Columna | P U L S O   P O L I T I C O

            Todavía no llegaban los españoles a México cuando el Popocatepetl  (Cerro que Humea) lo llamaban los aztecas, hizo explosión y arrojó gran cantidad de cenizas que cubrieron todo el valle, incluyendo las ciudades de Tenochtitlán y Tlatelolco y los pueblos que circundan al coloso, Puebla todavía no existía, pero sí las ciudades de Cholula, San Pedro y San Andrés.

            El fenómeno duró cuarenta días. Los pueblos indígenas asentados en el altiplano estaban alarmados. Se postraban ante el volcán al que consideraban como deidad para pedir perdón pues creían que era un castigo por alguna grave falta que habían cometido, pero después de cuarenta días de intensa actividad, volvió la calma.

           Esto, según una buena amiga nuestra que se puso a investigar el caso, se consigna en el Códice Telleruno Remensis.

           Los gachupines tomaron la Gran Tenochtitlán en 1521, es decir, doce años después del suceso que relata y de entonces a la fecha, no se ha tenido noticia de una situación como la actual.

           La actividad volcánica después de siglos de no haber tenido registro de ningún fenómeno similar, se inició en 1994, durante el gobierno de don Manuel Bartlett. Fue menor de la de hoy. Dos veces cayó ceniza en Puebla, pero no en la cantidad y con la frecuencia de la de ahora, por eso se piensa que lo de estas fechas, es similar a lo ocurrido en la época prehispánica, en el 1509 como lo indica el códice del que habla nuestra amiga.

            LA CENIZA VOLCÁNICA, SEGÚN ESPECIALISTAS MÉDICOS, puede ser dañina a las vías respiratorias, provocando rinitis o sinusitis volcánica, otitis (problemas en el oído) infecciones en los ojos o irritaciones.

           Aconsejan cuidar los sistemas respiratorio y ocular proteger los ojos e incluso la piel que podría verse afectada.

           También recomiendan los veterinarios, proteger a las mascotas, perros y gatos, resguardándolos en lugares cerrados y protegidos, pues la ceniza también les afecta principalmente las vías respiratorias.

            Es conveniente, por otra parte, limpiar de la ceniza a los autos en seco, pues si se les lava o se les deja sin limpiar, sufre daño la pintura, pues la ceniza volcánica tiene elementos químicos que la dañan.

           LAS AUTORIDADES ESTATALES, MUNICIPALES Y federales están tomando medidas de protección para la población, hasta donde puede hacerse esto, pues nadie sabe lo que va a pasar.

           Según los habitantes de los pueblos aledaños, que son los más enterados pues han vivido ahí toda su vida y además cuentan con los relatos de sus padres y abuelos, el peligro de una gran explosión no existe, mientras se mantenga la actual situación, el volcán se está desahogando y las explosiones grandes ocurren cuando se forma un tapón, lo que hasta ahora no parece haber ocurrido.

            Pero por si son peras o manzanas, el gobierno del Estado y las fuerzas de seguridad federales, así como municipales se han coordinado para mejorar las vialidades para agilizar la salida de los habitantes de los alrededores del volcán por su hay necesidad de desalojarlos.

            EL PASADO 21 DE MAYO SE CUMPLIERON AÑOS del asesinato del Presidente Venustiano Carranza y ya nada es igual que antes.

            Cuando todavía había en los gobiernos priistas, algunos sobrevivientes de la Revolución Mexicana de 1910, la conmemoración del 21 de mayo en Tlaxcalantongo, era algo realmente importante.

          Siempre había un representante presidencial en el acto, así como diputados federales y senadores, no solo poblanos, sino de otras entidades del país. El gobernador y sus altos funcionarios, llegaban en la noche a hospedarse en el hotel “Mi Ranchito” de Xicotepec de Juárez. Se servía una cena, a la que estábamos invitados los reporteros que cubriríamos el acto del día siguiente.

            Temprano se servía el desayuno y de ahí todo el mundo oficial, al que se incluían los diputados constituyentes que todavía vivían, salía de Xicotepec rumbo a Tlaxcalantongo, como si fuera una peregrinación cívica. Una fila de coches y camionetas que parecía interminable, entraba a la pequeña población antes de las 11 horas. Ya estaba la tribuna arreglada, ya estaban las autoridades municipales en su lugar y los diputados locales, así como una compañía de militares encargados de homenajear a la bandera.

          El calor era insoportable, pero nadie se movía del sitio que se le había asignado.

          Los discursos eran: los del representante del Presidente de la República; el del representante de los diputados constitucionalistas, el del gobernador del estado o un representante y ya.

        Todos los alumnos de las escuelas de la región, eran concentrados en la explanada frente al monumento a don Venustiano.

        El representante presidencial junto con el gobernador en turno, ingresaban a la cabaña de varas y techo de palma, donde dormía Carranza cuando se escucharon los disparos que desde fuera de esa choza le dispararon sus enemigos políticos arrancándole la vida. Una señora era presentada a los distinguidos visitantes como la persona que dio al entonces Presidente de México “la última cena” y ella mostraba orgullosa la cuchara con la que el héroe revolucionario, tomó sus últimos alimentos.

          Se afirma que un conocido político de la época, mediante artimañas logró obtener la reliquia y ya nadie sabe dónde quedó.

         El regreso ya era cosa de cada quién. Terminado el acto oficial, todo mundo regresaba a Puebla, a México, a Xicotepec o Huauchinango.

         Este año el aniversario luctuoso de don Venus, pasó completamente desapercibido.

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