Columna | P U L S O   P O L I T I C O

      Fuera de quienes están interesados en ser candidatos a un puesto de elección popular, la indiferencia es la que prevalece entre los ciudadanos en general, por las elecciones del 2018, que han sido calificadas, con razón, como las más importantes de la historia de nuestro país, porque será la primera vez, que en un solo día se votará para elegir a quienes nos gobernarán en los tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal.

        Serán las más importantes, es cierto, pero también las más riesgosas.

        El país está librando batallas no solo contra la delincuencia organizada y común,  sino contra autoridades de todos los niveles, involucradas en el narcotráfico, en el robo de combustible y en otras áreas.

        También está muy descontento contra la impunidad, que es la causa del incremento de las bandas delincuenciales y de la criminalidad que provocan. Hay descontento por el abandono del campo, por la falta de empleo, por la pobreza generalizada.

      Cada día son más los jóvenes que han perdido la esperanza y eso es sumamente grave y peligroso. Un pueblo de jóvenes sin esperanza, puede sufrir una catástrofe humanitaria.

       Dicen que el presidente brasileño, Lula da Silva, dijo un día: “En Brasil, el 70 por ciento de la población no puede dormir, porque no ha cenado; y el 30 por ciento restante no puede dormir, porque teme que ese 70 por ciento se rebele”

         Otro presidente, éste de los Estados Unidos, John F. Kenedy, en un discurso pronunciado ante sus conciudadanos, afirmó: “O damos algo de lo que tenemos, o perderemos todo lo que tenemos”.

         Y en los tiempos de Kenedy y de Lula, la pobreza era menor de la que hay ahora.

         Hay descontento generalizado en el mundo y México es parte del mundo y los políticos de todas partes, pero principalmente los nuestros, parecen no entender la realidad, parecen seres de otro planeta, que no comprenden lo que está pasando.

         Lo peor del caso, es que no saben, por qué está pasando. Si tuvieran sentido común se darían cuenta que el problema es la economía. El sistema neoliberal nos ha hecho retroceder y nadie, ningún político de la izquierda, de la derecha o del centro (esas clasificaciones ya no tienen validez en la realidad) ha hablado de cambiar el sistema económico que nos fue impuesto en los tiempos de Carlos Salinas de Gortari, o de siquiera modificar algunas de las partes más agresivas para las clases populares, que son las que han resultado más afectadas. Nadie habla de eso, como si lo tuvieran prohibido.

        Tampoco las dirigencias partidistas aciertan a formular programas de beneficio para todas las clases sociales. Los grupos opositores, se lanzan contra quienes están actualmente en el poder, para agredirlos con insultos, no con argumentos. No hay propuestas para cambiar las cosas. ¿O alguien ha presentado alguna para aminorar la violencia en nuestro país que cada día cobra más vidas de gente joven? ¿Algún partido ha presentado un plan para impulsar la agricultura de productos básicos o un proyecto viable de ganadería de traspatio? Sí, ha habido algunas, pero las hacen funcionarios o profesionales aislados, que no son respaldados por quienes deben hacerlo para convertir esos proyectos en realidad.

         Nuestro país lo tiene todo para ser realmente independiente, pero o no podemos o no queremos serlo.

          El tan comentado préstamo solicitado por el Ayuntamiento poblano, para combatir la inseguridad y pavimentar calles, es un ejemplo de lo que hemos dicho líneas arriba. Lo que causó no fue un análisis de la problemática de la violencia, de la inseguridad, sino una serie de rumores políticos, ciertos o falsos, pero no realistas.

       Nuestro colega Arturo Rueda, en su columna “El Nigromante”, publicada ayer en este diario, dice la verdad: el objetivo es aminorar el descontento popular por el crecimiento de la inseguridad, con fines electorales. Y realmente en las manos del presidente municipal, Luis Banck, está el futuro del grupo morenovallista del PAN, que con la solicitud del préstamo rompe abiertamente con uno de los postulados del grupo, “hacer cosas sin pedir un solo peso prestado”.

        Pues ya tuvieron que pedir 800 millones, de los que solo se autorizarán 560, para el programa de seguridad y para el de pavimentación de calles, que es otra de las causas de descontento y de crítica de los ciudadanos: si ya se taparon 20 mil baches, pues ya se abrieron otros 20 mil, porque las calles y avenidas, salvo algunas excepciones, están infames.

         Pero muchos se preguntan, si con más patrullas se va a solucionar el problema de la inseguridad.

         En el estado de Guerrero, hay miles de soldados y policías en las calles, con vehículos blindados y hasta con ametralladora al frente y la criminalidad y lógicamente la inseguridad, van en aumento. No hay que olvidar al elemento humano, no solo capaz, bien entrenado, sino bien pagado y bien asegurada su familia.

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