Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

(Cualquier instante es bueno para entrar en diálogo con el Salvador, sólo hay que salir de lo mundano y entrar en el camino de la persuasión divina, viviendo su palabra y bebiendo de su hálito transformador, para reavivar en nuestro corazón la vivencia del verso y la conveniencia de la purificación).


I.- NO HAY AMOR SIN SACRIFICIO

El Redentor nos llama en cada despertar,
nos toma para sí y nos retoma el camino,
que no es otro que el de la luz y el amor;
derrama sus deseos y los ofrece a todos,
mientras el alma se enciende de anhelos.

Vuelva a nosotros la fuerza de la espera,
la visión de quien es claridad en la noche,
tan sólo hay que vaciarse y redescubrirse,
dejarse ceñir por la fibra de lo auténtico,
haciendo honor a la gloria de sus huellas.

Jesús, tras sacrificarse sin reparo alguno,
vivifica los puntos vivientes con la cruz,
nos reconcilia con la virtud del donarse,
invocada con el don del pan eucarístico,
en una benéfica concordia de comunión.

II.- NO HAY CONTEMPLATIVA SIN RESUCITADO

Todo en este proceder es un incentivo,
una invitación a penetrar en la palabra,
un banquete de hallazgos y encuentros,
que nos estimulan a imitar a Jesucristo,
y a profundizar en su mensaje glorioso.

Pongámonos en cotidiana observación,
démonos la tregua precisa para vernos,
proveámonos de un espíritu cooperante,
y surtámonos de su sangre derramada,
que lo único que hace es servirnos paz.

Con su cima celeste el mundo es otro,
la muerte ya no es tampoco la muerte,
fue subyugada por ocupación celestial,
sometida a un agonizar para renovarse,
con la prenda de la satisfacción eterna.

III.- NO HAY EXISTENCIA SIN CREADOR

La realidad del Dios en cada ser humano,
es un hecho que está ahí, en cada pulso;
porque anidar la fe manifiesta la valentía,
de afrontar el relato con soplo espiritual,
que es lo que nos renace y nace sin más.

Lo que se nos ha dado hay que ofrecerlo,
no basta llevar en el corazón la certeza,
la convicción tenemos que testimoniarla,
con palabras y obras, haciendo presente
nuestro justo reino que está en el cielo.

Sostenidos por el albor de la esperanza,
y sustentados por el Señor de los vivos,
vamos tejiendo ensueños al son de vivir,
destejiendo itinerarios que no son vida,
deshaciendo planes que nos confunden.

Víctor CORCOBA HERRERO
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Publicado en COLUMNAS

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