Domingo, 21 Agosto 2022 14:13

El misticismo del ser

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

(La corriente vivificante e inspiradora del ser es un mar de abecedarios contemplativos, que nos insta a tomar el vocablo preciso y a entusiasmarnos con el lenguaje precioso de renacer cada día, ofreciendo lo mejor de sí y acogiendo el verso de la vida, para crecerse y recrearse en el gozo de sentirse robusto).

I.-  LA ACCIÓN QUE GLORIFICA

No hay mejor acción que vivir con el Señor,
ese reino de afecto y justicia que buscamos,
entregados en cuerpo y alma para concebir,
que no es que la vida sea una dominación,
sino que es un dominarse para someterse.

Doblegarse nos ayuda a entendernos mejor,
a poner el espíritu generoso en la misión,
a sentirnos parte del ejercicio responsable,
pues todo viene de Dios y a Dios vuelve,
lo que nos impulsa a vivir por Él y para Él.

Vuelva a nosotros el soplo de la divinidad,
a impregnar nuestros silencios y soledades,
de manera que cada instante sea un motivo,
para abandonarnos a la llamada del Creador,
que es lo que efectivamente nos transfigura.

II.-  JUNTO AL CORAZÓN DE JESÚS

Abramos puertas y demos mansedumbre,
dejémonos sorprender por Jesús cada día,
despojémonos de todo egoísmo material,
que una existencia austera y despojada,
nos estimula al descanso puro del alma.

Con Cristo todo se ve de modo distinto,
eludimos energías en lamentos inútiles,
evitamos que lo mundano nos esclavice,
aprendemos a compartir caminos entre sí,
a verter lágrimas y sonrisas con los demás.

Necesitamos resguardarnos unos en otros,
repartir la carga y proteger al abrumado,
tender la mano y socorrer al que agoniza,
ser los pies y las manos del que nos llama,
que el amor sin obras deserta de ser amor.

III.- EN COMBATE PERMANENTE

Se requiere fuerza para sobrellevar la cruz,
constancia para resistir las mil tentaciones,
firmeza para tomar el horizonte del verbo;
que liberándose de las ataduras mundanas,
nos hallaremos más vivos y más humanos.

Un pensamiento sin divinidad se amortaja,
hay que cultivar el espíritu orante a diario,
interrogarse sin confiar demasiado en el yo;
pues nada soy, sino dejamos que el alfarero,
nos moldee en su palabra de bien y bondad.
 
Sólo a partir del don de amarse y de amar,
el prójimo a nosotros se vuelve próximo,
la concordia nos hermana y nos fraterniza;
porque el duelo de repelerse entre nosotros,
es lo que nos desvía de la luz del Maestro.
 
Víctor Corcoba Herrero
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Publicado en COLUMNAS

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos