- “El nivel educativo en el estado es extraordinario, por eso la presidenta de México aprobó que los proyectos de desarrollo tecnológico, para lograr la soberanía tecnológica, se realicen en Puebla”, afirmó el gobernador Alejandro Armenta.

- Se destinan más de 5 millones de pesos para mejorar espacios educativos, detalló el secretario, Manuel Viveros Narciso.

PUEBLA, Pue.- El gobernador Alejandro Armenta encabezó en el Centro Escolar Gustavo Díaz Ordaz la entrega de apoyos del programa “Por Amor a Puebla: ¡Rehabilitemos Juntos tu Escuela!”, una estrategia que impulsa mejoras directas en la infraestructura educativa, en colaboración con comunidades escolares, que incluyen al Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

Durante la ceremonia, el mandatario subrayó que cada acción a favor de las instituciones educativas fortalece la formación de niñas, niños y jóvenes, quienes encontrarán condiciones adecuadas para su aprendizaje.
El evento resaltó la cercanía del gobierno estatal con las familias y reafirmó la visión de paz, bienestar y confianza impulsada junto con la presidenta Claudia Sheinbaum.

El gobernador reafirmó que Puebla tiene el clúster educativo más importante después de la Ciudad de México, y es la segunda entidad con mayor nivel de oportunidades educativas a nivel superior. “Aquí se forman generaciones de toda la República y de muchos lugares del mundo. El nivel educativo es extraordinario, por eso la presidenta de México aprobó que los proyectos de desarrollo tecnológico que ella promueve, para lograr la soberanía tecnológica, se realicen en Puebla”.

El secretario de Educación, Manuel Viveros, informó que el programa beneficiará a 41 mil 220 alumnas y alumnos de 107 escuelas del municipio de Puebla, mediante la entrega de cubetas de pintura y de impermeabilizante, con una inversión de 5 millones 358 mil pesos. Precisó que esta intervención responde a la necesidad de recuperar salones, techos y áreas comunes con apoyo directo de los comités escolares.

En su intervención, el presidente municipal, Pepe Chedraui, resaltó la coordinación entre los tres órdenes de gobierno para consolidar espacios educativos seguros, donde la infraestructura adecuada abre oportunidades y fortalece el futuro de la capital. Señaló que estas obras generan confianza en las familias al saber que las escuelas poseen condiciones óptimas.

El delegado federal de Bienestar, Rodrigo Abdala, explicó que el programa federal “La Escuela es Nuestra” complementa el esfuerzo estatal al permitir que los padres de familia administren los recursos destinados a la mejora de los planteles. Destacó que esta participación comunitaria fomenta corresponsabilidad y empodera a las comunidades educativas para decidir lo que más necesitan.

Por su parte el director del Centro Escolar Gustavo Díaz Ordaz, Alejandro Núñez Quiroz, agradeció los apoyos recibidos y expresó que la dignificación de los espacios escolares impulsa el desarrollo integral del alumnado. Reconoció que la rehabilitación de aulas, baños, celdas solares y sistemas de captación pluvial fortalece el proceso de enseñanza y refleja el compromiso del gobierno estatal con la educación pública.

El programa “Rehabilitemos Juntos tu Escuela” reafirma la apuesta del gobierno estatal por entornos educativos dignos, seguros y funcionales. Con estas acciones, Puebla avanza hacia escuelas que generan sentido de pertenencia, favorecen el aprendizaje y sostienen la confianza de miles de familias que ven en la educación la base de un futuro en paz.

Publicado en GOBIERNO
Domingo, 12 Julio 2020 21:36

Estos años

El país no vivía días tan aciagos en décadas. Los fines de sexenio, de Díaz Ordaz a López Portillo, fueron agónicos.

El mandato de Miguel de la Madrid estuvo lleno de pesar. No se equivocó cuando, un día antes de tomar posesión, advirtió a los miembros de su gabinete: “No los invito a una fiesta, sino a un velorio”.

Lo más parecido a esto que vivimos fueron los años terribles de 1994/1995. Comenzaron con un desgarramiento de la paz y se extendieron a una bancarrota nacional que mandó a la pobreza al 60% de la población. Hubo magnicidios. Secuestros. Encarcelamientos. En fin: una pesadilla.

Lo que estamos viviendo, en su fuerza destructiva, en su vastedad y velocidad, no tiene parangón.

Hay un proceso de desmantelamiento de la democracia, de la administración pública, de los procesos de generación de riqueza, de la salud y la educación pública.

La crisis del Covid no desató esta desgracia: le metió el acelerador a fondo. El carro ya iba en marcha.

La crisis del 94/95, sin embargo, fue un proceso doloroso pero concluyó con un nuevo empuje nacional.

En 1996 se gestaron los acuerdos que desembocaron en la creación del IFE: una institución autónoma y ciudadana que dio certeza a los procesos electorales.

La gente le tomó la palabra al régimen: Salió a votar masivamente y a castigar. Fue así, a fuerza de votos, que el PRI perdió su hegemonía en la Cámara de Diputados.

Las mayorías, en política, se votan o se construyen. Las oposiciones no lograron el número mágico para desplazar al PRI de la Cámara pero pactaron y construyeron un bloque opositor mayoritario.

La izquierda ganó el gobierno de la capital.

Tres años después, llegó la primera alternancia en 80 años. Hubo, así, un efecto regenerador después de la tragedia que provino desde la sociedad civil y de un grupo de políticos que estuvo a la altura de los desafíos y supieron dar cauce institucional al malestar.

Pese a la densidad de la tragedia que sufrimos -en infectados, en muertes, en destrucción de empleo- se percibe una creciente conexión de los ciudadanos con la necesidad de corregir el rumbo del país.

El sentimiento dominante de preocupación irá acompañado de una creciente movilización social.

Hay un resurgimiento de la importancia de los gobiernos estatales, de las dirigencias empresariales, del rol de los tribunales. Cada vez hay más actores dispuestos a dar un paso al frente para generar alternativas al grave deterioro nacional.

Este hecho se acompaña de dos certezas: el sentido de urgencia y la certeza de la inminencia de la pérdida. Son dos poderosos motores del activismo político y social.

Si se logra dar un cauce adecuado a esta inquietud social, en el país emergerá una etapa de reconstrucción de la que surgirá un nuevo rostro y quizá, mejor.

Ojalá que así sea.


Twitter | @fvazquezrig

Publicado en COLUMNAS

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