Domingo, 10 Octubre 2021 20:11

Peligro de extinción

La clase media mexicana está en peligro de extinción.

Está cercada y abandonada. Cercada por el acoso político y abandonada por un gobierno ideológico, compuesto de funcionarios incapaces de disentir.

Resulta increíble que uno de los objetivos comunes de los gobiernos de todo el mundo —crear una mayoría de clase media— resulte ya no en rechazo, sino en ataque abierto del presidente López Obrador.

El abandono de la clase media cristalizó en la pandemia, ante el rechazo de brindar apoyos directos a los principales generadores de empleo del país.

Baste un dato: el gasto para amainar los estragos económicos del COVID en Estados Unidos fue de algo más del 20% del PIB. En México, menos del 1%. Solo Uganda destinó menos apoyo.

El resultado fue que 4 millones de mexicanos entraron a la pobreza. ¿De dónde provenían? De la clase media.

Al 2018, casi 50 millones de mexicanos eran clasemedieros: su ingreso familiar era de alrededor de 23 mil pesos, tenían dos hijos que estudian, poseían automóvil, computadora y una casa propia o en proceso de tenerla. 20 millones más de mexicanos estaban un escalón abajo: eran los aspirantes a confirmar una clase media sólida y ancha.

Eso se perdió.

La pobreza llegó a 55 millones de personas, pero hay 41 millones más que tienen carencias de diverso tipo y que podrían caer en la pobreza en cualquier momento.

De 130 millones de mexicanos, solo 30 millones no poseen alguna vulnerabilidad.

Los dos años por venir serán determinantes para la configuración del país que seremos.

Inexplicablemente, el presidente ha emprendido una cruzada contra la clase media mexicana. El INEGI señala que las personas con más alto ingreso del país ganan 54 mil pesos mensuales.

El presidente y todos los funcionarios de su gabinete tiene ingresos de la clase alta. Más allá de esa contradicción, el objetivo central del gobierno debería ser impulsar el ascenso social de la población. El paso obvio es resolver la miseria y procurar que el mayor número posible de personas salga de la pobreza e ingrese al mundo de la clase media.

Eso demandaría políticas públicas para mantener a los alumnos en las escuelas, impulsar el acceso a servicios digitales en todo el país, respaldar a emprendedores, fortalecer a la MiPymes, aumentar la inversión pública y la confianza para que el sector privado genere empleos formales de calidad.

Vamos en sentido contrario.

El presidente le reprocha a la clase media su derrota en la capital. Tiene razón. Pero hay más: de los 6 estados con padrones más grandes del país, que incluyen grandes concentraciones urbanas, Morena perdió en 5 contra las oposiciones. La excepción es Veracruz: justo el estado que tiene, de los 6, menor clase media.

El análisis electoral de López Obrador es correcto: su partido no penetra más en los segmentos medios de la economía. Su decisión, social, económica e históricamente, es criminal.

La intención es generar la mayor pobreza posible y mantener a sus integrantes atados a los programas asistenciales del gobierno.

Hay una intención explícita para eliminar a la clase media nacional: la espina dorsal de su economía y de su empuje.

Somos los emprendedores quienes apostamos por el país y generamos empleo: competimos y nos preparamos para crecer y ofrecer productos y servicios de calidad mundial.

Somos quienes empujamos una nueva configuración en el Congreso y quienes hoy, sin titubear, debemos exigir a nuestros representantes que frenen la destrucción del país.

Que así sea.

Twitter | @fvazquezrig

https://fernandovazquezrigada.com/2021/10/11/peligro-de-extincion-2/

Publicado en COLUMNAS
Domingo, 07 Junio 2020 19:39

Peligro de extinción

La clase media mexicana está en peligro de extinción. Esa, un motor de prosperidad y estabilidad está siendo devastada: día a día. Semana a semana.

Hay una ruta clara para conducirnos a la precarización del país.

Ya el CONEVAL lo dijo sin paliativos: sin apoyos a la clase media, entre 6 y 10 millones de ésta caerán en pobreza este año. Subrayo: este año.

Así será.

El presidente lo ha dicho con todas sus letras: quiere un cambio de régimen. Pero el régimen político está establecido en la constitución.

Pretender sustituirlo habla, como lo declaró a Epigmenio Ibarra, más que una transformación:  una revolución.

El resentimiento presidencial y de su movimiento propulsa dos odios ciegos: contra el estado de derecho y contra la propiedad privada.

López Obrador pasará a la historia como el presidente que comenzó la ruina del país antes de llegar al poder. La devastación de la confianza económica arrancó en octubre del 2018, con la cancelación del NAICM. Siguió con la abrogación de facto de la reforma energética. La extinción de la producción en energías limpias. El cierre de proyectos productivos como el de la cervecería Constellation Brands.

De ahí, siguió la criminalización de evasores, la extinción de dominio y usa a la UIF como mazo.

Hay un gran aparato de control para ir desmantelando los derechos sobre la propiedad privada, la cual es, por supuesto, el sustento mismo de la clase media.

El presidente cree, erróneamente, que puede sustituir al sector privado por un pesado y corrupto aparato político. Por eso canceló todos los apoyos a la sociedad civil. Cerró las estancias infantiles. No se ha preocupado por agrandar la base tributaria pero sí para exprimir a los cautivos. Los fondos de economía se cerraron. También los apoyos a ciencia y tecnología.

Su ausencia de apoyos a las empresas en medio del desastre del Covid, no son una casualidad. Son parte de una hoja de ruta diseñada para hacer desaparecer al sector privado.

Por eso México es el único país del mundo sin apoyos a las empresas para evitar el colapso.

Por eso su afirmación de que la pandemia le había venido como anillo al dedo.

Por eso su arrogancia al decir: si las empresas quiebran, que quiebren.

La clase media está sufriendo el síndrome de George Floyd: está siendo asfixiada lentamente por la autoridad.

En abril, 289 personas perdieron su empleo cada minuto. Repito: cada minuto.

Además 200 mil familias redujeron su ingreso cada día de abril.

Encierro sin apoyo es entierro. Las empresas, formales e informales, van a la bancarrota.

Por donde se vea, es un desastre, pero no empezó con el Covid.

Dos datos y ya. El porcentaje de población que ganaban 7,380 pesos o más se redujo del 35% en 2019 a 16% este año.

El ingreso se está debilitando y está haciendo que una gran, enorme cantidad de personas pasen de la clase media a la baja y de la baja a la vulnerabilidad y a la pobreza.

A la par, están los sondeos para pulsar las reacciones de la sociedad sobre mayores afectaciones a los derechos de propiedad: la aprobación de un impuesto confiscatorio de la plusvalía en la ciudad de México. La laguna que permitiría expropiar escuelas privadas en Puebla y en el país. El amago de que el INEGI censara la riqueza dentro de los hogares.

No. No son ocurrencias. Son señales.

Para el presidente la destrucción del empleo por el Covid le quitó el problema de, tarde o temprano, expropiar.

Las hordas de desempleados, para él, no son problemas y menos tragedias: son clientes.

A esta embestida, la clase media tiene dos opciones: sentarse a esperar su extinción u organizarse rápido y frenar al régimen.

Sólo una ayuda de memoria: en la historia nunca un movimiento de clase media ha podido ser detenido.

Jamás.

Twitter | @fvazquezrig

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