Jueves, 31 Diciembre 2020 21:01

El poder y la enfermedad

Columna | SIN LÍMITES

*Interesante libro de un ex Ministro Inglés

Diversos espacios y columnas periodísticas, han abordado desde 2011, el libro En el Poder y en la Enfermedad, escrito por el médico David Owen, quien fue Ministro de Sanidad y también de Relaciones Exteriores de la Gran Bretaña en el gobierno del Primer Ministro James Callaghan de 1976 a 1979.

Vale la pena reiterar algunas ideas ante los acontecimientos que han sacudido a México. De Vicente Fox se dice que tenía problemas graves de conducta y problemas de hernia discal; de Felipe Calderón se habla aún su enfermedad como el alcoholismo; de Enrique Peña Nieto las operaciones de nódulo tiroideo y vesícula biliar; de AMLO, sus problemas coronarios, presión arterial alta y columna vertebral.

El libro trata de la interrelación entre la política y la medicina. El autor se declara fascinado por ella y la ha analizado en ambos campos. La enfermedad en personajes públicos suscita importantes cuestiones: su influencia sobre la toma de decisiones, los peligros de mantener en secreto la dolencia o la dificultad para destituir a los dirigentes enfermos.

Como médico, el autor tuvo ocasión de ver las tensiones de la vida política y sus consecuencias; como político, se fijó en los dirigentes que no padecen dolencias mentales pero desarrollan el Síndrome de Hybris o la desmesura o embriaguez del poder representado por la persistencia en el error e incapacidad para cambiar

Owen analiza los trastornos de conducta más frecuentes en los hombres del poder: alcoholismo, drogadicción, híper sexualidad y la más perniciosa de ellas, el poder mismo, fuente de todo mal y de toda distorsión mental y para cuya obtención el político, de cualquier estatura, todo lo sacrifica y todo lo corrompe.

El síndrome se llama Hybris o desmesura, que califica como la embriaguez del poder, la persistencia en el error, la incapacidad para cambiar el rumbo. La definición de embriaguez es como dice el Diccionario de la Lengua Española: Enajenamiento del ánimo.

Owen menciona un listado de síntomas de quien es víctima de la enfermedad de la desmesura o embriaguez:

-Una inclinación narcisista a ver el mundo como  un escenario en el que pueden ejercer su poder y buscar la gloria.

-Una predisposición a realizar acciones que tengan probabilidades de situarlos bajo una luz favorable.

-Una preocupación desproporcionada por la imagen y la presentación

-Una forma mesiánica de hablar de lo que están haciendo y una tendencia a la auto exaltación.

-Una identificación de sí mismos con el Estado, hasta el punto de considerar idénticos los intereses y perspectivas de ambos.

-Una tendencia a hablar de sí mismos en tercera persona o utilizando el mayestático nosotros.

-Excesiva confianza en el juicio propio y desprecio del consejo y la crítica ajenos.

-Exagerada creencia en lo que pueden conseguir personalmente.

-La creencia de ser responsables no ante un  tribunal terrenal de sus colegas o de la opinión pública, sino ante un tribunal más alto: la Historia o Dios y la creencia inamovible de que en ese tribunal serán justificados.

-Tener inquietud, irreflexión e impulsividad y pérdida de contacto con la realidad.

-Tendencia de su visión y convicción de que la rectitud moral de una línea de actuación hace innecesario considerar otros aspectos. Obstinada negativa a cambiar de rumbo.

-Incompetencia para ejecutar una política que podría denominarse consecuencia de la desmesura. Por el exceso de confianza del líder, no le preocupan los aspectos prácticos de una directriz política.

-Falta de atención al detalle, aliada  de una naturaleza negligente.

Lo anterior es un resumen de los males del poder. ¿Relaciona usted a algún político o dirigente con éstos síntomas?

En fin, como escribió Agustina Andrade (Argentina, 1858-1891), en su poema Después del Triunfo:

A eso llaman triunfar: palmas y gritos,
algunos ramos de venal laurel,
y después... ¡El silencio y el olvido!
¿Y después? ¡Oh, qué horrible es el después!

¡Si eso es triunfar, la gloria es el martirio,
la gloria es la embriaguez!
¡Vale más la sonrisa de mi madre
que el más rico laurel!

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Publicado en COLUMNAS

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