Columna | P U L S O     P O L I T I C O

           Los actos violentos, que se dieron en las asambleas distritales de los estados de San Luis Potosí, Durango, Sonora, Sinaloa, Zacatecas, Chihuahua, así como la suspensión de ocho de las dieciséis asambleas anunciadas en Jalisco para evitar la violencia incluso con armas de fuego, revelan lo que en este espacio hemos venido diciendo desde hace algún tiempo: el partido en el poder en México, carece de estructura y de organización, no tiene una línea ideológica común y por lo mismo puede ser infiltrada, por gente ajena a la organización, como afirman sus dirigentes, para reventar sus asambleas internas con miras a renovar sus dirigencias locales y nacional.

           Edgar Garmendia de los Santos, secretario general del comité estatal de Morena en Puebla, afirma que es posible que en la entidad también se den actos de violencia como en los estados mencionados, aunque los militantes autorizados y con registro para participar en las asambleas del día 20 de este mes (el próximo domingo) se están preparando ya para evitar que este tipo de situaciones, se repliquen aquí.

          La secretaria general de Morena a nivel nacional, en funciones de presidenta del partido, Yeidkol Polevnky, ha suspendido la realización de estos procesos por la violencia, dijo y por el padrón inflado que ha estado denunciando desde semanas atrás. Pero esto no garantiza que el proceso vaya a suspenderse, pues la dirigencia nacional es mal vista por los morenistas de varias entidades de la república, pues dice que pretende desconocer a los militantes que no forman parte de su grupo, tanto en la capital del país, como en la provincia.

          El problema real es que la dirigencia nacional ha fracasado en el trabajo que debió emprender hace tiempo: la conformación de un auténtico partido político, con estructura, con organización, con disciplina partidista y con una  línea ideológica común.

          No es una tarea fácil cohesionar a una organización conformada por elementos llegados de otras formaciones políticas, con diferentes objetivos, con distintas formas de pensar.

           Los partidos de oposición en México, han sido un desastre. La mayor parte de ellos, están llenos de oportunistas, sin ideología, sin disciplina, sin nada que aportar. Morena tuvo esa conformación y así ha continuado pese a haber llegado ya al poder casi total en la república.

           El mayor capital político de Morena, ha sido Andrés Manuel López Obrador, a nivel nacional y Miguel Barbosa Huerta, a nivel local y los militantes de su partido, no parecen tener interés en ayudarlos a bien gobernar el país, sino por el contrario, parecen ser un estorbo para la Cuarta Transformación.

            Si Morena no llega a transformarse en un auténtico partido, con militantes responsables, ideologizados y organizados, las consecuencias en el corto plazo, podrían ser que perdiera la mayoría en el Congreso de la Unión y en los estados donde también tiene mayoría en las diputaciones locales y la pérdida de importantes ayuntamientos del país, entre ellos Puebla, también sería consecuencia de la falta de liderazgos, de disciplina, de estructura y de organización.

              Javier Cacique, secretario de procesos electorales del comité nacional del PRI, anunció que la elección de la nueva dirigencia estatal de su partido en Puebla, será abierta, es decir, los priístas podrán votar libremente por quien quieran que sea el dirigente del Revolucionario Institucional en la entidad.

               Los priístas, que fueron los políticos con más oficio, con mayor sensibilidad social y política del país y que por eso estuvieron en el poder total casi ochenta años, perdieron esas habilidades a raíz de la irrupción de los tecnócratas que llegaron para destruirlo todo y ellos se dejaron mansamente, por exceso de disciplina.

              Ahora sufren las consecuencias y pretenden hacer una elección de dirigencia local, con un sistema que grupos de militantes de todas partes estaban exigiendo desde hace años y a lo que los dueños del partido se negaban obstinadamente.

            No hay que perder las esperanzas, pero nosotros dudamos ya, de que se logre la democratización priísta.

             El país, con el neoliberalismo, sigue sufriendo las consecuencias políticas, económicas y sociales de un sistema impuesto desde el exterior, que desde el principio chocó con la realidad.

              Si en México se hubieran rebelado las clases populares, como en Ecuador se rebelaron las comunidades indígenas ante un decreto que encarecería los combustibles con repercusiones para el empobrecimiento general de la población, otro gallo nos cantara. Por fortuna con el gobierno actual ya se repudió el sistema neoliberal y se combate la corrupción en serio. Eso da esperanzas a la población de un futuro mejor, aunque no les guste al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, dos de las instituciones internacionales, encargadas de calificar el progreso o el estancamiento de las naciones subdesarrolladas, de acuerdo a la obediencia que dieran a sus indicaciones. Los países que obedecieran las órdenes de esos dos organismos, serían elogiadas, las que no, merecerían una mala calificación, equivalente a la reprobación de un alumno de primaria o secundaria.

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