Columna | P U L S O    P O L I T I C O

               Todo parece indicar, que los priístas no se han dado cuenta que han quedado fuera del poder en México y que si continúen, como ya lo están, divididos, confrontados entre si e ignorando su real situación, tendrán que pasar varias generaciones de políticos, para que ellos vuelvan a recobrar su fuerza.

                ¿Sabe usted cuántos diputados federales tenía la CNC, el sector agrario del PRI?. Ochenta: ¿sabe cuántas diputaciones ganó en la pasada elección? Dos. Y para colmo, una es del dirigente nacional, el duranguense Ismael Hernández Déras y la otra es de su hija Gabriela Hernández López.

                 Según los rumores que corren en los círculos cenecistas, don Ismael, pretende reelegirse al frente de la CNC, pese a que su origen no es campesino, sino cenopista y eso ya tiene dividido al sector campesino del priísmo, que no es modelo de unidad o de cosa que se le parezca, pero que agudiza, en las actuales circunstancias, la situación de debilitamiento del partido tricolor.

                Los panistas, que como todos los partidos políticos de México, después de las elecciones del primero de julio, entraron en una grave crisis existencial, por lo menos ya se reunieron a puerta cerrada para declararse en época de reflexión que significa analizar las razones por las cuales fueron abandonados hasta por sus huestes más leales en las pasadas elecciones.

               Los priístas parecen no saber qué hacer ante una derrota tan contundente que los dejó noqueados.

               Ni priístas, ni panistas, tienen ya lo que llamaban “voto duro”. Su falta de identidad ideológica, que fueron perdiendo sin darse cuenta, la invasión que sufrieron de oportunistas que utilizaron su membrete para lograr lo que no podían obtener en sus partidos de origen, el que las dirigencias de los partidos políticos, los manejaran como algo de su propiedad y no como entes de interés público, que se sostienen con recursos provenientes de los gobiernos federal y estatales, eso y más, los llevó a la ruina.

              Andrés Manuel López Obrador, el virtual presidente electo, recibirá un país en ruina económica, en ruina social y en ruina política. Si no acierta a enderezar las cosas en un tiempo más o menos corto, quien sabe cual será la reacción de los ciudadanos, que tienen muchas esperanzas depositadas en su persona y que alguien debería explicar que eso de ninguna manera es bueno, porque los problemas del país son tantos y tan graves, que no podrán ser resueltos, ni con la mejor voluntad del mundo, en un sexenio.

               Esto va a llevar tiempo y va a requerir de la participación de todos.

               Muchos “morenistas” o sedicentes “morenistas”, ya están pensando en venganzas políticas, en discriminaciones etc., que no reportarán nada bueno para el país.

               Morena ganó, eso es un hecho, pero no para que haga lo que se le de la gana a quienes triunfaron, sino para coordinar el trabajo de gobierno que deba de coordinarse, a fin de dar solución a esos problemas.

                El PRI, cuya derrota es ya histórica, no cayó de la gracia del electorado así como así. Los priístas, con sus acciones de prepotencia, de agandallamiento de los puestos públicos para amigos y parientes y de muchas cosas más, fue el culpable de su estrepitosa derrota.

                Dos veces perdió la presidencia de la república a manos del PAN, pero este partido dio muestras de no saber gobernar y estuvo 12 años en el poder, agravando la mala situación general del país. Entonces el PRI volvió a Los Pinos y como volvió a las andadas de antes, pues ahora fue oportunidad de Morena o mejor dicho, de Andrés Manuel López Obrador, que deberá actuar con el mayor cuidado, con la mejor intención de hacer un trabajo que le permita, como él mismo lo dijo, ser un buen gobernante de México.

                   Esperamos que así sea y que sus partidarios le ayuden en esa tarea, en la que debemos participar todos, y no le estorben o echen a perder sus planes.

                   Aquí en Puebla, ya se preparan para asumir el poder con especial empeño, los presidentes municipales que resultaron electos el primero de julio. La que será la presidenta de la capital del estado, Claudia Rivera, ya dio muestras de tener carácter y disposición para servir a sus conciudadanos.

               El hecho de no haber atendido a la orden o lo que haya sido, del dirigente de su partido, de no reunirse con el gobernador constitucional del Estado, Antonio Gali, para tratar asuntos relativos a los problemas municipales que ella tendrá que resolver en el futuro próximo, fue totalmente acertada.

               Los presidentes municipales deben ser respetuosos de las dirigencias de los partidos que los propusieron y los llevaron al poder, pero deben tener criterio para actuar como corresponde a una autoridad y no tenerse que someter a los caprichos, porque esa prohibición era un capricho, de quienes creen que por pertenecer a su organización, tienen autoridad sobre ellos.

                Morena gobernará a los más importantes municipios de la entidad, empezando por la capital del estado; el PRI gobernará a 78 municipios medianos y pequeños de los 217 que tiene la entidad y el PAN, a 77. En el trabajo que esos ayuntamientos realicen en las demarcaciones municipales, puede estar la clave del futuro de los partidos políticos en Puebla. Por lo pronto, todos están en la lona.

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