Lunes, 19 Septiembre 2016 17:54

La reestructuración del PRI

Columna | P u l s o    P o l i t i c o

  La necesidad de reestructurar al Partido Revolucionario Institucional, en Puebla y tal vez en todo el país, viene de hace mucho tiempo, pero sus dirigentes hasta ahora han tomado cartas en el asunto.

  Como partido hegemónico que fue, el PRI siempre tuvo la mejor estructura, la mejor organización.

  A raíz de la llegada del grupo tecnocrático al poder, encabezado por Carlos Salinas de Gortari, esa estructura y esa organización, empezó a “hacer agua”. Fue una medida perversamente aplicada, pues la intención de ese grupo era acabar con el partido surgido de la Revolución Mexicana de 1910, para sustituirlo por otro que se apegara a los intereses de ese grupo, formado en los Estados Unidos y fiel servidor de las políticas estadounidenses para América Latina.

  Cuando Salinas arribó a la Presidencia de la República, su primera medida fue eliminar a los políticos formados en las filas del PRI y sustituirlos con tecnócratas egresados con honores o sin ellos, en prestigiosas universidades del país vecino.

  Los priistas tradicionales, ya sin cargo, poco a poco fueron desapareciendo del panorama político de México.

  Los jóvenes con aspiraciones dentro de la administración pública, empezaron a emigrar para estudiar en universidades gringas, pues tener titulo de licenciatura, de cualquier universidad mexicana, ya era totalmente insuficiente. Los doctores graduados en Harvard y en cualquier otra institución de prestigio de los Estados Unidos, aseguraban empleos de calidad en todo sentido, dentro del sistema político mexicano. Y así tuvimos durante dos sexenios, gobiernos federales conformados por mentes brillantes formadas en universidades extranjeras, primordialmente, del vecino del norte.

  Hasta a los gobernadores les tocó “la modernización” impulsada por el salinismo: la mitad de ellos fueron “renunciados y sustituidos por gente afín al nuevo grupo de tecnócratas”, sin que nadie protestara, sin que nadie dijera nada. Claro, los priistas siempre han sido institucionales.

  Y así como los diferentes gobiernos, en aparente o real complicidad, fueron contribuyendo a deteriorar a Pemex, la empresa emblemática del Estado Mexicano, hasta llegar a su real privatización, así también se fue desmantelando al PRI hasta llegar a la entrega del poder al PAN, partido de derecha y eterno adversario del liberalismo representado por el Revolucionario Institucional.

  Bueno, pues en los tiempos de Ernesto Zedillo, el tecnócrata que sucedió a Salinas, los priistas hicieron un intento de rebelión, al exigir que el candidato a la Presidencia, para suceder a Zedillo, fuera un político y no un tecnócrata.

  El deseo del “populacho” fue cumplido, pero lo que nadie esperaba, fue que ese aparente triunfo priista, fuera revertido el día de la elección, cuando el propio Presidente, salió, cuando todavía había casillas abiertas para recibir el voto ciudadano, a anunciar el triunfo del candidato panista Vicente Fox.

   Lo demás es historia que todavía no acaba, pues el desastre provocado por los gobiernos panistas, todavía lo estamos sufriendo, sobre todo ese de la “guerra al narcotráfico”.

  “Lo que los gobiernos hacen, su partido lo resiente”, dijo hace muy poco Manlio Fabio Beltrones, un político hecho en México, cuando renunció a la presidencia de su partido.

  Y en este caso, lo que el PRI resintió desde que Salinas llegó al poder, fue su desestructuración, su desorganización.

  En Puebla, a raíz del triunfo de la alianza partidista en el 2010, el PRI quedó hecho trizas. Desaparecieron o dejaron de funcionar sus comités municipales y seccionales, la base de su organización.

  Y ha sido hasta hace unas semanas, cuando el dirigente estatal priista, Jorge Charbel Estefan Chidiac, ha anunciado la reorganización de sus comités municipales, que constituyen el alma del priismo local.

  La clave para que la elección de los nuevos comités en los 217 municipios tenga éxito, es la selección cuidadosa de los delegados del comité estatal para cada municipio.

  Honestidad y seriedad, además de conocimiento real del partido, son virtudes necesarias para quienes van a dar principio al proceso de reestructuración.

  Sin renovar y fortalecer la estructura y la organización del partido, no podrá hablarse de unidad. La unidad del PRI en la entidad, es sumamente necesaria para que ese partido pueda recobrar el poder en el 2018 y esa unidad, deberá pasar forzosamente por una previa recomposición de sus órganos de dirigencia.

  El trabajo ya ha empezado, ojalá y sea exitoso. Hay que cuidar mucho que en este proyecto no intervengan intrigantes de tiempo completo, ni oportunistas que lo único que buscan es poder y dinero, sin siquiera tener idea de qué es y qué significa el dicen, es su partido.

Publicado en COLUMNAS

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