Columna | P U L S O   P O L I T I C O

             Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, se vivía un ambiente político muy semejante al que estamos viviendo actualmente. El gobierno cardenista impulsaba la política social del partido que surgió a partir del triunfo de la Revolución Mexicana: se inició el reparto agrario, se estableció la jornada de trabajo de 8 horas, se fijó el salario mínimo, se impulsó la educación pública y la atención a la salud para todos los mexicanos y como consecuencia de todo ello, las clases privilegiadas estaban enojadas.

           Demandando las prestaciones que la Ley Federal de Trabajo establecía en beneficio de los obreros y trabajadores de las ciudades, habían estallado muchas huelgas que colocaban la bandera rojinegra y los derechistas de entonces, como los de ahora, inventaron el cuento de que el gobierno cardenista quería sustituir el lienzo tricolor, la bandera nacional, “por el trapo rojinegro que hace ondear por todas partes”.

           Y fue entonces cuando en el Estado de Guanajuato, en 1935 y en Puebla en 1936, se organizaron los primeros homenajes a la Enseña Patria, para “desagraviarla”, y de esas manifestaciones masivas, arrancó la celebración del 24 de febrero, que en el gobierno de Manuel Avila Camacho, se oficializó y desde entonces los homenajes al lienzo tricolor se extendieron por todo el país, demostrando las mentiras de los conservadores de entonces, que ahora ya ni se acuerdan de lo ocurrido hace más de ocho décadas.

          LA CITA A “LOS CIUDADANOS LIBRES”, FUE EN el Paseo Bravo. Ahí se concentraron todos los participantes convocados por un comité integrado por un trabajador independiente y por personas dedicadas a diversas actividades, menos empresarios importantes, que estaban atrás de todo, pero que como ahora, no querían dar la cara, no por humildad, sino tal vez por miedo a algún acto represivo del gobierno, al que acusaban de comunista y de enemigo de Dios y su Santa Iglesia.

             PRESIDIDA POR UN ENORME LIENZO TRICOLOR, que decenas de ciudadanos llevaban extendida, se inició el recorrido del Paseo Bravo al zócalo. Miles de personas se apostaron a lo largo de la principal avenida de Puebla, en ese entonces, y de los balcones de los edificios que ahí se encuentran, mujeres guapas y bien vestidas, lanzaban flores, principalmente claveles y rosas, a la Enseña Nacional.

           Varias veces tuvo que ser detenida la marcha, para quitar peso a la enorme bandera, pues la cantidad de flores hacía que el lienzo casi se arrastrara.

           En el zócalo fue la locura: la campanas de la catedral y de los templos cercanos, fueron echadas a vuelo y los aplausos y gritos contra el gobierno, eran ensordecedores.

           ESTE RELATO DE LO SUCEDIDO HACE 87 AÑOS, me lo hizo un periodista del Sol de Puebla, con quien hice buena amistad cuando estaba recién llegado a Puebla de mi natal Guerrero y era estudiante de la UAP y hacía mis pininos en el periodismo.

           De pensamiento conservador, se emocionaba mientras relataba lo que había visto siendo adolescente. Le gustaba contar historias de la Puebla de su niñez y Juventud y de los personajes de esa época, principalmente de Maximino Avila Camacho.

          Lo hecho por el general Lázaro Cárdenas durante su gobierno, quedó para la historia: colocó a México en la era moderna, fundó el Instituto Politécnico Nacional, impulsó la educación en todos sus niveles, principalmente en la formación de educadores, pues no había maestros suficientes para atender a la niñez y juventud de entonces. Fue el creador de las normales rurales, de las escuelas técnicas de agricultura que, tanto unas como otras, tenían internados para los jóvenes de escasos recursos; a través de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, se brindó atención médica a la gente pobre y se protegió a la población infantil, contra enfermedades como el sarampión y la viruela. En fin, surgió una clase media fuerte en las ciudades; en el campo se liberó a los trabajadores de ese sector de la esclavitud a que estaban sometidos en las haciendas y los trabajadores de las fábricas empezaron a gozar de prestaciones que hacían más digna su vida y las de sus familias.

         Quedan muy pocas personas que hayan vivido lo que tuvo lugar hace más de ocho décadas, pero es necesario recordarlo, sobre todo ahora en que las clases privilegiadas están demostrando que no camban, que siguen teniendo reacciones similares a las de la Independencia, la Reforma y la Revolución. Se oponen a todo lo que lastime sus privilegios, aunque sean injustos y anticristianos.

         EL JUICIO QUE SE REALIZO EN LOS ESTADOS UNIDOS, contra el ex secretario de Seguridad Pública de México, en el gobierno panista de Felipe Calderón, ha puesto de manifiesto lo negativo que pueden ser gobiernos socialmente insensibles, alejados del pueblo y de la realidad nacional.

          Los casos de Vicente Fox y de Calderón Hinojosa, son ejemplo vivo, reciente y directo, de lo que puede ocurrir a un país, con gobiernos torpes, soberbios e insensibles a los problemas de las clases populares.

          La llegada del neoliberalismo al PRI, con doctorcitos en economía, que ignorando la historia y la realidad nacional, empezaron a aplicar recetas económicas que concentraron exageradamente la riqueza en pocas manos y propiciaron el aumento de pobres convirtiéndonos en uno de los países más desiguales del mundo.

          Y esto ocurrió, porque una disciplina lacayuna de los militantes del PRI lo permitió. Si los priistas se hubieran rebelado en serio, otro gallo les cantara.

          Pero solo hubo pequeños intentos de rebelión, que fueron sofocados de inmediato por el autoritarismo y la demagogia de Carlos Salinas.

          Los partidos políticos son muy importantes para un país que quiere vivir en democracia, pero sus militantes deben ser preparados convenientemente para no permitir que personas o grupos se encaramen en el poder, para su propio beneficio y no para el beneficio colectivo.

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