En el México en el que vivimos hoy más de ciento veinte millones de ciudadanos, desde el año dos mil seis, en que dio inicio la guerra que el ex presidente Felipe Calderón declaró a los carteles del narcotráfico, todos los días tenemos noticias o somos testigos de actos de violencia , agresiones y homicidios, en contra de todo tipo de personas, no sólo de adultos hombres o mujeres, de adultos mayores, de personas con algún tipo de discapacidad, de adolescentes y de menores de edad, sin importar su origen o extracto social, el país se tiñe todos los días de rojo y los últimos tres gobiernos federales, se pelean por los números que han ido alcanzando, como si ello fuera un reto, para saber quiénes han sido mejores o peores gobernantes. Pero el reporte diario de muertes avanza cada vez a mayor velocidad y nada ni nadie parecen tener la capacidad de frenar un grado de violencia, que nunca habíamos vivido en tal magnitud, a niveles que superan incluso el número de muertes de países que se encuentran en guerra como es el caso de Rusia y Ucrania.

¿Qué es lo que nos ha sucedido como sociedad? Hasta donde llega la responsabilidad y el compromiso de las familias mexicanas por impulsar desde el hogar los valores y principios en nuestros hijos, que les permitirán ser personas de bien y trabajar para que las siguientes generaciones, no caigan en las garras de los grupos de la delincuencia, ya que ello implica que, no sólo causen daño a terceros y a la sociedad, sino que también victimizan a sus familias, que pueden llegar a convertirse en rehenes de los carteles o en carne de cañón en las venganzas que perpetran estos grupos o en el mejor de los casos condenándolas a una vida de sufrimiento y discriminación, porque socialmente se les cerrarán a futuro oportunidades de trabajo, por ser familiares de un delincuente.

Desafortunadamente, el discurso del odio y la polarización entre los grupos de la sociedad que el Presidente López Obrador clasificó como liberales VS Conservadores, o Chairos VS fifís y que todos los días desde su conferencia mañanera nos ha repetido que los culpables de todos los males que sufre México se originaron con los gobiernes del período neoliberal; desde la pobreza, desigualdad, corrupción, la impunidad, el tráfico de influencias, el abuso de poder, hasta la protección a los carteles del narcotráfico han originado la situación que vive el país y es así que los enfrentamientos en las redes sociales entre quienes están a favor del Presidente y de quienes desde la sociedad civil, medios de comunicación y diferentes sectores y grupos de la sociedad, manifiestan su rechazo y crítica a las políticas del Presidente son el circo de en el cual se forma la opinión ciudadana.

Pero cabe preguntarse ¿Cuáles son los factores que han sumergido a la sociedad mexicana en el clima de violencia que hoy vivimos? Pueden ser muchas las explicaciones, que pueden variar en función de quién sea consultado. Desde mi punto de vista estas serían las más importantes:

-La falta de políticas públicas efectivas en materia de seguridad y combate a la delincuencia.

-La corrupción e infiltración de la delincuencia organizada en los gobiernos municipales, estatales y     de la federación incluidas la Guardia Nacional, el ejército y la Marina, que no han podido evitar que la violencia continúe en el país.

-La falta de confianza de la población en las autoridades de los tres niveles.

-Los viejos vicios que imperaron en nuestro país en otros gobiernos y que hoy continúan, como el tráfico de influencias, el uso del aparato de estado para beneficiar a los familiares cercanos a los funcionarios de gobierno.

-La incapacidad de las fiscalías del país, para integrar las carpetas de investigación en tiempo y forma y que permitan la detención de los grupos de la delincuencia.

-La ineficiencia y corrupción que aún priva en los órganos encargados de la Impartición de justicia, desde la Suprema Corte de Justicia de la Nación cuya credibilidad ha sido puesta en tela de juicio, hasta los Tribunales Superiores de Justicia de los Estados, que se han convertido en cotos de poder y cuya labor más que estar al servicio de los ciudadanos, están para defender los intereses de los Gobiernos en turno.

-La falta de equilibrio en los Poderes del Estado, así como la falta de autonomía entre los mismos, que son controlados a nivel federal por el Presidente de la República y en los Estados por los gobernadores en turno, sin importar el Partido del cual emanaron sus candidaturas.

-Pero sobre todo el alto grado de impunidad que existe en el país, así como la excesiva burocracia en todos los trámites judiciales, que al final representan un alto costo para el Estado y que con la pandemia del Covid 19 se han incrementado por el retraso en todos los procedimientos.

Por todo ello, el Gobierno actual, por lo menos en el corto plazo, se encuentra extraviado por no saber cómo dar solución al problema de la violencia, pero en este caso, además los Partidos de “oposición” parecen no existir y están más preocupados por conservar sus prerrogativas y privilegios, antes que exigir solución al drama que vive el país.

Total, lo mejor para ellos es esperar al 2024, para ver qué cargo o posición les toca y mientras el país, puede irse al precipicio, perdiendo una guerra en la que los más beneficiados seguirán siendo los carteles y grupos de la delincuencia organizada, que se han convertido en los principales promotores de la violencia que nos tocó vivir.

                                                                 *Director general del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla.

Publicado en COLUMNAS

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