Columna | P U L S O    P O L I T I C O

           Ya le habíamos comentado que el campo mexicano seguía abandonado y que no se ha puesto en marcha ninguna acción efectiva para recuperar una actividad que es básica para la subsistencia del ser humano. Para colmo, hoy la actividad agropecuaria se enfrenta a otro problema: la extinción de la industria apícola, pues por diversas causas entre las que están el cambio climático, los fertilizantes químicos y los insecticidas que se emplean para combatir diversas plagas de los cultivos (pesticidas) están provocando la muerte de las abejas, cuyo trabajo de polinización, es básico para el éxito de cualquier cultivo.

           En el sur de Puebla, acaba de terminar un año que los apicultores consideran especialmente malo, pues por el excesivo calor, la ausencia de lluvias y todos los males de los que hemos hablado líneas arriba, han extinguido los panales de abejas.

           Son muy pocos los apicultores que han podido salvar dos o tres panales. O han muerto las abejas o han tenido que entregarlos como pago a los trabajadores de las explotaciones apícolas, ante la caída drástica de esta actividad económica.

           La miel ha escaseado en toda la región y algunos han tenido que alterarla para completar sus gastos, pero eso ha provocado también el desplome de las ventas.

           La falta de lluvias y la reducción de la acción polinizadora al desaparecer cientos de panales de estos nobles insectos, tendrán una grave repercusión en la producción agrícola y eso provocará escasez de alimentos en el mercado, en momentos en que México y el mundo, sufren una grave crisis sanitaria y económica.

           Ahora como nunca antes, las actividades agropecuarias requieren la atención de los tres niveles de gobierno. No podemos agregar a los males que ya estamos padeciendo, la escasez o falta de alimentos básicos. Los gobiernos federal, estatal y municipales, porque también tienen responsabilidad los ayuntamientos, deben ponerse las pilas para ayudar y proteger a nuestros agricultores y pequeños productores pecuarios.

           EN UN MANIFISTO PUBLICADO HACE UNOS DÍAS, el PRD, Partido de la Revolución Democrática, se asume como “el verdadero representante de la izquierda en México”.

           Fue durante los años ochenta y hasta los primeros dos mil, el partido más importante de la izquierda en México, pero ahora son muchos los que lo consideran un partido en extinción, que perdió su identidad ideológica, al buscar aliarse para participar en elecciones federales y locales, con el partido Acción Nacional, representante de la más recalcitrante derecha mexicana, que al llegar por primera vez, con Vicente Fox, a la Presidencia de la República, lo primero que hizo fue sacar un retrato del presidente Benito Juárez, el primer presidente republicano y liberal de este país, que separó a la Iglesia del Estado.

           Entre el PRD y el PAN, no había ninguna coincidencia ideológica. Su alianza fue solo para protegerse uno y otro, para evitar la pérdida de su registro, pues eran (son) agrupaciones políticas débiles, sin estructura, sin organización y sin militantes en muchas regiones del país.

           El PRD, pues, no es el verdadero representante de la izquierda en México, pero el PAN, sí es el verdadero representante, todavía de la derecha de este país y de la peor derecha, la que no entiende razones; la que se corrompió al máximo en el poco tiempo que estuvo en el poder (doce años, que a los mexicanos nos parecieron una eternidad)

           Sí fue el partido de izquierda más importante del país durante dos décadas, pero ya ni con mucho lo es actualmente. Que no nos presuman.

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