Columna | P u l s o    P o l i t i c o

            Ayer, al rendir su sexto y último informe, el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, inició el final de su mandato y el del régimen priísta que dominó el escenario político del país durante la mayor parte del siglo XX.

           El primero de diciembre próximo, habrá de entregar la estafeta al presidente electo Andrés Manuel López Obrador, quien como candidato de Morena, el nuevo partido fundado por él, obtuvo una votación de más de 30 millones, cantidad de votos nunca antes alcanzada en la historia de México.

            El informe y mensaje político del que se va, tuvo lugar al medio día de ayer en el palacio nacional, ante diputados y senadores de todos los partidos e invitados especiales, altos funcionarios públicos, gobernadores, representantes del sector privado, de las organizaciones obreras y campesinas así como de organizaciones civiles.

             Según todos los comentaristas de la televisión, se prescindió de todo el aparato de que se echaba mano para cerrar calles, evitar manifestaciones, escoltar a los funcionarios e invitados especiales. Por el contrario, hubo circulación permanente en el zócalo, no hubo cierre de calles por ninguna parte, no se impidió el tránsito de ciudadanos de a pié en los alrededores de la plancha de la enorme plaza y todo parecía como si de repente el gobierno de la república se hubiera dado cuenta de que toda la movilización policíaca y del Estado Mayor Presidencial que se usaba desde mucho tiempo atrás, no era grata a los ciudadanos en general.

            Al presidente Peña Nieto, le quedan todavía actividades importantes: dar el grito el 15 de este mes; presidir el desfile militar del 16; presidir la ceremonia de la Consumación de la Independencia Nacional el 21 y entregar la banda presidencial el primero de diciembre.

            Peña Nieto tuvo una presidencia muy polémica: La comunicación presidencial en general fue mala. El crecimiento de la delincuencia, fue un problema que heredó de su antecesor Felipe Calderón, que le entregó un país en llamas, con un balance nunca antes visto, de más de 100 mil muertos y más de 20 mil desaparecidos. Peña Nieto, ni sus colaboradores, hicieron mención, durante el sexenio, de cómo recibieron al país, como sí ya lo hizo el coordinador de los diputados de Morena que acaba de afirmar, que el nuevo gobierno recibe un país en ruinas.

            Peña Nieto cargó con el asunto  de Ayotzinapa, la desaparición de 43 estudiantes normalistas, ocurrida en una entidad, Guerrero, gobernada por el PRD, en un municipio, Iguala, gobernado por el PRD, con un Congreso local mayoritariamente conformado por diputados perredistas y permitió, por su mal sistema de comunicación, que todo el problema se atribuyera a su gobierno que al final es visto como culpable absoluto.

           También se manejó torpemente el asunto de la llamada Casa Blanca, en fin, tuvo muchos problemas por malas políticas de información.

           La buena información, la información seria, responsable y veraz, es indispensable para cualquier gobierno.

           Ya hay un tercer aspirante a la dirigencia nacional del PAN, partido que anda en serios problemas internos. Se trata de José Luis Espinosa, propuesto por el grupo panista “Plumas Azules”, al que pertenecen Elena Alvarez de Vicencio, Felipe González y Salvador Abascal Carranza, entre otros.

            Para ellos “Acción Nacional requiere un panista de cepa en el timón, con militancia probada e imbuido de sus principios humanistas, para rescatar al partido fundado por Gómez Morín, González Luna y Estrada Iturbide, efectuar una profunda autocrítica, reunificarlo, reconstruirlo y reorganizarlo” dicen en un comunicado.

            Para muchos panistas tradicionales de Puebla, el perfil que exigen los integrantes de “Plumas Azules”, es el que debe tener su próximo dirigente y José Luis Espinosa Piña, llena los requisitos: es un michoacano radicado en el estado de Querétaro, que ha sido en su estado natal, regidor del ayuntamiento de Morelia, diputado local, diputado federal, vicepresidente de la Cámara de Diputados y es vocero de “Pluma Azules”, además de presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Querétaro.

           No es un aspirante más, dicen, sino un líder, de los que se requieren para la segunda fuerza política del país.

           Esto último es cierto: El PAN quedó como la segunda fuerza política de México, pues el PRI es la tercera fuerza, aunque por su número de diputados federales en el Congreso de la Unión, ocupa ahí el cuarto sitio.

Publicado en COLUMNAS

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