Jueves, 14 Julio 2022 21:12

La Oración del esposo

Columna | SIN LÍMITES

*Petición a Dios del marido promedio de hace unos años…

Aunque el mundo vive cambios rápidos en muchos aspectos, donde la igualdad de género se cierne sobre todos, el mundo y la cultura digital avanzan, los jóvenes ya no se casan y la tradicional familia está en proceso de desaparecer, existen todavía numerosos matrimonios, como decían los abuelos, chapados a la antigua.

Prueba de ello es la Oración del Esposo, que circula entre aquellos que van rumbo a la tercera edad:

Padre, concédeme la serenidad para aceptar que a mi esposa no la puedo cambiar. La que cambia las cosas de lugar es ella y también te doy gracias Padre, porque con lo que le encanta cambiar de cosas, aún no me haya cambiado a mí.

Dame la sabiduría para entender que cuando ella dice: Tráeme una crema de leche, para mí existe una sola posibilidad, que es la crema de leche, pero para ella existen marcas, tamaños, fecha de caducidad, rendimiento con relación al postre o comida que desea preparar. Ayúdame a entender que no es su culpa confiar en mi simple criterio.

Padre, dame la visión para reconocer o mejor dicho a diferenciar los colores. Ayúdame a recordar que el color fucsia es casi como el rosado, pero más fuerte, no tanto como el lila, más bien como el violeta, pero más clarito.

Ayúdame a reconocer que, aunque para mí el color blanco es uno solo, para mi esposa existe blanco hueso, blanco perla, blanco cielo, blanco nieve, blanco ártico y el más importante de todos, el blanco que es más blanquito que los otros blancos.

Padre, dame la capacidad para entender que cuando ella me dice que tiene ganas de hacer un postre, en realidad me está diciendo: Ayer estaba viendo la tele y en la película estaban comiendo un postre de fresas riquísimo, entonces me dieron ganas de hacerlo. ¿No te parece que deberías acompañarme a la cocina y hacemos el postre juntos? Y si necesito algún ingrediente, entonces vas y lo compras, pero lo hacemos juntos mientras conversamos de las cosas de la casa o de los hijos.

Perdóname Señor porque yo solo escuché que me dijo: Tengo ganas de hacer un postre y yo le dije: Bueno, hazlo.

Señor por favor, antes de preguntar ¿Como te fue este día? dame la capacidad de resistir por lo menos unos 15 minutos de plática y la posibilidad de que esto termine en conversaciones de asuntos de pareja con riesgo de pleito o discusión y en todo caso no quedará en nada y aún más, con el riesgo de que pregunte ¿Y a ti como te fue? y cuando yo responda con el típico bien, ella me pregunte: ¿Te pasa algo? Te noto raro, avísame si estás de mal genio para no decirte nada…

Líbranos Señor a los esposos del mundo entero de la calamidad de que nos pidan que les ayudemos a tender la ropa lavada y si caemos en esa prueba, ayúdanos a recordar que las camisas, las blusas y la ropa de lana se tienden con pinzas.

Ayúdame Señor a recordar que se debe lavar separadamente las piezas de color de las blancas, que no se debe juntar toda la ropa, que entienda que hay lineamientos más complicados que mi esposa bondadosamente me ha dado para los otros blancos, las fundas de almohadas, las sábanas y sobre todo el modo en que se deben colgar estas prendas.

Finalmente, Señor, te pedimos que nos des la capacidad de leer la mente, de escuchar lo que se dice sin palabras, de poder opinar cuando nos pregunta qué color es mejor o qué zapatos combinan mejor.

No nos desampares en estas duras pruebas cotidianas. Amén.

En fin, como dicen las coplas colombianas:

Esta casa es muy bonita,
Dios se lo pague al que la hizo,
que por dentro está la gloria
y por fuera el paraíso.

Cuando una mujer te diga
que te quiere y te idolatra,
es porque te tiene vista
la bolsa llena de plata.

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Publicado en COLUMNAS

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