Finalmente la nueva “flamante” Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Lenia Batres, asumió su cargo ante el pleno de los Ministros y Ministras del más alto tribunal del país, llamando la atención la presencia de una nutrida porra de funcionarios de gobierno de la 4T y acompañantes que estuvieron presentes en el acto, como si se tratara de un mitin político, en lugar de un acto solemne; así estuvieron presentes el jefe de gobierno de la Ciudad de México y hermano de Lenia, Martí Batres, la aún fiscal general de la ciudad Agustina Godoy; el coordinador de la oficina de Comunicación social de la Presidencia Jesús Ramírez, la secretaria de gobernación Luisa María Alcalde; la Secretaria de economía Raquel Buenrostro y la consejera jurídica de la Presidencia María Estela Rios; con lo cual dejaron en claro que el asalto a la Corte está en marcha a fin de que el presidente López Obrador pueda materializar el control del poder judicial, que ha sido uno de los impedimentos para lograr sacar adelante las reformas constitucionales y legislativas que ya le han sido aprobadas en las cámaras de diputados y senadores; lo que significa, que la autonomía de los Poderes pasa a segundo término porque funcionarios como los que estuvieron presentes, ampliarán su campo de acción ahora a las oficinas del vecino de Palacio Nacional..

Otro de los mensajes que se dieron a los demás Ministros y a los ciudadanos, es que el papel que desempeñará la nueva ministra, será el representar al Presidente a quién por cierto le debe el cargo y buscar a toda costa que los asuntos que lleguen a sus manos o en los cuales deba emitir su voto a favor de los intereses presidenciales, opere a fin de que las otras ministras propuestas por AMLO, como , Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz, se pronuncien para apoyar las resoluciones que beneficien al gobierno federal y a la cuarta transformación.

El discurso de Lenia Batres, no tiene desperdicio y me parece necesario analizarlo, ya que de entrada fijó una postura beligerante en contra del tribunal del que a partir de ahora ya forma parte; es decir, fiel a las formas del presidente, como en la corte las cosas no funcionan a conveniencia del gobierno y han sido un obstáculo a sus reformas, declaró, regañando a los Ministros: “La Suprema Corte no puede seguir tomando decisiones anti constitucionales amparada en que sus decisiones son inatacables. Es cierto que los juicios deben tener una instancia de cierre, pero eso no quiere decir que los acuerdos generales que dicta la Suprema Corte o su jurisprudencia puedan estar por arriba de la Constitución o de las leyes mexicanas” añadió: “No tenemos una Suprema Corte subordinada a la Constitución, sino una Constitución subordinada a la Suprema Corte”

Señaló que la Corte, debe extralimitarse para no invadir la esfera de atribuciones y corregir a otros poderes como el legislativo, en sus decisiones.

A la par de manifestar su inconformidad por las decisiones de la Corte, en temas como el denominado plan B del presidente en materia electoral y el que los Ministros no hayan acatado el bajarse el salario para ganar menos que el Presidente, su discurso nos lleva a reflexionar que al igual que han hecho legisladores y funcionarios de la 4T que al tomar posesión de sus cargos, han protestado cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen; en el desempeño de su función han hecho todo lo contrario y ejemplos tenemos de sobra en los cinco años del actual gobierno, desde el presidente cuyo respeto por el estado de derecho y el cumplimiento de las leyes, le han tenido sin cuidado y públicamente ha declarado: no me vengan con aquello, de que la ley, es la ley.

Así, durante los próximos meses seremos testigos del inicio de la politización de la impartición de justicia en el máximo tribunal del país y de que los casos que legalmente deben ser resueltos aplicando la Constitución y las leyes, Batres decida llevarlos a la escena pública y se conviertan en temas de las conferencias mañaneras para que el presidente continúe socavando desde ese espacio el prestigio y credibilidad del Poder Judicial de la federación y todos sus tribunales y juzgados.

Llama la atención que una “Ministra” cuya función será la de impartir justicia y hacer valer el estado de derecho, así como el respeto a la Constitución, desde su toma de posesión, pronuncie un discurso político y se asuma como la corregidora del trabajo de un Poder en el que por años y con carrera judicial de miles de abogados, tendrían mejores méritos para ocupar dicho cargo y no solamente la decisión presidencial, que por primera vez en el país hizo posible su designación.

Otra de las tareas de Batres en la Corte, será preparar el terreno para el momento en que el Plan C del Presidente y una vez que la reforma constitucional que establecerá que el nombramiento de los Ministros, magistrados y jueces del Poder Judicial sea mediante el voto ciudadano, existan las condiciones para tomar el control total de dicho poder, que es último dique que le falta sortear a la 4T para establecer en el país una dictadura, sin contrapesos y con un poder centralizado y sujeto a la voluntad presidencial.

Hago votos, porque los Ministros que patrióticamente han asumido su papel para defender a la Constitución y al estado de derecho en el país, mantengan su postura y no se dejen intimidar por las amenazas y acoso del Poder ejecutivo a fin de que la impartición de justicia se aplique con la ley en la mano y no bajo los caprichos presidenciales en detrimento de los derechos humanos y los principios democráticos del país.
 
                            *Director fundador del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla.

Publicado en COLUMNAS
Sábado, 16 Diciembre 2023 21:52

Lenia Batres, la ministra del dedazo

Finalmente, la profecía se cumplió y el presidente López Obrador, haciendo uso de la facultad que le otorga el párrafo segundo del artículo 96 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que a la letra dice: “En caso de que la Cámara de Senadores rechace la totalidad de la terna propuesta, el presidente de la República someterá una nueva, en los términos del párrafo anterior. Si esta segunda terna fuera rechazada, ocupará el cargo la persona que dentro de dicha terna, designe el Presidente de la República” designó a Lenia Batres Guadarrama hermana del jefe de gobierno de la ciudad de México y quién se desempeñaba como secretaria adjunta de legislación y estudios normativos de la Consejería Jurídica y fundadora de Morena, como Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en sustitución de Arturo Zaldívar quién renunció al cargo para sumarse a la campaña de la virtual candidata a la Presidencia de la República por Morena Claudia Sheinbaum.

La Cámara de Senadores por vez primera en su historia, no logró tejer un acuerdo entre los diferentes grupos parlamentarios para reunir los votos necesarios para designar a una de las tres candidatas propuestas por López Obrador y cuyas trayectorias destacaban precisamente por ser fieles representantes de los intereses del ejecutivo, alejadas de una carrera judicial y cuyo único mérito era convertirse en un voto seguro para tratar de que se aprueben los juicios y controversias en las que sea parte el presidente o autoridades emanadas de Morena.

En otras palabras, los Senadores, no encontraron en ninguna de las candidatas presentadas en las ternas enviadas por el presidente, a una profesional con una trayectoria en la judicatura, ni mucho menos que garantizara un trabajo profesional e imparcialidad en su actuar al resolver asuntos que tienen una gran trascendencia nacional, en los que se requiere además de un amplio conocimiento del derecho, garantizar imparcialidad, porque su función es impartir justicia, sin importar de quién se trate; sin embargo la nueva ministra, llega con el objetivo de defender a capa y espada en los debates y votaciones los intereses de AMLO y de su gobierno en el ámbito federal y de los gobernadores de los estados de Morena.

En un tema de decoro y respeto a la Cámara de Senadores, que representa a las entidades federativas, el presidente, debió cubrir las formas y procurar presentar a personajes de trayectoria intachable no sólo profesionalmente, sino sin visos o compromisos políticos con su gobierno, no sólo por la importancia que tiene el nombramiento de un Ministro del máximo tribunal del país; sino también porque el mensaje que se da a los ciudadanos, es de que es más importante colocar incondicionales en dichos cargos, que cuidar las formas y actuar como un demócrata, respetando la carrera judicial de cientos de secretarios, jueces y magistrados en funciones, cuyo pecado para no ser considerados, es no ser familiares cercanos de un destacado miembro de Morena o gobernante en turno.

Así las cosas, si bien es cierto que los Presidentes del período neoliberal, desde Carlos Salinas de Gortari, hasta Enrique Peña Nieto, pasando por Vicente Fox y Felipe Calderón, presentaron ternas a cargos de Ministros, al menos en la mayoría de los casos, los buscaban dentro de quienes tenían una carrera judicial por haber formado parte de dicho poder y que no estuvieran públicamente identificados con sus partidos PRI y PAN.

Por lo anterior y ante la permanente frase del presidente de no somos iguales a los gobiernos neoliberales corruptos queda demostrado que con sus propuestas ha llegado más lejos que ellos en forma pública y sin recato alguno.

Si de por sí, sobre la Corte sigue pesando el caso de la ministra plagiaria Jasmín Esquivel cuya situación no ha sido definida por las autoridades de la UNAM debido a los juicos de amparo que ha promovido y que continua actuando en el pleno y las salas por la protección presidencial de la que goza; ahora con la llegada de Lenia Batres el presidente piensa que logrará frenar las resoluciones que no favorezcan a su gobierno y se aprueben aquellas que sean de su interés; en otras palabras está aplicando al máximo tribunal del país, el mismo modus operandi de las Cámaras de Diputados y Senadores, jugando a las mayorías, simples y calificadas, sin importar el respeto al estado de derecho y a la Constitución como ha quedado demostrado a lo largo de estos cinco años de gobierno.

Pero dicha situación, no debería ser extraña para los ciudadanos, ya que si algo ha caracterizado a AMLO, es su desprecio por la ley, a la división de poderes y a los órganos autónomos que no se someten a su poder o que osan tener una opinión contraria a su discurso y políticas; así es, así ha sido y así será hasta el fin de su mandato.

La disyuntiva para los ciudadanos es si en 2024, seguiremos votando por la continuidad de estas políticas gubernamentales y apoyando el ataque a las instituciones, incómodas al presidente, o si la mayoría se pronunciará por un cambio dando de nuevo la oportunidad de rectificar a la oposición, que aún no ha sido capaz de lanzar un discurso que logre dar esperanza a los electores, de que no volverán a cometer los errores del pasado.

Sin duda alguna en las elecciones de 2024, todos tenemos una cita con el futuro que le depara a México y definiremos si votamos por la continuidad de la debacle de las instituciones como el INE, TRIFE, INAI, COFECE, la Suprema Corte de justicia de la Nación entre otras; o si damos un golpe de timón y votamos por los candidatos de la oposición.
                             
                                *director fundador del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla.

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