Jueves, 20 Septiembre 2018 20:58

La decisión será anular la elección, dicen

Columna | P U L S O    P O L I T I C O

        Morenistas bien ubicados y por tanto bien informados, dicen que la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, será anular la elección de gobernador en Puebla, por la gran cantidad de irregularidades que encontrarán en el recuento de los votos.

           Las irregularidades, según su dicho, son de ambos lados (Morena y PAN) pues los paquetes fueron manoseados por mucha gente en los dos meses y medio en que estuvieron fuera de control.

           Las casillas fueron 7 mil 500, según dijeron ayer voceros de Morena, en conferencia de prensa.

           Para los que hablaron ayer ante los medios en dicha conferencia, en caso de repetirse el proceso, el candidato del partido del Movimiento de Renovación Nacional, volvería a ser Luis Miguel Barbosa, algo que muchos miembros de ese partido afirman que no podría ser debido a que si se repitiera el proceso con los mismos candidatos en conflicto, se tendría el mismo resultado: el enfrentamiento, la inconformidad, la protesta.

            Anular el proceso y convocar a nuevas elecciones pero con diferentes candidatos, sería la solución, expresaron y para ello, tendrá que elegirse a un gobernador interino que ejerciera el poder durante los meses que duraría el periodo autorizado para la nueva elección. La designación del interino deberá ser hecha, de acuerdo con la ley, por el Congreso del Estado.

            Hay desorientación entre la ciudadanía y entre los políticos incluso, porque en Puebla, nunca había ocurrido una situación como la que ahora se presenta.

             Según un grupo de priístas que hablaban sobre el tema (todavía existen priístas en este mundo) la elección de gobernador de Puebla del pasado primero de julio, no resiste un sencillo análisis de sentido común.

              Morena ganó con mucho, en Puebla, la elección de presidente de la república; ganó las dos senadurías de mayoría: ganó catorce de las quince diputaciones federales en juego; ganó, junto con sus aliados, la mayoría de los diputados locales y ganó los principales municipios, el de esta capital y el de las cabeceras de los distritos de la entidad, entonces, se preguntan, ¿cómo es que perdió la gubernatura?

               Es cierto que el licenciado y ex senador Barbosa no es precisamente simpático para muchos, incluso de su mismo partido, pero aun así, no es creíble que la votación que favoreció a Morena en todo, no fuera favorable para el candidato a gobernador.

              Dicen que los electores poblanos, en lo referente a la gubernatura, hicieron distinción de votos, es decir, que se volvieron suizos por unos momentos, como si México y concretamente Puebla, hubiera dejado de ser por instantes, un pueblo que apenas está empezando a practicar la democracia; un pueblo que de pronto se volvió altamente civilizado y olvidó su analfabetismo real o funcional, que está cada vez más extendido y que como si hubieran recibido una luz divina (como dicen que la recibieron los apóstoles para que de analfabetos salieran predicadores del cristianismo) hicieran la distinción necesaria para elegir a quien debería ejercer el poder ejecutivo en la entidad.

                Quienes eso opinan, se olvidan de un antecedente ocurrido también aquí en Puebla, en las elecciones presidenciales de hace seis años. Los candidatos fueron Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador que competía por segunda vez, como abanderado del PRD.

                  Bueno pues la votación más elevada para la presidencia de la república, se la llevó Andrés Manuel López Obrador, según los datos oficiales, pero que creen: las dos senadurías  de mayoría, se las llevó el PRI, con doña Blanca Alcalá y doña Lucero Saldaña, como sus candidatas triunfadoras.

                  La senaduría de primera minoría, se le asignó a Javier Lozano Alarcón del PAN y no al ex gobernador Manuel Bartlett, del PT, que con mucho, pero con mucho, era  más conocido y más popular que el señor Lozano, que tenía en su haber, la pérdida de una diputación federal de esta capital, con el mayor porcentaje en contra de todo el país, para un candidato priísta, porque entonces era priísta.

                Las diputaciones federales las ganó el PAN en su mayor parte y se dejaron, parece que cinco, en manos de priístas. El PRD, que obtuvo una elevada votación para la presidencia, no obtuvo ni una senaduría, ni una diputación federal y solo porque tuvo la protección del Señor, no perdió su registro.

              Como ve, en eso de hacer distingos a la hora de votar, Puebla tiene una gran experiencia, lo que demuestra su elevado sentido democrático, su gran espíritu cívico y su sensibilidad social y política.

               Los priístas de la nueva ola, están felices porque ganaron como ochenta municipios de los 217 que tiene la entidad. Lo que no dicen, es que ganaron a la chiquillada. Los municipios más importantes, el de esta capital, el de Tehuacán, los de Huauchinango, Xicotepec, Teziutlán, Texmelucan, Izúcar de Matamoros, etc., los ganó Morena.....

                Pero el PRI, efectivamente ganó los siete municipios que existen en la entidad, con menos de mil habitantes; ganó los doce que tienen menos de dos mil y los 20 que tienen menos de tres mil y algunos de cinco mil para arriba.

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          El Partido Movimiento de Renovación Nacional, presentará en el plazo de 72 horas que establece la ley, las impugnaciones a los resultados que se dieron en la elección de gobernador del estado y de presidentes de algunos municipios. El candidato declarado perdedor de la contienda para la gubernatura, Luis Miguel Barbosa Huerta, la dirigente nacional de Morena y el candidato a la presidencia municipal de Tecamachalco, Ignacio Mier Bañuelos, informaron lo anterior. Dijeron que lucharán hasta lo último, de acuerdo con la ley, sin recurrir a manifestaciones o hechos de violencia.

           Mientras tanto, la señora Martha Erika Alonso, declarada triunfadora en la contienda para la gubernatura, se prepara para iniciar la organización de su gobierno.

             No será fácil para ella ejercer el mando en una entidad en la que tendrá minoría en el congreso local, solo un diputado federal, ningún senador y la mayor parte de los ayuntamientos en manos de partidos o alianzas de partidos opositores a la que ella encabezó.

           Debe evitar cometer errores graves, que ya en el pasado demostraron que provocan enojo entre la población: traer gente de fuera, totalmente ajena a Puebla,  para ocupar los puestos más importantes del gobierno local. Eso se hizo cuando llegó al poder estatal el general Antonio Nava Castillo, y al año y medio de haber iniciado su mandato, un movimiento popular lo puso fuera del gobierno; lo hizo el ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas y por eso numerosos sectores de la población, se han opuesto al arribo de doña Martha Erika al poder estatal, pues piensan que hará lo mismo.

            Ha ofrecido el diálogo incluso con sus oponentes y es lo mejor que podría hacer. La falta de diálogo, la prepotencia, la soberbia que a veces se apodera de políticos en el poder, constituyen la mejor fórmula para lograr el alejamiento y el rechazo de la gente.

             Una política de acercamiento con todos los sectores de la población, de trato amable y cordial con los comunicadores y dar atención inmediata a los problemas que se exponen en las diferentes instancias de gobierno, constituyen la mejor receta para hacer un buen gobierno.

             Durante su campaña política, la señora Alonso Hidalgo, hizo ofrecimientos que fueron muy bien recibidos por la población: apoyo al campo mediante la entrega de semillas mejoradas, fertilizante y maquinaria agrícola, gratis, es algo que tiene que hacerse ya. Es la mejor forma de aminorar la pobreza de la gente del campo, que al no encontrar apoyo suficiente para sus actividades, se ve obligada a emigrar hacia los Estados Unidos, donde encuentra ahora, un gobierno cerrado y con mentalidad racista y prejuiciada contra los emigrantes mexicanos y latinoamericanos en general a los que tacha de criminales, de gente mala.

            También manifestó su incomodidad, por la falta de acción eficiente de la Fiscalía del Estado, lo que ha hecho crecer la criminalidad y la inseguridad en la entidad poblana.

             El sistema de justicia de Puebla, requiere una revisión y análisis a fondo, pues mientras no se vea eficiencia en la acción de los cuerpos de seguridad, seguirá habiendo desconfianza de los ciudadanos hacia las autoridades encargadas de atender este importante problema.

             Debe haber equidad en el gasto público. Los pueblos y ciudades de provincia, reclaman igualdad de trato en la capital del estado y en el resto de la entidad. Ya mejoraron las cosas durante el gobierno de Antonio Gali, pero todavía falta mucho por hacer.

             Fuera de los hechos violentos de esta capital ocurridos la semana pasada, el estado de Puebla está en calma, como el resto del país. La gente se siente satisfecha en general, por los resultados, salvo algunas excepciones.

              Todos los ciudadanos concuerdan en la necesidad de que los partidos políticos que tengan que desaparecer, por no alcanzar el 3 por ciento de la población, desaparezcan y los que queden, que se reestructuren, se reorganicen y se pongan a trabajar en lo que deben trabajar.

              Algo es un hecho contundente: este país fue uno antes de las elecciones y será otro, después de ellas. Se cambiará, ya fue anunciado, el sistema económico neoliberal, por otro que responda a la realidad nuestra. No podemos seguir creyendo que formamos parte del primer mundo o soñando con ser potencia. Somos un país desigual, que debe buscar aminorar esas desigualdades que crean una minoría inmensamente rica y millones de pobres y miserables.

              Llamó mucho la atención de políticos y aficionados a la política, la designación de un joven ex dirigente nacional del PAN, de apellido Martínez, como director nacional del IMSS.

              Como dirigente de su entonces partido, fue impuesto por el presidente Felipe Calderón al más puro estilo priísta y ya en el cargo, no pudo resolver el problema de la división interna que empezó a agravarse en el partido de la derecha y acabó entregando malas cuentas a los militantes. 

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