Columna | P U L S O    P O L I T I C O

             Una agrupación de profesionistas y empresarios, convocó a un concierto que se realizaría en el Palacio de las Bellas Artes de la ciudad de México. En la invitación se señalaba que se rendiría ahí, un homenaje al “Apóstol de Jesucristo” Naasón Joaquín García. Ese homenaje era por su cumpleaños número 50.

             En la invitación aparecía la foto del homenajeado.

              Como nunca antes se han levantado muchas voces para condenar dicho acto, por considerar que se viola la laicidad del Estado Mexicano, toda vez que un “acto religioso” se lleva a cabo en el recinto, más emblemático de las artes mexicanas,  propiedad del gobierno de la República.

              La Iglesia Luz del Mundo, ha desmentido que el concierto haya sido de tipo religioso y aclara que durante su desarrollo, ni siquiera se mencionó el nombre del “Apóstol”. Afirma que fue un acto cultural y nada más, lo cual es cierto, pero la invitación, atendiendo a la cual asistieron senadores y diputados del Congreso de la Unión, dice lo contrario e incluso ostenta una foto del Apóstol” homenajeado.

             Sea como sea, este no es el fin del mundo, ni es el fin del laicismo del gobierno mexicano, que ahora, con Andrés Manuel López Obrador, está siendo criticado por cualquier motivo: Por querer construir una refinería, por suspender la construcción del nuevo aeropuerto, por anunciar la construcción del tren maya, por sus conferencias de prensa mañaneras, por decir “me canso ganso”, etc., etc.

               El primero en violar abiertamente el laicismo del estado mexicano, fue el panista Vicente Fox, que al recibir al jefe del Estado Vaticano, el Papa Juan Pablo Segundo, lo saludó, no como jefe del Estado Mexicano al cual visitaba, sino como feligrés de la Iglesia Católica, inclinado y besándole el anillo pastoral, mientras su esposa, la señora Marta, con quien “gobernaba en pareja” según su propio dicho, esperaba a los cardenales, obispos y arzobispos del país, estratégicamente colocada afuera del recinto donde estaba el Papa, pues no se le permitió la entrada por ser mujer divorciada, para besarles a todos el anillo, arrodillada. La pobre señora tuvo que pasar días después una breve estancia en un hospital, pues tantos rodillazos, le hicieron daño.

           Y un presidente priísta, Enrique Peña Nieto, durante la estancia del Papa Francisco en nuestro país, no solo asistió a misa a la Basílica de Guadalupe, sino que comulgó y las cámaras de televisión registraron el hecho.

           Dos presidentes anteriores, de los que se decía que eran católicos practicantes, Gustado Díaz Ordaz y Miguel de la Madrid, tuvieron un comportamiento muy diferente.

            El primero fue a entregar a su hija a la iglesia, el día de su boda. Pero la dejó en la puerta del templo y se retiró, pues era el jefe de un gobierno laico por disposición constitucional.

             El segundo, no acudió a ningún acto durante la visita del Papa Juan Pablo Segundo, aunque ya como ex presidente en otra visita papal, le dijo que le hubiera gustado saludarlo cuando era presidente, pero la ley se lo prohibía.

                Otro Presidente, José López Portillo, admitió que el Papa de ese entonces, que visitó al país, celebrara una misa en la residencia oficial de los Pinos, para complacer a su señora madre que fue quien se lo solicitó.

               Entonces, pese a las violaciones fragrantes al laicismo del Estado Mexicano, no hubo ningún escándalo. Claro, los gobernantes eran priístas o panistas y no se les había ocurrido eso de la Cuarta Transformación que parece que trae enojados a los políticos que se fueron y a todos los que se sienten afectados por los cambios que están ocurriendo en el país.

            Faltan diez días para que terminen las campañas electorales para gobernador del Estado y para la elección de cinco ayuntamientos que por exceso de anomalías, se les tuvo que anular la elección del 2018.

              Anoche fue el debate organizado por el Instituto Nacional Electoral, que tiene a su cargo el proceso electoral extraordinario de Puebla. Fue en la noche, cuando esta columna ya había sido enviada a la redacción. Mañana le daremos a conocer los comentarios al respecto.

                Las campañas que terminan han sido desiguales pero interesantes. Son desiguales porque se realizan en un proceso de cambio en el país, ya que en las elecciones del 2018, Morena aplastó con más de 30 millones de votos a los partidos opositores, dejando a los dos partidos tradicionales, PRI y PAN y al mismo PRD, antecedente de Morena, en la lona.

               Nunca el PRI, mejor dicho los priístas, pensaron que algún día serían puestos de patitas en la calle en forma tan aplastante.

                 Y también nunca el PAN, se imaginó que sus triunfos anteriores, se desmoronarían como castillos de arena y que aunque siempre fue un partido mediano, acabaría siendo uno más de la chiquillería, con serios problemas internos, invadido por oportunistas, y con serios problemas económicos de los que algunos miembros de la “pandilla de facinerosos” a los que se refirió Felipe Calderón en declaraciones televisivas, se aprovecharían para adueñarse del partido conservador, que ya no tiene ni siquiera ideología.

           Otra víctima de las elecciones del 2018, ha sido el PRD, el que por tres décadas representó a las fuerzas de la izquierda mexicana y acabó de aliado de la derecha con militancia sumamente escasa y también con arcas vacías.

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