Miércoles, 10 Julio 2024 01:46

Hacer familia: ¡no dejar a nadie sin hogar!

Artículo | Algo Más Que Palabras

“Combatir las discriminaciones, liberar al individuo de sus esclavitudes mundanas, debe estar en nuestra hoja de servicio, como misión y tarea responsable de progreso moral, con su expansión anímica”.

    Para que la humanidad avance, hay que contar con todas las gentes, no dejar a nadie sin hogar, habiten donde habiten y sean quienes sean, con toda su pluralidad de cultos y cultivos, que han de dirigirse hacia el bienestar de las personas y hacia el bien colectivo. Seguramente, tengamos que comprometernos mucho más, si en verdad queremos no dejar a nadie atrás, de manera que todos puedan sentirse respaldados por el acompañamiento de los derechos humanos, que es como se puede desarrollar todo el potencial familiar. Ciertamente, nos movemos bajo un mismo techo, al tiempo que nos robustecemos bajo un tronco común, lo que nos demanda un marco internacional en favor de la justicia y la paz. Para empezar, es público y notorio, que el tablero de la población mundial está ahí, latiendo a pleno pulso, para que juntos laboremos más poemas que penas. Con amor todo se consigue, que lo vivamos de corazón a corazón, es el único modo de sentir ese calor de hogar, tan necesario para ponernos alas. Por eso, quienes hablan contra la consanguinidad viviente no saben lo que dicen, porque tampoco saben lo que desdicen.

    Sabemos que el número creciente de seres humanos, en todo este orbe de desigualdades e ilegalidades manifiestas, es un verdadero cráter, que nos insta a reflexionar cuando menos. No podemos, ni tampoco debemos empedrarnos el alma, mostrando indiferencia a nuestros semejantes. Combatir las discriminaciones, liberar al individuo de sus esclavitudes mundanas, debe estar en nuestra hoja de servicio, como misión y tarea responsable de progreso moral, con su expansión anímica. Es evidente, que el momento nos exige repoblarnos de vínculos, para poblarnos de otra textura menos deshumanizadora y más desposeída de lo material. Desde luego, bajo una actitud de disposición, lograremos dar respuestas justas a los problemas, si aplicamos la capacidad creativa, a través de sus dones de pensar y repensar. Es cuestión de intentarlo, de sensibilizarse y de ponerse en acción, con la certeza de que el campo de lo posible siempre está en nosotros, a la espera de una dimensión más poética que poderosa. Precisamente, nuestra propia patria radica en esa pulsación que, se injerta en otras, para conjugar la gloria lírica.

    Además, sin una cepa corporativa se aloja el miedo, hasta sobrecogernos de frío. En el fondo, somos una población cambiante, en la que nos pertenecemos todos a todos, a través de ese fértil calor de hogar, que nos impulsa a crecer y a recrearnos en el soporte de la sincera palabra, para desmantelar las estructuras abusivas. Unido a este desvelo de vidas entrelazadas, hemos de dar prioridad a las necesidades de esa población más rezagada, en particular aquellas que viven en situación desfavorecida y de mayor vulnerabilidad. Esto nos requiere de un espíritu reconciliador, con un pasado marcado por el desequilibrio. Resulta esperanzador, pues, que esté recobrando fuerza una nueva concepción del mundo, en la que conjugar los alientos individuales refuerce también los colectivos y viceversa. Naturalmente, la acción colectiva es la única vía para hacer frente a muchos de los grandes problemas del planeta, desde el cambio climático hasta el aumento de la diversidad demográfica y la revolución digital. Al fin y al cabo, todo pende y depende de la relación, de un ser social dispuesto a hermanarse.

    Indudablemente, la solidaridad da sus frutos; mientras el fenómeno migratorio es un auténtico problema ético mundial. Ningún país puede pensar hoy en solucionar por sí solo, lo que es una reflexión global, la búsqueda de un nuevo orden económico internacional para lograr una distribución más equitativa de los bienes de la tierra, que contribuiría bastante a reducir y a moderar los flujos de la población actual. Pensemos que, hasta ahora, los progresos han sido desiguales e inestables. De ahí, la importancia de liberar capital asequible para el desarrollo sostenible y para la acción social, con una visión de la comunidad considerada como una familia de pueblos a la que, finalmente, están destinados los bienes de aquí abajo, desde una perspectiva del bien común universal. Es cierto que a muchos de los moradores no nos aguarda un futuro prometedor y lleno de oportunidades, pero el vecindario ha de saber que, si aprovechamos la capacidad agrupada, estaremos movilizando nuevos sueños para un mejor despertar, en un vergel de confianza que toma la alegría natural como lenguaje de entendimiento. 

Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor
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Publicado en COLUMNAS
Domingo, 12 Enero 2020 12:33

Entre El Sí Y El No

Reflexión Poética | COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO

(Lo que ha de nacer es la civilización del amor para poder HACER FAMILIA)


I.- UN SÍ AL AMOR ES UN NO AL DESAMOR

Quien no se ama, tampoco puede amar,
ni conocerse ni reconocerse en Dios,
que es el amor sobre todo lo demás;
y al ser sus hijos, hemos de amarnos,
porque él nos amó, hasta agonizar
en sufrimiento, por nuestros dolores.

Fiel al verbo, Cristo vive en nuestro yo,
sonríe y solloza con cada uno de nosotros,
nos mueve y nos conmueve el corazón,
nos pone en disposición de servir, de dar, 
de donarnos al hermano, de perdonarnos,
pues el gozo brota de un espíritu fraterno.

II.- UN SÍ A CRISTO ES UN NO A LA MUERTE

Toma cuerpo en mí ese Dios vivo,
que imprime fortaleza en su razón
creativa, que da sentido al cosmos
y emoción al ser, a través de un sí
al amor responsable y de un no
a la dura embestida de la muerte.

Somos vida más allá de la vida,
por siempre lo seremos en Jesús,
que se hizo luz en nuestra carne,
y presencia en nuestro caminar,
porque si con la cruz nos redimió,
con su venida nos abrió los cielos.

III.- DESAMOR Y MUERTE NO ADMITEN DUDA

Lo que nos resta quietud es el desamor,
el desafecto hacia el análogo en camino,
la falta de espacio y el desprecio al pobre,
esto nos impide palpitar por hacer el bien.
Cuando se deja de sentir la voz de Dios,
también la alegría de su paz se ausenta.

Alejados del Creador, todo es fenecer sin más.
No dejemos que el último paso se nos pase,
vayamos al encuentro, pongamos oído,
desprendámonos de mundo, unámonos.
Cedámonos a la llamada del verso en llama,
que enternecida el alma, el júbilo se eterniza.

Víctor CORCOBA HERRERO
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Publicado en COLUMNAS
Domingo, 24 Febrero 2019 18:48

Ante el aluvión de dificultades

Artículo | Algo Más Que Palabras

“En el hacer familia se juega nuestro futuro”.
  
    Vivimos momentos complejos y tiempos difíciles. Los moradores de este mundo nos enfrentamos a múltiples problemas, tanto de salud, como discriminatorios o de contiendas inútiles. Nueve de cada diez personas respiran aire corrompido y séptico todos los días. En 2019, la OMS considera que la contaminación del aire es el mayor riesgo ambiental. Por si fuera poco, un reciente estudio de la FAO revela que el consumo insostenible de plantas y animales, tanto silvestres como domésticas, al igual que otras especies que avalan la producción alimentaria, está conduciéndolas a su extinción, lo que pone en grave peligro el mañana en cuanto a productos alimenticios y medios de subsistencia, así como nuestra salud y el medio ambiente. También las sucesivas luchas no cesan y la violencia desencadena represalias y espirales de venganza como jamás. Por desgracia, ese mundo dividido y cruel a veces comienza dentro de los muros de la propia familia. Ojalá aprendamos a verter abecedarios más comprensivos, a abrazarnos sinceramente, a tener una palabra amable y la sonrisa siempre dispuesta para sembrarla a nuestro alrededor. Hay que evitar los inútiles combates entre humanos, a todos nos empobrecen y a nadie beneficia. Hagamos memoria histórica.

    Es público y notorio que las dificultades están ahí, en cualquier vida, lo que nos exige hacer comunidad para erradicar esta brutalidad que nos desborda, tomando todas las medidas que se requieran. Sin duda, el mejor modo de resolver un conflicto es no tratar de rehuirlo. Por ello, es menester avivar  otros estilos de vida más sensibles y otras actitudes ante la vida más armónicas. Quizás tengamos que empezar por acusarnos a nosotros mismos, recomenzando por reparar nuestros defectos. Este, sin duda, será un buen comienzo de cambio. Por otra parte, los esfuerzos de conservación parece que van en aumento, y esto es saludable para todos; pues es esta biodiversidad, utilizada de manera sostenible, la que nos salvaguarda y sostiene, sobre todo en cuanto a dietas saludables y nutritivas. También en los sanos lenguajes, que brotan de solidas leyes morales, se facilita la solución de los problemas. Ya está bien de tanta inhumanidad, de tantos fenómenos destructivos, que nos conducen a un auténtico absurdo. Desde luego, hay que repensar nuevos horizontes de protección. Ante tantos lobos voraces que nos circundan, que verdaderamente nos dejan sin aliento, urge salir de este callejón de contrariedades que nos hemos injertado en vena. Tal vez la exhortación de San Francisco de Asís: “Que la paz que anunciáis de palabra la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones”, puede socorrernos y ser un instrumento reconciliador.

    Tenemos la oportunidad, en consecuencia, de poder desviarnos de esta atmósfera demoledora, superando todos estos desafíos, que son muchos y espinosos, con la tenacidad de la escucha y la mano tendida hacia el diálogo. No hay otro modo de hacerlo. La parálisis y retrocesos que sufren hoy muchos países de nuestro planeta, lo que evidencian es la necesidad de unas negociaciones sin fisuras, donde impere la acogida humanitaria y el trasfondo de prestar oídos para poder entrar en sintonía y hallar un terreno común que nos hermane. Puede que tengamos que aprender aún a darnos las manos unos a otros, a ser más auténticos y transparentes,  a saber acercamos a los que nos piden auxilio. Está visto que la comprensión y el entenderse es la mejor expresión para crecer en concordia. Sabemos que las dificultades de la vida son inevitables, pero las podemos hacer más llevaderas, aportando nuestro propio espíritu a los demás. Ahí radica la alegría de vivir. Es verdad que prolifera multitud de almas desgarradas. La solución a esta realidad habita en nosotros, en cada uno de los seres vivos, puesto que todo se supera con amor, la mejor medicina para todos los casos. El odio no es capaz de superar ninguna barrera. La fragmentación de los latidos tampoco. Únicamente, el amor de amar amor, como tantas veces me digo a mi mismo, nos da fortaleza y nos imprime gozo para continuar el camino.

En el hacer familia se juega nuestro futuro y, como quiera que necesitamos de ese porvenir para sustentarnos en el diario de nuestra existencia, tenemos que soportar lo andado y no tener miedo de los fracasos, pues a caminar se aprende caminando. Tras cualquier caída nos conviene levantarnos y seguir andando. Es cuestión de tenacidad y de constancia. Por mucha sensación general de confusión y desconfianza que tengamos, la voluntad de sobreponerse siempre permanece en nosotros. Nos conviene que la buceemos. Todo es superable. También colectivamente, del principio al fin, todo se puede salvar. Posiblemente deba comenzar a vencerse y a convencerse por uno mismo y, así después, llegaremos a transformar esta riada de lágrimas en un mar de alivios, sabiendo que contener y perdonar ayuda a cantar victoria, a calmar ánimos y a colmar felicidades.
   
Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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