Han transcurrido ya, los primeros cien días de Donald Trump como primer mandatario de la nación considerada la más poderosa del orbe mundial.

Sin embargo, el magnate neoyorquino, impulsor del 'establishment' de Washington, y convencido que el proteccionismo era la fórmula para engrandecer la nación norteamericana, ha tenido que conformarse en estos primeros cien días de su mandato, con convertirse en la figura presidencial menos exitosa, según la prensa estadounidense, y muy lejos de quien estableciera el standard de efectividad respecto de este periodo, en la década de los años 30’s el presidente Franklin D. Rousvelt, cuando Estados Unidos estaba en medio de la Gran Depresión, en tan solo cien días y 76 leyes sancionadas, logró mitigar la recesión, reactivar el empleo e impulsar la inversión.

A contrario sensu Trump se ha encontrado con un mandato colmado de actos revestidos de improvisación, imprevisibilidad e incertidumbre, por lo que hoy, es considerado el primer presidente con una popularidad de tan solo 41%, mientras que anteriores presidentes, en un lapso igual de tiempo, su popularidad no ha bajado de un 53%.

Esta situación ha encontrado su fundamento en que las tres decisiones estrella de su mandato, no han podido ser ejecutadas, en gran parte debido a la falta de preparación y realismo para convertir rutilantes promesas electorales en efectivas medidas de su administración.

La imposibilidad de revertir el programa de salud creado por Obama; la no aprobación del financiamiento para su famosos muro en la frontera con México; y el no lograr imponer a los funcionarios que conforman su equipo de trabajo, puesto que el 90% aun requieren ratificación del Congreso.

Así como prácticamente inutilizar aquel contrato que realizó con el elector estadounidense, que llamó su “plan de 100 días para hacer que Estados Unidos vuelva a ser un país grandioso”, instrumento del cual ha sido incapaz de implementar muchas de las acciones ejecutivas que prometió en el mismo. Puesto que de los diez grandes proyectos de legislación por los que juró luchar, solo uno ha sido presentado. Se han enviado nueve al congreso y ninguno ha sido aprobado, ni uno solo.

Son sus principales derrotas en cuanto a promesas de campaña y por otro lado, y que créame abona en nivel determinante para posicionarlo en la anterior situación, resultan las decisiones xenofóbicas, neonazis y hasta consideradas absurdas, que lo han llevado a confrontarse con países como Siria y Afganistán, al grado de bombardearlas, o el movimiento de fuerzas militares hacia Asia Pacifico, y el enfrentamiento verbal ambivalente con Rusia y China que producen justificadas inquietudes y una incertidumbre a nivel mundial.

La cual hace pensar en que podríamos estar ante el inevitable inicio de una guerra mundial, puesto que, en el aspecto militar, Trump, ejerce un poder de decisión omnipotente, sin ningún tipo de control, baste recordar que el uso de la bomba nuclear recae exclusivamente en él. Lo que inunda de temor al resto de países de la esfera mundial.

Todo lo anterior, reflejan un balance a todas luces contrario a lo vociferado en campaña por el presidente electo, 31 órdenes ejecutivas, una agenda regresiva, un descalabro al medio ambiente mundial y una retórica propia de un estudiante de secundaria hacen a gran parte del país esperar lo peor. Según el último sondeo, Trump tiene la aprobación más baja en la historia reciente de los Estados Unidos, con un escaso 39 %.

Publicado en COLUMNAS

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