Columna | P U L S O   P O L I T I C O

                  El ingeniero Alberto Jiménez Merino, ex candidato del PRI a la gubernatura de Puebla, planteó ayer un panorama deprimente de la situación del país, en lo que se refiere a la pérdida de empleos y al aumento de número de mexicanos en pobreza extrema, lo cual es absolutamente cierto. Pero él lo achaca a que el gobierno federal “trata de recomponer el pasado” y no se aplican políticas públicas para que en unidad, los mexicanos, encabezados por un líder que en vez de unir y promover el desarrollo, divida y se la pase hablando de corrupción, sin reparar que no todos somos corruptos.

                 Siempre hemos pensado, con bases sólidas en que el ingeniero Jiménez Merino no es corrupto. Es un hombre dedicado a su trabajo y siempre ha dado resultados positivos en los puestos públicos que ha desempeñado, casi todos relacionados con el medio rural, pero pensar que la actual situación económica del país y los problemas de inseguridad que se tienen, son porque el gobierno esté ocupado en recomponer el pasado y no atienda los problemas del presente, es un grave error.

                 La crisis económica, es consecuencia de la enorme corrupción que ha habido en México y de la pandemia que padece el mundo.

                 El país estuvo siendo saqueado durante décadas por una clase política corrupta que desde la cúspide del poder se dedicó a eso, a obtener enormes cantidades de dinero, ilícitamente, sin atender los problemas, las necesidades de la población en el tema de salud, educación, vivienda, bienestar general.

                 Se abandonó, y eso lo sabe muy bien el ingeniero Jiménez Merino, la producción en el campo. Somos un país dependiente en alimentos básicos como maíz, frijol, arroz, que tenemos que importar a precios elevados en el extranjero. Lo más grave es que ese hecho nos convierte en un país dependiente, como también nos hemos convertido, por obra y gracia de la corrupción, en un país que siendo productor de petróleo, seamos dependientes de energéticos.

                Nada es tan grave para una nación, decía el licenciado Carlos M. Ibarra, como depender del extranjero en alimentos y en energéticos.

                El gobierno actual no puede detener su combate a la corrupción y buscar la unidad de todos los mexicanos, como Juárez no podía detener su lucha contra el predominio del clero católico durante la Reforma, ni tampoco Francisco I. Madero podía detener su lucha contra el porifiato para establecer un gobierno democrático m´s justo.

                 Se vino el problema de la pandemia del coronavirus y eso complica las cosas, sobre todo que es un problema mundial, que ha hecho desplomarse a las más fuertes economías del mundo, pero eso no debe hacernos volver al pasado: pedir préstamos al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional o al Banco Mundial o rescatar a las grandes empresas haciéndoles préstamos multimillonarios, para después trasladar el adeudo al pueblo de México, como se hizo con el Fobaproa.

                PERO ADEMÁS DE TODO ESO DEBE quedar claro, que los gravísimos problemas heredados de la inseguridad y la violencia, iniciados en los gobiernos panistas, el problema de la desigualdad y la pobreza extrema, no se resuelven en dos, tres o seis años. Se requiere de mucho más tiempo, pero hay que empezar desde ahora o de otra manera, esperar un estallido violento que vendría a agravarlo todo.

                La pandemia ha hecho estallar el descontento no solo en los países de América Latina, sino en países de todo el mundo, incluyendo a los civilizados, avanzados y ricos países europeos. La situación es difícil para todos, no solo para México, lo cual no es consuelo para nadie, pero hay que entender los problemas que vivimos, que son herencia del pasado, unos y producto de la pandemia, otros.

               NOS ACABAMOS DE ENTERAR DEL fallecimiento de nuestro gran amigo el contador Rafael Moreno-Valle Sánchez. Un empresario, promotor del deporte, de la fiesta brava, ex director de la Escuela de Ciencias Económico-Administrativas de la UAP en los duros años sesentas que vivió la única universidad que entonces había en Puebla. Fue catedrático de su Alma Mater.

               Rafa, como era conocido en todos los círculos sociales, era un hombre carismático, amigo de todo mundo. Muy apreciado, un ser humano de excepción.

               Impulsor del béisbol, del básquetbol, de la fiesta de toros. Fue dueño del equipo Pericos de Puebla y del equipo de futbol representante de la entidad.

              Dinámico, entusiasta, extraordinario amigo.

              Desde este espacio enviamos nuestro más sincero pésame a su esposa Olivia Salomón, actual secretaria de Economía del Estado y a todos sus hijos. Nos unimos a su pena y hacemos votos por su pronta recuperación. 

Publicado en COLUMNAS

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