Domingo, 18 Agosto 2019 19:05

Incertidumbre

El futuro inmediato parece estar definido por una palabra: incertidumbre.

La confianza en los mercados mundiales se evapora. La economía se ve afectada por la política, poblando de nubarrones el horizonte.

Las señales de lo que puede venir no son menores ni alentadoras. Dos de las principales locomotoras mundiales están maltrechas.

Europa, por una parte, se encuentra ya en los linderos de la recesión. Los focos de alarma se terminaron de disparar la semana pasada, cuando Inglaterra contrajo su economía por primera vez en 7 años. La ansiedad que provoca lo desconocido infectó ya la actividad económica. Habrá Brexit, dice la política. Y lo habrá, además, duro. Eso, en términos reales, puede significar cualquier cosa.
 
La epidemia comienza a mostrar síntomas por todo el viejo continente: en el mediterráneo se comienza a hablar de un posible Italexit. La Unión Europea creció sólo a un comatoso 0.2% y su principal motor, Alemania, cayó ya bajo el embrujo del estancamiento.

Asia no está en mejores condiciones. Corea del Sur y Japón llevaron su rivalidad al terreno comercial, inyectando una dosis de adrenalina adicional a los mercados del mundo. El foco más intenso, con todo, no está aún ahí, sino en China.

La segunda economía mundial está comenzando a resentir los efectos de presiones múltiples. La primera y más evidente: la guerra comercial con Estados Unidos. Bajo ella, sin embargo, se incuban problemas adicionales de gran magnitud. La crisis de gobernabilidad de Hong Kong, las presiones de su sistema financiero y la evidencia de una burbuja inmobiliaria, han empujado el decaimiento del coloso asiático. Su sector industrial creció solamente 4.5%.

La prueba de que es la política la que está exacerbando la incertidumbre la tuvimos en Argentina: el retorno anticipado del populismo llenó de temor a los mercados, provocó una devaluación inmediata y desplomó a la bolsa.

La gran locomotora mundial, Estados Unidos, sigue en marcha, sin embargo. Ha disminuido su ritmo de crecimiento, pero la creación de empleos y el nivel de salarios sigue siendo bueno. La Reserva Federal tuvo que bajar las tasas de interés para darle vitaminas a la economía.

Con todo, también en Estados Unidos la política comienza a afectarlo todo. El ánimo interno hace que proliferen las matanzas, los tiroteos y el discurso de odio. La guerra comercial con la segunda economía tendrá nuevos capítulos.

La respuesta de China a la amenaza trumpiana de incrementar aranceles, enfocada a golpear a productores agrícolas, lastimó a la base electoral de Trump. La prolongación del conflicto favorece ahora a los asiáticos. Trump pospuso a diciembre la entrada de sus sanciones, con el objetivo de dar más tiempo a las negociaciones pero también para que su amenaza tenga más fuerza al perjudicar las ventas navideñas. No obstante, ya el próximo año será electoral en Estados Unidos y eso juega en favor de China.

La acumulación de factores implica que los mercados no saben lo que va a ocurrir. Por eso las bolsas se desplomaron. Los precios del petróleo disminuyen. Millones de inversionistas corren a refugiarse en el dólar y las tasas de los bonos a largo plazo bajan al mínimo.

El contexto global será muy complejo. Para una economía como la mexicana, que depende en gran medida de sus exportaciones a Estados Unidos, una recesión futura sería terrible.

Si ocurre, la única forma de sortearla sin daños excesivos sería con un potente mercado interno.

Pero eso, también, requiere de certidumbre.

Y simplemente no existe.

Twitter | @fvaquezrig

Publicado en COLUMNAS

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