Las expectativas de un buen año de gobierno, se diluyeron por los nulos avances y la pandemia del Covid 19 y con veinte millones de pobres más en el país.

El segundo informe de actividades del Presidente López Obrador, en medio del rebrote de la pandemia del Covid 19 en varios estados del país, con el desastre que viven los pobladores de Tabasco ante la inundación de sus hogares y comunidades por el desfogue de la presa peñitas y con una perspectiva económica para 2021 que amenaza con cerrar más pequeñas y medianas empresas, así como el incremento de la tasa de desempleo, además de un proceso electoral en el primer domingo de junio de 2021, que puede cambiar la configuración política del país al quitarle la mayoría en la Cámara de Diputados federal al bloque de Morena y sus aliados, al existir un gran movimiento ciudadano y de grupos de la sociedad civil, que buscan se consolide una gran alianza opositora para buscar contrapesos al ejercicio del poder presidencial que López Obrador ha venido consolidando para imponer sus políticas y decisiones.

El estilo de gobernar de López Obrador, no es resultado de la casualidad, sino que lo trae en las venas, desde sus épocas de líder político y luchador social. Desde que se desempeñó como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, marcó una pauta de comunicación a través de sus conferencias mañaneras, que ha replicado ya como Presidente de la República y le han permitido aumentar su nivel de popularidad hasta contar al momento con más de cinco millones de seguidores en redes sociales que se conectan para sus conferencias mañaneras, desde donde fija la agenda nacional, lo que le ha permitido tener los reflectores todos los días y desde ahí informar sobre las actividades del gobierno federal.

Entre las cosas que más se le reconocen en su proyecto de la denominada “Cuarta transformación” destacan el combate a la corrupción y la impunidad, aunque su compromiso de mejorar las condiciones de vida de los grupos más vulnerables, con su slogan: “Primero los pobres” no ha sido cumplido; sin embargo muchos ciudadanos lo evalúan positivamente al considerarlo honesto, con buenas intenciones y se identifican por sus políticas de austeridad y cercanía con el pueblo; de ahí que su nivel de aprobación alcance un 60% en el segundo año de su gobierno.

El Gobierno de AMLO ha extendido sus programas sociales que han beneficiado a amplios sectores de la población, como los jóvenes y los adultos mayores, olvidados en las anteriores administraciones, mismos que seguramente le darán su voto a los candidatos del partido del Presidente en el siguiente proceso electoral, no porque presenten a los mejores candidatos, sino más bien ante el temor de que se ponga fin a estos programas, que antes se consideraban clientelares y hoy tienen un matiz de ayuda solidaria, mismos que el Presidente los busca sostener como una parte fundamental que le garantice la continuidad de su proyecto político.

Podemos afirmar, que el actual gobierno se sostiene en gran medida con los anuncios y medidas que tienen un gran impacto mediático, que le han dado una imagen positiva a los ciudadanos cansados de los abusos y privilegios de una clase política que denomina como: “la mafia del poder” aunado a las políticas de austeridad republicana como las reducciones presupuestarias, la Ley Federal de Austeridad Republicana, la polémica desaparición de los fideicomisos, eliminación de diez subsecretarías, de aguinaldos, 25% de reducción en salarios, recorte del 75% de servicios y suministros y cierre de oficinas.

Aunque el Presidente prometió al inicio de su gobierno, lograr con el combate a la corrupción gubernamental un ahorro de 500mil millones de pesos anuales, aún se encuentra lejos de alcanzar dicha cifra, ya que los resultados de dicho combate, se han quedado más en el discurso, que en presentar resultados tangibles.

En materia de seguridad, los mexicanos, seguimos padeciendo altos niveles de inseguridad y no existe una estrategia firme que garantice resultados en el corto y mediano plazo. La disminución registrada de los delitos de alto impacto en este año, se dio por los efectos de la pandemia del Covid 19, que obligaron a los ciudadanos al confinamiento, reduciendo con ello las oportunidades para la comisión de delitos y evitado la presentación de denuncias ante las fiscalías federal y de los estados.

Aún con la creación de la Guardia Nacional y la participación del ejército y la marina en labores de combate a la delincuencia, la agenda de seguridad carece de objetivos específicos y medibles, sin haber logrado una reducción sostenida del índice de delitos.

La pandemia del Covid 19 reporta más de cien mil fallecimientos y más de un millón de contagios, sin que se vea una solución al problema; sólo mediante la aplicación de la vacuna en forma masiva, lo que aún es incierto.

Los retos que quedan para el siguiente año, son muchos y es de llamar la atención que para el Presidente aún no ha quedado claro que es necesaria la unidad nacional para hacer que el país logre salir de los problemas que le aquejan y que su Gobierno debe ser igual para todos los ciudadanos, sin distingos y anteponiendo el bien común a los intereses políticos.

Hacer a un lado los rencores del pasado y construir un nuevo pacto nacional con todas las fuerzas y grupos de la sociedad, para que el país logre superar sus carencias y rezagos; para ello es necesario reestablecer la relación con todos los sectores y hacer un llamado a dejar atrás las diferencias ideológicas para construir el México de las nuevas generaciones.

                                                               *Director General del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla.  

Publicado en COLUMNAS

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