Columna | P U L S O   P O L I T I C O

               LA PANDEMIA DEL COVID-19 impondrá a los mexicanos, al regreso a la nueva realidad, después de la reclusión de varios meses: un nuevo estilo de vida, porque según informa el ISSSTE, fue evidente el peligro que representaron enfermedades crónico degenerativas como la diabetes, la hipertensión y la obesidad, en los contagios y posibilidades de recuperación, de las personas que contrajeron el virus.

              El 39.86 por ciento de los fallecidos por la infección del Covid-19, fueron hipertensos; el 36.82 por ciento, eran diabéticos y el 35.81, eran obesos o personas con sobre peso.

              Los tres males que han representado el mayor riesgo en esta pandemia,  constituyen un gravísimo problema de salud en nuestro país, debido a la pésima alimentación que incluye el consumo de refrescos embotellados; el sedentarismo, es decir, el no hacer el ejercicio adecuado, que pudiera ser caminar, que se practica sobre todo en las grandes ciudades y el estrés, también un mal de la vida moderna que en las grandes concentraciones humanas, es muy común.

              Los mexicanos tendremos que cambiar nuestro estilo de vida sobre todo los hábitos alimenticios. México es líder en Latinoamérica, con el 43.9 por ciento de los niños mayores de 5 años, con exceso de peso.

               La obesidad y el sobrepeso, afectan al 75 por ciento de los adultos y al 36.3 por ciento de los adolescentes, así como al 33 por ciento de los menores de 5 años.

               SERA NECESARIO QUE LAS AUTORIDADES federales, estatales y municipales incluso, intervengan para corregir estos problemas con campañas educativas que nos hagan entender, que tener una alimentación sana, libre de los llamados alimentos chatarra, nos permitirán vivir más y mejor.

              Es un hecho que los refrescos de cola, en exceso, provocan diabetes y obesidad; que las carnitas y otros antojos alimenticios, que acostumbramos, no se toman como antojos, sino como parte de nuestra alimentación diaria y que son dañinos para la salud.

              No es malo tomar de vez en cuando o con moderación, algún refresco embotellado, sobre todo en época de calor, pero hay quienes lo toman todos los días y todo el día. Es decir, que han eliminado el agua de su dieta y la han sustituido por los refrescos.

              Hay regiones en nuestro país en la que las campesinas que tienen niños chiquitos, les dan en las mamilas refrescos de cola, porque así los mantienen tranquilos. Pero esa tranquilidad de las madres y de los niños, resulta muy perjudicial a a.

               Todo se puede hacer con moderación, se puede tomar como antojo, pero no sustituir con ello el agua natural o los alimentos nutritivos y necesarios para conservarnos con salud. Después de esta pandemia, debemos esforzarnos para mejorar nuestros hábitos alimenticios y nuestro estilo de vida.

               AYER LE INFORMAMOS EN ESTE ESPACIO, del asesinato, en la región sur del estado, de dos líderes cañeros: Agustín Ponce, muerto el viernes y el lunes a Francisco Hernández, que había sido dirigente de la Liga de Comunidades Agrarias y dirigente estatal de la agrupación “Azúcar Morena”

                Todo parece indicar que se trata de problemas de políticas gremiales, por lo que no será difícil dar con los responsables.

              La impunidad que ha prevalecido durante mucho tiempo en este tipo de delitos, no debe seguir, porque ello alienta a los malhechores para seguir cometiendo crímenes.

              OJALA QUE EL MISMO SISTEMA para dotar de agua potable a los habitantes de las juntas auxiliares y colonias marginadas sin ese servicio, de aquí, en la capital, se empleara en algunas pequeñas poblaciones del interior del estado, donde la carencia del vital líquido es verdaderamente insoportable.

              El gobierno estatal podría donar los tinacos y las autoridades municipales podrían hacerse de una pipa para llenarlos periódicamente. Lo ideal sería que tuvieran agua entubada, pero eso será a largo plazo y la urgencia está ya.

Publicado en COLUMNAS
Lunes, 20 Abril 2020 18:24

Es increíble lo que está pasando

Columna | P U L S O    P O L I T I C O

              LA PANDEMIA DEL COVIT-19 Y LO QUE HA TRAÍDO CONSIGO en el mundo, parece increíble.

              La total paralización de las grandes capitales, como Paris, Roma, Berlín, Moscú, México, Nueva York y Washington, Madrid, etc., no había ocurrido desde la Segunda Guerra Mundial, en los años cuarenta del siglo XX; el temor que la pandemia ha provocado en amplios sectores de las naciones desarrolladas y subdesarrolladas, es algo inédito. El confinamiento de grandes sectores de la población, era desconocido para la mayor parte de la humanidad.

              Permanecer en cuarentena recluidos en casa, ciudades sin servicios de hoteles y restaurantes, con la inmensa mayoría de los comercios cerrados; sin servicios de ningún tipo, con todas las empresas industriales, comerciales y de servicios paralizadas, es algo que nadie imaginaba que podría ocurrir.

              El temor a la enfermedad contagiosa, al desplome de la economía, que se incrementa en las personas de la tercera edad que sufren enfermedades crónicas; el temor por lo que pudiera ocurrirles a los niños, a los jóvenes, a todos, en un futuro próximo, es causa de estrés y de otros males nerviosos.

              ¿Qué va a pasar después de que termine la cuarentena que ha sido ampliada por un mes más?

              POR LO PRONTO, EN NUESTRO PAÍS, EN NUESTROS ESTADOS, ha salido a la luz algo que no conocíamos aunque sospechábamos: la enorme debilidad de nuestro sistema de salud. Sin hospitales suficientes, sin médicos y enfermeras suficientes, casi sin especialistas, sin medicamentos, sin equipos médicos, sin instrumental.

              Desde hace diez años, lo gobiernos estatales han dispuesto alegremente de los presupuestos de salud pública, para derrocharlos alegremente en bonos, en viajes, en diversiones en general, pues nadie cuida lo que no le cuesta y esos recursos, que como muchísimos más, no se usaron para lo que estaban destinados, porque era la costumbre producto de la corrupción de la que tanto habla el presidente López Obrador, que ahora entendemos porque ha sido su obsesión.

              Esta crisis que ahora padecemos, ¿hará cambiar el rumbo de la atención a la salud en nuestro país? Pues esperamos que sí, porque no tendríamos perdón, como pueblo, si siguiéramos consintiendo gobiernos corruptos, sin ningún sentido de responsabilidad social, sin el oficio político que se requiere para resolver problemas y no provocarlos.

              La política en nuestro país, ha venido dando pasos atrás desde la llegada del neoliberalismo, cuando perdió el rumbo que en sus inicios tuvieron los gobiernos surgidos de la Revolución Mexicana.

              Lo ocurrido en 1918, el triunfo de un candidato que ofrecía una cuarta transformación del país para acabar con los corruptos, los apartidas, con los negociantes que iban tras un botín y no en busca de nuevos y mejores caminos para sacar a México de su atraso y postración, evitó, esto debe quedar bien claro, una revolución armada, que si bien, de hecho ya había estallado, carecía de objetivo político y se quedó solo en una violencia producto del empobrecimiento y atraso de millones de mexicanos.

             El surgimiento de grupos delincuenciales, de narcotraficantes, la inseguridad que se ha vivido en el país desde hace más de 30 años; los asesinatos de un cárdenal de la iglesia católica, de un candidato presidencial del PRI, cuando ese partido era todavía todopoderoso; el asesinato de un ex gobernador y alto dirigente priísta en plena ciudad de México, todo eso y más, eran claros indicios de descomposición social, pero también de irritación, de la impotencia que un pueblo empobrecido, por la falta de oportunidades, por la desigualdad existente entre la población mexicana, desigualdad que superó a la existente durante la época de la colonia española.

            Estamos de acuerdo en que la inseguridad y la violencia, se desataron por la incapacidad de un gobierno panista, para resolver los problemas que tenía enfrente y para justificar su desaseada elección, pero solo aprovechó las circunstancias existentes derivadas del pésimo sistema económico, de la corrupción y derrumbe de los partidos políticos y de la falta de civismo de la población en general. Por eso, lo que iba a ser una revolución social, derivó en inseguridad y criminalidad y de todo lo que esto conlleva.

         

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