Columna | P U L S O   P O L I T I C O

          Carlos Martínez Amador, dirigente en Puebla del agónico partido de la Revolución Democrática, dijo que la Alianza por México, que conforman el PRI, el PAN y el PRD, debe ser de ciudadanos, no solo de dirigentes y que para la designación de candidatos a los puestos de elección popular, debe prevalecer el proyecto, antes que los candidatos y que estos no deberán ser obligadamente pertenecientes a un partido, sino pueden ser ciudadanos sin partido.

        Es una buena idea del joven dirigente, pero lo que prevalece, no solo en el PRD, sino en todas las organizaciones políticas, son las ambiciones de muchos de sus miembros por lograr una candidatura a lo que sea. Lo importante es entrar al aparato gubernamental y obtener un buen sueldo y algo más. Eso es lo que durante décadas ha prevalecido en el medio político y eso no puede cambiarse de la noche a la mañana.

         Los ayuntamientos siguen siendo ambicionados por dirigentes y militantes de los partidos políticos existentes; hay alcaldes y regidores de todos los partidos que una vez electos, buscan colocar a parientes o amigos en los puestos administrativos más importantes y eso enoja mucho a la ciudadanía, como se ha visto por todos los rumbos de la entidad pero ha sido la costumbre de mucho tiempo atrás y no es fácil cambiar las cosas de la noche a la mañana.

          Sería obligación de los partidos educar a sus militantes en estos temas, como pidió el fundador del PAN Manuel Gómez Morín, que los partidos fueran escuelas de política, pero ninguno lo es, porque a quienes menos les conviene eso, es a sus dirigentes.

          El PRD que ahora es un partido chiquito, podría empezar y poner el ejemplo de lo que debe ser un partido político. Su ejemplo podría cundir entre otras organizaciones y contribuir a la auténtica democratización de México.

          LA DIVISIÓN QUE PREVALECE EN EL PARTIDO Acción Nacional de Puebla, es mucho más grave de lo que se cree. Los grupos en conflicto, no ceden. Están empeñados en controlar al partido desde los puestos de dirigencia.

         Los panistas tradicionales consideran que el causante de esta división, fue el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, ya fallecido, quien siempre fue priista, pero quería ser gobernador y no encontraba apoyo en su partido y se pasó al PAN donde le abrieron las puertas de par en par, pese a que en los estatutos de ese partido, para ser militante, tenían que pasar, como en las asociaciones religiosas, cinco años de noviciado. El pasó siendo diputado federal y alcanzó la candidatura para el Senado y de ahí nadie lo paró para llegar a la gubernatura.

         En su paso al PAN, SE LLEVÓ A MUCHOS PRIISTAS que son los que ahora pelean la dirigencia del partido a los antiguos militantes.

         Son panistas de mentiritas: no saben la historia de ese partido, ni sus principios, ni sus programas de acción. Su jefe tampoco lo supo, pero sí actuó como los nuevos militantes de Acción Nacional: hizo obras de relumbrón, muy costosas, sin repercusión social. Obras sin planificación. Abandonó a la provincia poblana a su suerte, excepción hecha de unos cuantos municipios con pueblos mágicos; construyó algunos hospitales y los dejó sin equipamiento y algunos a medio hacer, en fin, fue un mal sexenio, pues dejó una deuda enorme, como nunca antes y a miles de trabajadores que fueron despedidos sin ningún pago por liquidación y ahora el gobierno estatal tiene que estar pagando a quienes interpusieron demanda laboral y la ganaron, además de los intereses de la enorme deuda que heredó a sus sucesores.

         LOS EXPRIISTAS METIDOS A PANISTAS, SON los que quieren seguir controlando al partido conservador en Puebla, para no perder sus privilegios y seguramente van a ganar, pues los panistas de a de veras, son ya poquitos y ya no quieren seguir peleando.

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