Miércoles, 06 Septiembre 2017 19:45

La importancia de los candidatos a alcaldes

Columna | P U L S O   P O L I T I C O

        En una cordial plática que tuvimos con el subsecretario de Sedatu, Juan Carlos Lastiri, nos dijo que su partido, el PRI, debe acertar en la designación de candidatos a presidentes municipales, lo mismo que a diputados locales y federales, pues son los funcionarios de elección popular, que más cerca están del pueblo y a los ciudadanos en general, les interesa que las autoridades cercanas a él, sean personas conocidas y de prestigio en sus pueblos.

        Ya no podrán imponerse candidatos para puestos municipales, a amigos o compadres de quien tenga poder para ello, pues está claro que la gente, el ciudadano común está cansado de no tener ni siquiera el poder de decisión para determinar quien deberá gobernarlo en su municipio.

        Si los candidatos a alcaldes, regidores, diputados locales y hasta diputados federales se designan de acuerdo a la voluntad de la militancia, el PRI tendría garantizado el triunfo en toda la línea.

        Nos informó que su movimiento “Decisión Puebla 2018” sigue trabajando y que lleva recabadas casi 250 mil firmas, para demandar ante las instancias respectivas, que la designación del candidato al gobierno de Puebla, se haga mediante consulta a la militancia.

         Se han llevado a cabo 355 de las 500  reuniones comunitarias ofrecidas, y foros municipales, para analizar los problemas de cada región y poder formular un plan de trabajo (el licenciado Lastiri, aspira a la candidatura del PRI a la gubernatura) para resolver la problemática social y económica del estado.

        Para muchos priistas, la candidatura se resolverá entre el licenciado Juan Carlos Lastiri y el doctor Enrique Doger Guerrero, actual delegado del IMSS, quien también viene realizando trabajo político en la entidad, los fines de semana y en forma discreta.

       Doger Guerrero ha sido rector de la BUAP, presidente municipal de esta capital y diputado federal.

       De la larga lista de aspirantes a la candidatura priista para la gubernatura poblana, en opinión de numerosos miembros y simpatizantes del partido tricolor, solo quedan ellos dos en la pelea.

       Consideran que el dirigente estatal del PRI, Jorge Estefan Chidiac, será candidato a senador de la república y que ocupará una posición destacada en alguna de las comisiones que atienden asuntos de tipo económico y financiero.

         La guerra al interior del PAN, la están escenificando los senadores partidarios del dirigente nacional Ricardo Anaya y el grupo que simpatiza con el ex presidente Felipe Calderón y que encabezan Ernesto Cordero, actual presidente del Senado y el poblano Javier Lozano Alarcón.

          El pleito es ahora, ver si el grupo de Anaya expulsa al grupo de Calderón. Los primeros están puestísimos para hacerlo, pero los otros amenazan con recurrir a las instancias federales para impedirlo.

         Mientras tanto, ya se conformó el Frente Amplio Opositor, con dos partidos de supuesta izquierda, PRD y Movimiento Ciudadano, y uno de derecha, que es el PAN.

         Para Porfirio Muñoz Ledo, un político relevante de nuestro país, que ha dirigido nacionalmente el PRI y el PRD y que ha sido secretario del Trabajo y de Educación y embajador de México ante la ONU, cuando era priista, diputado federal, cuando era perredista y fue un colaborador del gobierno de Vicente Fox, ese Frente Amplio Opositor, es una “jalada” que no servirá para nada. El la llamo “armastrote”, es decir, un aparato grande, estorboso y ruidoso y nada más, y para muchos políticos poblanos de todos los colores, tiene razón.

        Lo cierto es que la gente ya está hasta el copete de los partidos políticos. Los últimos acontecimientos han servido precisamente para confirmarles a muchos, que nuestra democracia está en pañales, por la inmadurez, por la falta de sentido patriótico, por la carencia de oficio de nuestros políticos, que andan tras un hueso y nada más.

         Los panistas están en pleitos internos y los priistas también: en Monterrey, la capital de Nuevo León, con un gobernador independiente apodado “El Bronco”, acaba de haber un zafarrancho, escenificado por dos grupos antagónicos de trabajadores cetemistas, que tiene a siete de esos trabajadores, en el hospital.

        Uno de esos grupos se oponía al dirigente recién electo y el otro lo apoyaba. Al final, después del enfrentamiento, llegó el dirigente nacional del PRI, don Enrique Ochoa Reza, para dar posesión a la dirigencia recién electa.

        En sus recorridos por el interior del Estado, los dirigentes panistas de la corriente conservadora, andan invitando a sus compañeros de partido de la provincia, a rescatar los valores y principios del PAN.

        Tarea sumamente difícil. En primer lugar porque los principios y valores del PAN, ya están muy alejados de la realidad actual.

         Pretender revivir un partido político basado en los principios cristianos, ya no se ve ni en España, que ha sido el país más fiel a la tradición de la Edad Media, de mezclar la política y la religión y que desde hace algunos años también se considera como laico.

         En México llevamos más de 150 años de laicismo y hasta viejitas bastante apegadas a la religión en muchos pueblos, reniegan de que sus curas se metan en asuntos políticos y que los políticos se metan en asuntos religiosos.

         Una prueba de ello es que, en los dos sexenios que el PAN estuvo en el poder federal, ni siquiera mencionaron su tradicional lucha de que en las escuelas públicas se impartiera religión.

         Ha habido gobiernos panistas como el de Guanajuato, que se han atrevido, contraviniendo el laicismo del Estado Mexicano, a realizar actos para la consagración del Estado guanajuatense al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen de Fátima, pero Guanajuato ha sido un estado cristero y muy apegado a las cuestiones religiosas, tanto, que ni el gobierno federal se ha atrevido a imponer una sanción al titular del poder ejecutivo de esa entidad.

      Sin embargo, la lucha de don Eduardo Rivera Pérez, que parece encabezar el movimiento destinado a recobrar el PAN, puede llegar a desembocar, con el tiempo, en la conformación de un partido de derecha moderna, que sea respetuoso de la pluralidad religiosa, étnica, política y económica que prevalece en Puebla y en todo el país. 

Publicado en COLUMNAS
Domingo, 27 Agosto 2017 12:26

La importancia del deber ciudadano

Artículo | Algo Más Que Palabras
  
    En un planeta cada vez más encendido por el odio, y por ende más fragmentado e injusto, la ciudadanía tiene el deber cívico de reflexionar unida. Es una lástima que muchos de los que ejercen hoy la política no ejemplaricen sus acciones en términos de universalidad y, en cambio, movilicen los enfrentamientos en lugar de propiciar lo armónico. Para desgracia de todos, la hipocresía se ha adueñado de los moradores del astro y no pasamos del reino de la estupidez. Sin duda, hacen falta otros vientos más esperanzadores y auténticos, de menos desarraigos y más ilusión por un mundo más hermanado que, hoy por hoy, está en notoria decadencia espiritual y hasta en riesgo de extinción. Por tanto, el que los 193 países que componen las Naciones Unidas fueran capaces de ponerse de acuerdo hace unos años al adoptar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), no sólo hay que reconocerle el mérito de aglutinar pensamientos, sino que también es un compromiso a expandir e imitar.  Indudablemente, esos diecisiete objetivos, que pueden reagruparse en seis elementos esenciales: la dignidad, los seres humanos, el planeta, la prosperidad, la justicia y las alianzas; además de tener el empuje suficiente para ponernos en acción y transformar nuestras vidas, en una existencia más solidaria; han de sustentarse igualmente en un deber, en la obligación de socorrernos. Hasta ahora la solidaridad ha sido más de palabrería que de ejercicio, de generosidad ocasional que de entrega permanente, pues la adhesión entendida en su sentido más hondo, es un modo de vida, una manera de vivir donándose y de hacer inspiración.

    Envueltos en multitud de ideologías que sueñan con acapararlo todo para sí y los suyos, en apropiarse hasta del aire que respiramos o de las fuentes cristalinas que emanan de la tierra para goce de la humanidad, urge que la especie se concilie y reconcilie con la estética del afecto. Hay demasiada hostilidad en este inhumano cruce de latidos, donde las culturas han trastocado el espíritu de lo natural, adoctrinándonos en un corazón sin alma hasta despojarnos de la memoria histórica. El levantamiento de los esclavos en Haití en 1791 fue, en su momento, de capital importancia para la abolición del comercio transatlántico de esclavos. También ahora, justo en este instante preciso, se requiere de una ciudadanía valerosa que luche por un orbe más justo, frente al aluvión de personas indiferentes que afirman que no podemos cambiar nada. A mi juicio, es vital cooperar para que esa mundialización reinante se fraternice. No podemos quedar solos en manos de los dirigentes políticos. El ejemplo lo tenemos en España, donde se está poniendo en entredicho la fuerza democrática que nos hermana, la del Estado de Derecho. Desde luego, cualquier plan de ruptura, división y radicalidad, conlleva enfrentamientos inútiles. Aparte de que no tenemos derecho a apropiarnos de existencia alguna, y aún menos, de la concordia que nos gobierna en el espíritu profundo de las cosas. Sea como fuere, considero, que hemos de retornar a esa dignificación humana; con tenacidad, pero sin fanatismos; con pasión, pero sin violencia; con afán, pero sin ser destructores.

    A veces da la sensación que tampoco nos aguantamos ni a nosotros mismos; tenemos que cambiar, volver a la misión del amor para alcanzar un plano superior de unidad, de paz y de justicia, desmembrados de todo resentimiento, que únicamente nos conduce al desconcierto. Esta es la verdadera precariedad humana, la falta de horizontes y de vínculos que nos reanimen hacia otros cultos más humanistas, a fin de que las instituciones filantrópicas permitan a todos los ciudadanos contribuir al mejoramiento de nuestro cosmos. Esta es la cuestión. No obstante, todo este caos nos recuerda la importancia de construir sociedades que sepan acoger, requerir y preservar, lo que nos exige más autenticidad, más donación, más humanidad en definitiva. No se trata de decir mucho y no hacer nada. Tampoco de tirar en direcciones opuestas. Los gobiernos del mundo han de escuchar a sus ciudadanos, pero tampoco deben acobardarse ante los sembradores del terror. De ahí, la trascendencia de defender la lógica de la familia humana, donde el vínculo de ese amor reivindicativo ha de venir del corazón; puesto que, si ser político es impulsar la vocación de servicio incondicional a los demás, ser ciudadano es aún más, sobre todo el poder interrogarnos sobre nuestra vida y poder cambiarla. Por desdicha, aún hay muchos ciudadanos que tienen que venderse para poder subsistir. Ante esta triste realidad, todos tenemos que asumir la responsabilidad de ser mejores ciudadanos, y en esto, las pruebas de amor, de ocuparse y preocuparse por el análogo a nosotros, son un instinto natural insustituible.

    Quien intenta desentenderse de lo humano, se dispone a desentenderse de la propia familia humana. No olvidemos que, en esta vida, siempre habrá sufrimiento que necesite de esa mano tendida, de ese auxilio del deber ciudadano. A propósito, se me ocurre pensar en lo que dijo al terminar una visita a los campamentos de desplazados en Areesha, Ein Issa y Mabrouka, donde conversó con muchos pequeños afectados, Fran Equiza, representante de UNICEF en Siria, mediante un comunicado en el que aseveró que los seis años de conflicto en Siria han destruido la niñez de millones de menores y les han causado un daño enorme. Es precisamente, esa comunión de amor entre unos y otros, lo que nos engrandece el alma. Sin embargo, tras las contiendas todo es desolación. Lo decía el gran escritor francés, Albert Camus (1913-1960), sobre el gran Cartago que lideró tres guerras: “después de la primera seguía teniendo poder; después de la segunda seguía siendo habitable; después de la tercera ya no se encuentra en el mapa”. Ojalá podamos evitar todas las batallas, pues cada una de ellas es una hecatombe hacia toda alma humana. Dicho lo cual, no me enternece para nada esos lenguajes repelentes que esparcen venganzas por doquier, como si fuese el estado normal del ser humano. Pues no, es la conciliación y el acercamiento,  que nunca viene dado y ha de conquistarse día a día, lo que nos universaliza hacia ese equilibrio oriundo que todos deseamos abrazar.

    Está visto que la ciudadanía tiene que despertar para verse en el espejo del mundo. Madre Teresa de Calcuta (1910-1997), se veía de este modo: “Mi sangre y mis orígenes son albaneses, pero soy de ciudadanía india. Soy monja católica. Por profesión, pertenezco al mundo entero. Por corazón, pertenezco por completo al Corazón de Jesús”. Quizás nosotros también tengamos que mirar las cosas desde muchos puntos de vista, pero al fin, hemos de confluir en alegrarnos por vivir, porque viviendo tenemos la oportunidad de amar y ser amados, de querer y ser queridos, también de mirar a las estrellas y de ver en los labios de la luna los lenguajes que más nos embellecen, los de la mística que siempre son saludables frente a tantas garras, como las de la heroína, que nos torna adictos de la noche y no de la luz, que es lo que da sentido a nuestras andanzas y a la constante sorpresa de conocerme en el camino.  Por eso, es fundamental avivar la mundialización ciudadana para el proyecto de construcción de un mundo más equitativo, desde identidades diversas, pero convergente y reintegrador, donde nadie se sienta extraño, sino arropado tras aumentar la confianza y construir el llamado capital humano como entusiasta preferente y así, poder desarrollar con mejor tino y tono, la capacidad de adaptación positiva ante situaciones adversas a través de la acción mundial, mejorando el sentido de responsabilidad social y eliminando cualquier barrera social y cultural que dificulte la cohesión entre los humanos y sus culturas.
   
Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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