Columna | P U L S O    P O L I T I C O

          Para nadie es un secreto que los gobiernos neoliberales que ha tenido México, del PRI y del PAN, abandonaron a su suerte al agro mexicano desde hace casi treinta años y que eso propició una fuerte emigración de campesinos hacia las grandes ciudades del país y sobre todo, hacia los Estados Unidos.

           Para los tecnócratas, educados en Harvard, la producción de alimentos debería se enfocada solo a los cultivos que fueran de exportación, que dejaran dinero y esos cultivos de frutas y hortalizas, requerían de agua para riego y como en la mayor parte del país la agricultura es temporalera, es decir, requiere de la lluvia que a veces escasea en numerosas regiones y se pierden las cosechas, pues entonces se debería dejar de producir maíz, frijol, arroz, soya, etc., alimentos básicos en la dieta mexicana (la soya para la fabricación de aceite para comer) lo que nos convirtió en dependientes alimentarios.

              Por determinación de los gobiernos tecnocráticos, desde Salinas hasta Peña Nieto, se retiraron los apoyos a la agricultura y a la ganadería y se dejó a los campesinos en completo desamparo.

              Puebla no fue la excepción, pero en el gobierno del recién fallecido ex gobernador Rafael Moreno Valle, la situación se agravó, pues el mandatario estatal, formado escolar y profesionalmente en los Estados Unidos, redujo el presupuesto destinado a agro poblano el mínimo. Como no lo había hecho ningún otro gobierno estatal.

             Instituyó un programa de “moto-tractores” que resultó un soberano fracaso y que pese a ello, lo sostuvo durante seis años, provocando la pauperización de las familias campesinas, sobre todo las de las zonas indígenas, que llegaron a las ciudades como la capital del estado, a alquilarse en trabajos de servidumbre, a pedir limosna o a vender chicles en los cruceros importantes y a lavar parabrisas, los más jóvenes.

               Por eso es importante, que en sus campañas, dos candidatos a la gubernatura, Miguel Barbosa Huerta y Alberto Jiménez Merino, hayan ofrecido ya regresar los apoyos al campo, mejorar la pequeña y mediana agricultura y apoyar a los pequeños y medianos ganaderos productores de leche y otros productos lácteos, todo esto, acorde a lo que ya está haciendo a nivel nacional, el gobierno federal presidido por Andrés Manuel López Obrador.

             Tanto el candidato del Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, como el del Partido Revolucionario Institucional, tienen un origen campesino. Ambos nacieron en el seno de familias dedicadas a la pequeña y mediana agricultura. Conocen desde niños no solo los problemas que tuvieron que enfrentar sus padres, sino sus vecinos y familiares, pues crecieron en pueblos cuya actividad principal es la agricultura.

             Es muy importante el origen y la formación escolar de los políticos para no salirse de la realidad local o nacional.

              Tanto Barbosa Huerta como Jiménez Merino, estudiaron en escuelas y universidades oficiales y han llegado a donde han llegado, gracias a la llamada “cultura del esfuerzo”.

              La tecnocracia mexicana, por lo general, hijos de políticos importantes o de gente urbana y económicamente pudiente, se educaron en escuelas y universidades privadas nacionales o extranjeras y se alejaron de la realidad nacional y muchos, hasta olvidaron nuestra historia.

               No queremos decir con esto que ellos no tengan derecho a aspirar a gobernar este estado o este país, pero deben hacerlo sin alejarse de lo que vive y siente la mayoría de la población, que como dijo en su campaña en 1958, el licenciado Adolfo López Mateos, refiriéndose a Luis H. Alvarez, el candidato del PAN, egresado de una universidad gringa: “Se olvida que el pueblo de México, no tiene el dinero necesario para irse a educar a una universidad de Texas”.

              Por cierto que Luis H. Alvarez, llegó a ser un político realista, que tuvo el reconocimiento de los políticos de todos los partidos, por su acertado desempeño en los puestos que llegó a ocupar tanto en su partido, el PAN, como en el gobierno como diputado y senador.

              La reunión que sostuvieron el gobernador Guillermo Pacheco Pulido y el arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, es una muestra de que la relación de un gobierno laico, con el dirigente religioso de la Iglesia Católica, que sigue siendo, pese a su sensible baja, la mayoritaria en este país, puede ser muy provechosa, cuando hay respeto y comprensión de ambas partes.

             La Iglesia Católica y el Gobierno Estatal, trabajaran juntos y en forma coordinada, en los trabajos de prevención por algún posible desastre en los pueblos cercanos al Popocatepetl, que ha estado muy activo.

             La Iglesia, a través de sus curas y en sus instalaciones, pueden ser muy útiles para orientar y albergar en caso necesario, a los habitantes de la zona que lo requieran, y el gobierno del Estado, puede brindar su apoyo a la institución religiosa, para que ese apoyo sea más eficaz.

             Nada de esto se ha hecho en lo oscurito, todo ha sido público y transparente.

             El rumor de que Eukid Castañón y Mario Rincón, destacados morenovallistas, se hayan pasado a Morena, es un rumor falso, nos dicen.

              Ambos personajes se mantienen al margen, por el momento, de cualquier partido político......Lo que sí es cierto, es que el PRI ha dejado escapar a muchos de sus cuadros más capacitados en la actividad de campo y eso le ha dañado mucho. Pero ya viene de tiempo atrás y en gran parte se debe a los malos dirigentes priístas nacionales sobre todo, que han actuado sin conocimiento, pero también sin emoción; como simples burócratas.

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