México es una república democrática, representativa y federal, compuesta por 31 entidades federativas y una Ciudad de México. Por ser un sistema democrático, es interpretado como portador de una doctrina enfocada en la vida social, que implica el respeto por los derechos individuales y colectivos, sin embargo, no solo debe concebirse como un sistema que implica el respeto de los derechos humanos básicos, sino que además deba privilegiar el ejercicio de las libertades civiles, la igualdad de oportunidades y la participación de los ciudadanos en la elección de los gobiernos.

Pero, un elemento poco considerado por los politólogos tiene que ver con la desigualdad económica. México es uno de los países más desiguales del mundo y esto repercute en las oportunidades educativas, acceso a servicios de salud y a un fuerte diferencial en la calidad de vida. 4 personas poseen el 9% del PIB, y según OXFAM, mientras tres millones de personas reciben en promedio un salario mínimo, 16 familias ostentan una riqueza de 142 mil 900 millones de dólares. El poder de influencia sobre la política nacional de 33 familias supera por mucho a la capacidad de influencia de 100 millones de mexicanos.

Esto nos lleva a un nuevo terreno, porque tal vez debemos considerar a México como una democracia oligárquica en lugar de autoritaria, aunque para la oligarquía el autoritarismo es un recurso fundamental.

Según el Informe LATINOBARÓMETRO 2017, realizado por la Corporación Latinobarómetro, quien es una ONG sin fines de lucro con sede en Santiago de Chile, el declive de la democracia se acentúo en 2017, con bajas sistemáticas del apoyo y la satisfacción de la democracia, así como de la percepción de que se gobierna para unos pocos.

En base a lo anterior informa que por quinto año consecutivo el apoyo a la democracia en América Latina no mejora, al registrar una baja de un punto porcentuales desde 2016, llegando al 53% en 2017. Ello a pesar de que mejora el crecimiento económico entre 2016 y 2017.

Pero para nuestra lastimosa honra la mayor pérdida se produce en México con 10 puntos porcentuales menos que en 2016 llegando a 38% en 2017, es decir los mexicanos somos en Latinoamérica los que menos participamos en nuestro ejercicio democrático.

Es importante tener en consideración que la satisfacción con la democracia está altamente correlacionada con la aprobación de gobierno porque es una variable de desempeño, se diferencia del apoyo a la democracia que implica el apoyo al tipo de régimen. Pero también en este rubro no nos va nada bien, puesto que, el país que lidera la aprobación de su gobierno es Nicaragua con 67%, le sigue Ecuador con 66%, y Bolivia con un 57%, en cambio los países que tienen la menor aprobación de su gobierno son: Brasil con 6%; El Salvador con 17% y México con 20%.

Como podemos observar en México, no solo no se creé en su régimen democrático, sino que también su resultado carece de aprobación, esto debido al alto índice de corrupción de los principales actores, encargados de poner en funcionamiento al régimen y al gobierno.

Debemos tener en consideración que la corrupción puede conducir al desgaste del recurso más importante que posee el sistema democrático: su legitimidad. Cuando la corrupción penetra en cualquier sistema electoral se arruina la base democrática.

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