Columna | P u l s o   P o l i t i c o

    Por un momento pensamos en las películas de la segunda guerra mundial durante un bombardeo: las sirenas de las patrullas sonando por todas partes, el ruido de las cortinas de los comercios, bajando apresuradamente y gente corriendo sin rumbo. Así estuvo el centro de la ciudad de Puebla el pasado jueves 5 del actual.

    Se sabía de saqueos por varios rumbos de la ciudad y llegó el rumor de que se dirigían al centro histórico y cundió la alarma.

     Los empleados de los cafés y restaurantes de los portales, levantaban las mesas y las sillas apresuradamente, se bajaban las cortinas de las tiendas y de todos los establecimientos comerciales y durante un buen rato el centro de la ciudad permaneció desierto.

    Pero la alarma fue falsa, aunque ya no llegó a normalizarse la situación, pues la mayoría de los establecimientos que cerraron, no volvieron a abrir.

    En las redes se esparcieron rumores de que los saqueadores estaban en Angelópolis, en la unidad habitacional “La Margarita”. Que estaban cerradas las casetas de las autopistas a México y Orizaba, en fin, la realidad y los chismes esparcidos por las llamadas redes sociales, causaron pánico y desconcierto entre la población.

    El motivo del descontento social, que ya viene de mucho tiempo atrás, se dijo, estalló en forma violenta por el elevado incremento al precio de las gasolinas.

    Solo el Partido Revolucionario Institucional, ha pretendido justificar ese aumento, y el gobierno, claro, pero nadie más.

    Priistas de base, critican el que la explicación de las razones que se tuvieron para decretar el aumento, se hayan dado cuando dicho aumento ya estaba en marcha.

   ¿Porqué no lo hicieron antes y no hasta después de que el descontento social se hizo patente? Eso perjudicará al PRI en las elecciones próximas y en las del 2018, dijeron y la única forma de salvarlo, es que el gobierno de Peña Nieto, tenga bajo la manga algunas medidas para mejorar la situación económica del grueso de la población, aunque eso sea poco probable.

   Los mismos priistas critican al gobierno por actuar en un asunto que es de la mayor importancia, con tanta ligereza. Lo atribuyen a la falta de oficio político de los actuales gobernantes, falta de oficio que empezó desde que Carlos Salinas de Gortari, impuso el sistema económico neoliberal en los años ochenta, y para lograrlo hacer sin problemas, sacó del servicio público a la clase política que manejaba el PRI y el gobierno, antes de que él arribara al poder.

   La llegada del PAN al poder federal, fue un compromiso impuesto por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, para “hacer de México, un país democrático”, como también lo fue la entrega del petróleo a las tradicionales cinco hermanas, que fueron sacadas del país en 1938, cuando se le quisieron subir a las barbas al gobierno de Lázaro Cárdenas.

    Los tecnócratas salinistas, se habían comprometido a hacer de México un país bipartidista (PRI-PAN) pero eso se les ha dificultado, porque en nuestro país, hay una izquierda arraigada desde principios del siglo XX, que ha ganado dos veces la presidencia y que puede repetir su triunfo en el 2018, aunque tampoco la dejaran pasar y menos con Trump, como presidente del país vecino.

   Pues bien, el país está convulsionado como no lo había estado desde los tiempos de la Revolución de 1910. A raíz de la llegada de la tecnocracia al poder, se ha registrado una debacle política, económica y social. La gente desconfía de todos los políticos y de todos los partidos.

   El paso del PAN por el poder federal, en vez de resolver los problemas los agravó terriblemente, por la falta de oficio de los panistas y por el hecho de que ese partido dejó de ser lo que era. Se ha llenado de oportunistas que van tras el poder y el dinero y lo demás poco les importa.

    Los mismos priistas de base, dudan mucho de que el actual gobierno pueda mejorar las cosas en lo político, en lo económico y en lo social, algo indispensable para que permanezca en el poder.

    Después de que la Revolución de 1910 se institucionalizó, no se habían registrado manifestaciones de descontento tan generalizado, como está ocurriendo ahora.

    Los políticos de todos los partidos deberían estar enterados del descontento ciudadano que hay en todo el país, por la delincuencia desatada en todas partes, la falta de garantías para la ciudadanía en general; la falta de empleo, el crecimiento de la pobreza, la cada vez mayor concentración de la riqueza en pocas manos, la corrupción y la prepotencia de muchos gobernantes.

    Para hacer frente a todos esos problemas, se requiere no solo capacidad política, sino sobre todo una fuerte dosis de patriotismo, algo que ya es muy difícil encontrar entre nuestros flamantes políticos.

Publicado en COLUMNAS

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