Domingo, 22 Septiembre 2019 19:33

Los mejores y los peores tiempos

Columna | En pocas palabras

Durante varias semanas, por cuestiones de salud, tuve que dejar mi actividad periodística, una profesión difícil, más ahora, pero que finalmente nos lleva a vivir una vida llena de aventuras y de conocer y conocernos más como humanos. Repuesto, Gracias a Dios, de la afectación que tuvo mi vista, con renovados bríos, retorno a esta actividad apasionante, emocionante, como al inicio de ejercerla, con la única finalidad, informar, no sin antes agradecer a mi familia y amigos que tuvieron palabras de aliento durante mi recuperación.

Muchas cosas ocurrieron durante tantos días en nuestra ciudad, estado, país, en todos aspectos que han afectado sobremanera a los poblanos y mexicanos en general, por la violencia en que se encuentra nuestra república. Hay mucho que hablar al respecto, pero en esta ocasión lo haré en dos acontecimientos muy personales, relacionados con esta vocación, arte o profesión que es el periodismo.

En alguna ocasión, Gabriel García Márquez, Nobel de Literatura, manifestó lo siguiente: “ El periodismo en una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no lo haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso,  podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente”.*

Sirva lo anterior en recuerdo al colega Mauro González Rivera, también conocido como “Magori” y el Jefe Mauro” quien dejó de existir hace unos días a los 81 años de edad, después de penosa enfermedad. Nuestra solidaridad con su familia y en particular con su hijo, el colega Luis Alberto González González.

Tomo también las palabras del colombiano, periodista, escritor, García Márquez “Gabo” para agradecer al Club “Primera Plana” que preside el licenciado José Luis Uribe Ortega, y a la colega Leticia García Polo, Presidenta de la Asociación de Mujeres Periodistas y Escritoras de Puebla A.C. –Ampep- por haberme hecho partícipe de la entrega, el pasado día 20 del presente, de un reconocimiento, por 50 años de labor en este quehacer periodístico. Oficio de lo más expuesto, pero en el que seguiremos informando a pesar de, los obstáculos que se presente. Varios compañeros, reporteros, hombres de la lente, de diversos medios de nuestra entidad y de otros estados, también recibieron reconocimientos por 40, 35, 30 y 25 años de trabajar en estas lides. Mis congratulaciones a todos…Hasta la próxima entrega…D.M.

*Las palabras de García Márquez fueron tomadas de una compilación de Omar Raúl Martínez.

Publicado en COLUMNAS
Domingo, 16 Abril 2017 13:31

El poderío de los léxicos latinos

Artículo | Algo Más Que Palabras

    Si ya en su época Rubén Darío proporcionó al mundo una corriente poética latina verdaderamente rompedora y modernista, el colombiano García Márquez situó también la narrativa hispanoamericana, en el sublime pedestal de la literatura mundial, con la publicación de: "Cien años de soledad" (1967). De idéntica forma, el novelista y ensayista Mario Vargas Llosa acrecienta esta explosión lingüística latina, junto a Octavio Paz (un poeta intrépido), José Donoso (siempre implicado en temas sociales), Alejo Carpentier (acrecentando sus historias de ficción con sus fuentes históricas), Ernesto Sábato (un hombre de verbo existencialista que ahondó sobre los abismos de la naturaleza humana), Pablo Neruda (el poeta que le cantó al amor como nadie), Gabriela Mistral (hizo del lenguaje coloquial una velada reflexiva), Juan Rulfo, Roa Bastos, Jorge Luis Borges, Onetti, Cortázar, y tantos otros, que hicieron de la lengua española una cadena de pensamiento solidario. A todos ellos, hemos de agradecerles el cultivo de la palabra, pues si Cervantes unió todos los géneros literarios para activar un estilo incluyente de ideas, estas gentes latinas de hondo pensar, asimismo nos trenzaron una comunión de voces, uniéndonos a todos los hispanoparlantes. Este es el gran mérito, la unidad para fortalecer los ideales, los propósitos y principios innatos, el bienestar general de los pueblos. Por ello, que las  Naciones Unidas celebren el Día del idioma español (23 de abril) para apoyar los programas y el desarrollo del multilingüismo y el multiculturalismo, de alguna manera nos mueve la conciencia, para poner en valor el imperio de las palabras.

    No hay espejo que mejor refleje nuestra imagen que su modo de decir. Precisamente el poderío de los léxicos latinos, en mi humilde juicio, llega por ese proceder natural de expresar grandes pensamientos con sencillas voces. Sea como fuere, hemos de regresar a la letra impresa, a los clásicos, a los libros de siempre, de todo momento, que son aquellos que nunca decepcionan. Ellos pueden hacernos despertar, recordarnos lo mezquino y estúpidos que somos en ocasiones. Ciertamente, el día del idioma español se conmemora en honor a Miguel de Cervantes Saavedra, pero deberíamos igualmente evocar a los artífices de esa literatura hispanoamericana, única e imprescindible en nuestra lengua, trascendente a más no poder. A propósito, me viene a la memoria aquella célebre frase del escritor argentino, Jorge Luis Borges (1899-1986): "siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca". Ahí está el edén de las letras para despertarnos de la miseria humana. Hoy más que nunca requerimos estar alerta, saber discernir, pues tan importante como dominar la tierra es aprender a convivir armónicamente. No me cabe duda, que a través de la literatura podemos encauzar otro mundo más habitable, puesto que es siempre el cultivo de lo auténtico, lo que genera buenos sentimientos. En efecto, el ser humano es un ser espiritual en continua búsqueda, que necesita reencontrarse con el diálogo, dejarse cautivar por la belleza, y hemos de reconocer que, en los autores latinos, hay un manantial de conocimiento y de experiencia contemplativa que nos ayuda a comprendernos más y mejor; y, sobre todo, a conducirnos por la vida.

    Con razón, el VII Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado recientemente en San Juan de Puerto Rico, homenajeó la creatividad en español. Y en esto, hemos de ser justos. Lo recordaba el gran escritor Jorge Edwards, el día de la inauguración, con unas palabras que no me resisto a recordarlas: "Nuestros universos verbales son amplios universos mentales. Lo que necesitamos, en consecuencia, es fidelidad, conocimiento y respeto del pasado, para entrar en el futuro con paso firme. No perdernos en las ramas, en la inseguridad, en el dogmatismo, en las malas imitaciones. Tenemos un idioma rico, de una extensión y una diversidad geográfica impresionantes, y un pensamiento que siempre evita la ostentación, pero que sueña y a la vez cala en la realidad. Es una lengua que hemos escuchado siempre, que nos remueve las entrañas cada vez que volvemos a escucharla, como dijo, sabia y terca, Gabriela, y que una vez más nos convoca". Emplazarse para conversar siempre es bueno. Como en otros momentos, hoy también el apasionamiento de los léxicos latinos, nos cita y nos reúne a ser creativos respecto al futuro. Ellos rompen los esquemas, toman fuerzas literarias, y se reinventan impulsos para dignificarnos mediante un diálogo fecundo. Esto es importante. No podemos quedarnos inmóviles, es hora de acciones concretas. Un itinerario vivencial, como el que muestran los autores hispanohablantes, ha de ayudarnos, sin duda, a tener una mirada más amplia y lúcida, cuando menos para valorar mejor los recursos que ya han sido utilizados por nuestros predecesores. Quizás deberíamos aprender mucho más de nuestras historias.

    En este sentido, la literatura latina no es un corazón cerrado, sino abierto, comprensivo, que fomenta el cambio de actitudes, reflejando la realidad que nos circunda, siempre en movimiento, por lo que no admite algo estático en nada. Todo cambia, nada permanece. La razón está por encima de la sensibilidad y la imaginación. También nuestros léxicos evolucionan y nos revolucionan. Exaltan valores humanos mediante la riqueza expresiva del lenguaje. No somos estatuas de museo. Somos caminantes y el camino lo tenemos que trazar cada día, también con nuestra actitud de entendernos, pues, aunque tengamos un idioma que respete el tronco principal latino, siempre habrá diferencias de pronunciación y vocabularios de un sitio a otro. No olvidemos que la verdadera humanidad, más que una ciencia a laborar es un estilo de vivir, que está muy por encima de los apasionamientos políticos, de las diferencias de raza e idioma y de los sectarismos religiosos. Y como tal genera su propia literatura. América, como dijo Alfonso Reyes, siempre fue tierra de fascinación, fraguándose a partir del enfrentamiento de dos culturas: la "aborigen" y la "europea". Por consiguiente, me atrevería a subrayar, que la originalidad de los léxicos latinos radica en sus literatos, que beben de las experiencias de la fusión de razas, de la influencia de paisajes distintos, de la realidad de gobiernos injustos y de las propias injusticias sociales vertidas en sus territorios.

    Fruto de este hacer creativo, la literatura en español, es una de las más prolíficas del planeta, ya no sólo por la lengua en la que se ha escrito y se escribe, siendo una de las más difundidas, sino por la calidad y el volumen tan logrado y diverso, de sus aportaciones a nuestra propia existencia. Los léxicos latinos, efectivamente, nos acercan esa estética de mestizaje permanente, que nos enriquece y aporta nuevos conceptos que nos entusiasman,  ya que las cosas que se labran con amor y con voluntad, en busca de aquello que se desea o en lo que se piensa, raramente pueden dejarnos indiferentes. Si Cervantes fue quien mereció el título de Príncipe de los Ingenios Españoles, por su obra "Don Quijote de la Mancha", la literatura hispanoamericana en los últimos tiempos también ha contribuido a enriquecernos una lengua muy rica en expresiones, lo que nos engrandece como seres humanos al interiorizar los sentimientos y valores de numerosas naciones de América Latina, gracias a sus grandes literatos, que han sabido imprimirlos a través de sus extraordinarias obras de integración humanística, donde no cabe el idioma de la hipocresía, de las palabras demasiado azucaradas o vacías, sino el de la verdad aunque nos duela. Tantas  veces somos engañados por lo aparente, que deberíamos poner este poema de Machado en nuestro horizonte: Tú verdad no; la verdad/ y ven conmigo a buscarla./ La tuya, guárdatela". Ojalá esta huella nos active a ser más fraternos, como lo es nuestro lenguaje, próximo con el prójimo y vivo con la vida.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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