbado, pero en vez de reaccionar en manera impulsiva y punitiva, busca una solución que respete la dignidad y la integridad de su amada María”.

Por consiguiente, como refiere el Evangelio «José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto». José, sabía bien que, si hubiera denunciado a su prometida, la habría expuesto a graves consecuencias, incluida la muerte. Pero como dijo el Pontífice, él tiene plena confianza en María, que ha escogido como su esposa.

Ante este momento difícil en el que debe tomar la decisión de alejarse de Ella sin hacer escándalo, es cuando el Ángel interviene para decirle que la solución que está proyectando no es la que quiere Dios. "José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo".

José confía totalmente en Dios. Precisamente esta confianza inquebrantable en Dios le permitió aceptar "una situación humanamente difícil y, en cierto sentido, incomprensible". José entiende, en la fe, afirmó por último Francisco,  que el niño engendrado en el vientre de María no es su hijo, pero es el Hijo de Dios y él, José, será su custodio, asumiendo plenamente su paternidad terrenal.

Saludos del Papa a los presentes en la Plaza de San Pedro

En sus saludos, el Santo Padre mencionó a la Delegación de Ciudadanos Italianos que viven en territorios gravemente contaminados y que, como les dijo,  aspiran tener una mejor calidad del ambiente y una justa tutela de la salud.

Y a todos los que se están preparando para pasar la navidad en familia, Francisco les deseó que  la Santa Navidad sea una ocasión para todos de fraternidad, crecimiento en la fe y de gestos de solidaridad hacia los necesitados.

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El Santo Padre presidió la Santa Misa ante la presencia de sacerdotes, consagrados y movimientos laicales en la Catedral Basílica de Santa María La Antigua, situada en el Casco Viejo de la ciudad de Panamá

La primera actividad pública del Papa Francisco en Panamá correspondiente al sábado 26 de enero fue la celebración de la Santa Misa en la Catedral Basílica de Santa María La Antigua, con la dedicación del altar y en la que participaron numerosos sacerdotes, consagrados y consagradas, y diversos movimientos laicales.

Catedral Basílica de Santa María La Antigua

Esta Catedral que se encuentra en el Casco Viejo de la ciudad es la sede episcopal de la Arquidiócesis de Panamá. El inicio de los trabajos de construcción se remonta al año 1608. Y si bien se la completó en 1716, su consagración se llevó a cabo en 1796.

Se trata de un monumento colonial, con más de 220 años de historia, que después del terremoto de 1882 fue restaurado de modo radical con fondos públicos. En el año 2014, tras una petición de la Conferencia Episcopal Panameña, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos confirió a esta Catedral el título de Basílica Menor.
Imagen de Santa María La Antigua

La imagen de Santa María La Antigua, originariamente colocada en la Catedral de Sevilla, fue llevada al país por los conquistadores españoles en el lejano año 1510. Representa a la Virgen de pie con el Niño en brazos y una rosa en la mano. Santa María La Antigua es la Patrona de la República de Panamá desde el 2001 y su fiesta se celebra cada 9 de septiembre.

Homilía del Papa

En su homilía, el Santo Padre felicitó en primer lugar al Señor Arzobispo, “que por primera vez después de casi siete años puede encontrarse con su esposa, con esta Iglesia. Viuda provisoria durante todo este tiempo”, dijo. “Y felicitar a la viuda que deja de ser viuda hoy, con el encuentro con su esposo. También quiero agradecer a todos los que hicieron posible esto: las autoridades, y a todo el pueblo de Dios. Todo lo que hicieron para que el Señor Arzobispo pudiera encontrarse con su pueblo no en casa prestada sino en la suya ¡Muchas gracias! El programa estaba previsto que esta ceremonia – por falta de tiempo – tuviera dos significados: la consagración del Altar y el encuentro con sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos consagrados. Así que, lo que voy a decir va a estar un poco en esta línea, pensando en los sacerdotes, en las religiosas los religiosos, los laicos consagrados. Sobre todo que trabajan en esta Iglesia particular”.

Retomando el Evangelio proclamado explicó que Jesús se encontraba cansado de caminar y deseaba calmar y saciar la sed, refrescar sus pasos y recuperar fuerzas para continuar la misión. De manera que “los discípulos vivieron en primera persona lo que significaba la entrega y disponibilidad del Señor para llevar la Buena Nueva a los pobres, vendar los corazones heridos, proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, consolar a los que estaban de duelo y proclamar un año de gracia a todos”. Se trata de “situaciones que te toman la vida y la energía” – dijo Francisco – y “no ahorraron” en regalarnos tantos momentos importantes en la vida del Maestro “donde también nuestra humanidad pueda encontrar una palabra de Vida”.

Fatigado del camino

De ahí que el Papa Bergoglio haya afirmado que “es relativamente fácil para nuestra imaginación, compulsivamente productivista, contemplar y entrar en comunión con la actividad del Señor, pero no siempre sabemos o podemos contemplar y acompañar las fatigas del Señor, como si esto no fuera cosa de Dios”. Por el contrario – prosiguió – “el Señor se fatigó y en esa fatiga encuentran espacio tantos cansancios de nuestros pueblos y de nuestra gente, de nuestras comunidades y de todos los que están cansados y agobiados”.

En cuanto a las múltiples causas que suelen provocar la fatiga del camino en los sacerdotes, los consagrados y las consagradas, al igual que en los miembros de los movimientos laicales, el Obispo de Roma aludió a toda una gama de peso que hay que soportar, que abarcan tantas situaciones que resquebrajan la vida de los consagrados. De ahí la necesidad urgente que se siente de encontrar un pozo que pueda calmar y saciar la sed y el cansancio del camino.

    “ El cansancio de la esperanza nace de mirar para adelante y no saber cómo reaccionar ante la intensidad y perplejidad de los cambios que como sociedad estamos atravesando ”

Y destacó que desde hace tiempo parece haberse instalado en las comunidades una sutil especie de fatiga, que definió una tentación “que podríamos llamar el cansancio de la esperanza”. Un “cansancio paralizante”, que “nace de mirar para adelante y no saber cómo reaccionar ante la intensidad y perplejidad de los cambios que como sociedad estamos atravesando”. Lo que hace cuestionar no sólo las formas de expresión y compromiso, las costumbres y actitudes ante la realidad, sino que suelen poner en duda “la viabilidad misma de la vida religiosa en el mundo de hoy”.

También afirmó que este “cansancio de la esperanza nace al constatar una Iglesia herida por su pecado y que tantas veces no ha sabido escuchar tantos gritos en el que se escondía el grito del Maestro: ‘Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’”. Asimismo aludió a la instalación de “un gris pragmatismo” en el corazón de las comunidades.

Dame de beber

En cuanto a las fatigas del camino que se hacen sentir, independientemente de que gusten o no, Francisco afirmó que sería “bueno tener la misma valentía que tuvo el Maestro para decir: ‘dame de beber’”, como le sucedió a la Samaritana.

Sí porque “dame de beber es lo que pide el Señor y es lo que nos pide que digamos nosotros”. Así “le abrimos la puerta a nuestra cansada esperanza para volver sin miedo al pozo fundante del primer amor, cuando Jesús pasó por nuestro camino, nos miró con misericordia, nos pidió seguirlo”.

“Dame de beber” significa también “animarse a dejarse purificar” y rescatar la parte más auténtica de los carismas fundantes, que no sólo se reducen a la vida religiosa sino a toda la Iglesia y ver de qué forma se pueden expresar hoy.

Por otra parte, “dame de beber” significa “reconocer que necesitamos que el Espíritu nos transforme en hombres y mujeres memoriosos de un encuentro y de un paso, del paso salvífico de Dios”. E invitó a vivir “sin miedo respondiendo a la vida con la pasión de estar empeñados con la historia, inmersos en las cosas. Con pasión de enamorados”.

Así la esperanza cansada será sanada y gozará de esa “particular fatiga del corazón” cuando no tema volver al lugar del primer amor y logre encontrar, en las periferias y desafíos que hoy se nos presentan, el mismo canto, la misma mirada que suscitó el canto y la mirada de nuestros mayores.

Reapertura de la Catedral

Hacia el final de su homilía el Papa Bergoglio agregó que no le parecía un acontecimiento menor que esta Catedral vuelva a abrir sus puertas después de mucho tiempo de renovación, tras haber experimentado el transcurso de los años, como fiel testigo de la historia de este pueblo y con la ayuda y el trabajo de muchos quiso volver a regalar su belleza.

Así actúa el Señor

“Hermanos – dijo el Papa al concluir – no nos dejemos robar la belleza que hemos heredado de nuestros padres, que ella sea la raíz viva y fecunda que nos ayude a seguir haciendo bella y profética la historia de salvación en estas tierras”.

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