Columna | P u l s o    P o l i t i c o

     Y son muchos los perredistas y los panistas que opinan lo mismo que Cuauhtémoc Cárdenas, el fundador del PRD, ahora al margen del perredismo.

     Los principios del PRD y los principios del PAN, “se contradicen prácticamente en todo lo importante”, señaló el hijo de Lázaro Cárdenas y en eso varios perredistas con quienes pudimos hablar ayer telefónicamente, están totalmente de acuerdo.

     Un ilustre derechista poblano, catedrático de la Universidad Autónoma de Puebla en los años sesenta, dijo ante un grupo de amigos con quienes convivía en un conocido hotel ubicado sobre el boulevard Hermanos Serdán: “Yo puedo matar hoy a un comunista y comulgar mañana temprano sin confesarme”. Así estaban las cosas hace medio siglo entre la derecha, representada electoralmente por el PAN y la izquierda, representada ahora por el PRD. Y ahora, ambos partidos, colocados en los extremos del mapa ideológico que ha imperado en México, se unen, no para resolver la grave problemática nacional que representan la inseguridad, los altos índices de criminalidad, la pobreza que afecta a 56 millones de mexicanos, la desigualdad que ha venido creciendo desde la época de la Colonia; la concentración de la riqueza en pocas manos, los graves problemas de la educación y de salud, sino para algo más “grande y sublime”, para sacar al PRI del poder.

     Parece que ese es su único objetivo. Vicente Fox, el primer presidente panista de la historia, logró su propósito, “sacar al PRI de Los Pinos” y lo sacó efectivamente, pero nadie supo para qué, pues todo siguió no igual, sino peor.

      Y con trampas y con un porcentaje de pocas décimas en la votación, Felipe Calderón, otro panista, continuó en el poder otros seis años, en los que su mayor logro fue haber desatado la “guerra contra la delincuencia organizada” habiendo dejado al país con más de cien mil jóvenes muertos y más de treinta mil desaparecidos.

       Para sacar al PRI del poder, no hay necesidad de que se unan partidos débiles y desprestigiados como el PAN y el PRD, (no hay que olvidar que este último, gobernaba Guerrero, con un congreso local mayoritariamente perredista y que el ayuntamiento de Iguala, donde ocurrieron los hechos de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, también era perredista) simplemente hay que dejar que el PRI se siga acabando solo. La corrupción que se ha desatado desde la llegada de la tecnocracia al poder, que arreció con el PAN y junto con ella, la impunidad que ahora padecemos todos los mexicanos y que ha propiciado el incremento de la violencia y de la inseguridad en el país, son los hechos que llevarán a que la población, harta de la ineficiencia de los partidos y de los políticos de todas las fracciones partidistas, a una rebelión cívica para colocar en el poder a gente patriota, con deseos reales de mejorar las cosas para bien de todos los mexicanos.

      A algunos perredistas, les parece que el anuncio hecho por los dirigentes nacionales del PAN y del PRD, de la unión de esos partidos para el 2018, fue propiciada por el PRI, para debilitar a la izquierda.

      La izquierda está tan debilitada como el PRI y el PAN. El surgimiento del partido Morena, de López Obrador, hizo perder las elecciones en el Estado de Guerrero, al PRD, que tenía posibilidades de triunfo, pese a los 43 normalistas desaparecidos.

      Los rumores de la fuerza que ha adquirido Morena en los últimos meses, han hecho que muchos trásfugas de todos los partidos, hayan ido a engrosar las filas de los “simpatizantes” de López Obrador. Todos llegan con un interés personal específico, salvo excepciones que confirman la regla, quieren ser figuras en su nuevo partido, para ver que pescan. Hay posibilidades de ser diputado local, diputado federal, presidente municipal, regidor, síndico municipal, senador o cualquier otra cosa. Son oportunistas que pueden echar a perder un proyecto aceptable.

      Pero según nos cuentan algunos decepcionados de Morena, no hay organización, no hay estructura y sin eso, ningún partido puede considerarse triunfador.

      Las guerras las ganan los ejércitos mejor organizados, mejor estructurados, mejor entrenados. Y el mejor ejemplo de esto lo tenemos en nuestra guerra de Independencia. Hidalgo sublevó a las masas que sin la más mínima disciplina, sin la mínima preparación, se lanzaron contra el ejército realista y lógicamente perdieron en toda la línea.

       El surgimiento de José María Morelos, fue la clave para el triunfo: solo formaban parte del ejército insurgente, hombres armados. Fueron eliminadas las mujeres y los niños, que iban siempre atrás de la gente que comandaba Hidalgo y que al primer cañonazo realista, todos arrancaban a correr y a llorar los niños.

        Las tropas insurgentes de Morelos, fueron mucho más efectivas por su disciplina, por su capacitación para el combate.

       Sin estructura, sin organización, ningún partido puede combatir electoralmente con éxito. Puede tener muchos simpatizantes pero si no tienen comités de base, comités municipales, comités distritales, no podrán hacer nada y si además, se llenan de oportunistas que ni saben, ni entienden la ideología del partido en el que dicen militar, pues están perdidos. Y a estas alturas, hasta los priistas ya andan trastrabillando.

        El Grupo Plural, priistas de diversas épocas que tienen reuniones periódicas para analizar los problemas del país y del estado, y que encabeza el ex diputado federal Jaime Alcántara Silva, se reunieron con el ahora embajador de México en Costa Rica, para despedirlo y desearle éxito en su nuevo encargo.

         Varios de ellos hablaron para recordar a Melquiades como gobernante y elogiar la labor realizada al frente del Estado.

          El ex gobernador, platicó en el desayuno que le fue ofrecido, con todos y dio a conocer datos interesantes del país centroamericano al que viajará el 27 de este mes, para asumir la representación de México en ese país.

Publicado en COLUMNAS

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